CIUDAD DE MÉXICO
Actualizado:La desolación cervecera está en los estantes del Sumesa, un supermercado de la colonia Roma, en la ciudad de México. Lo que antes fueron surtidos anaqueles con latas y botellas de Corona, Modelo, Heineken o Budweiser son sustituidos por la monotonía del agua en garrafón. Si acaso, en una esquinita dejaron olvidadas unas tónicas que distraen, pero que no engañan. Aquí antes había cerveza y ahora hay litronas de agua. Exactamente las mismas que en el pasillo anterior, el lugar que habitualmente ocupan las garrafas de cinco litros con las que ahora se fabrican máscaras con las que protegerse del coronavirus. Puede que este nuevo orden logre evitar la imagen de la balda vacía, señal inequívoca del desabastecimiento, pero no esconde una realidad que a muchos resulta angustiosa: en México se agota la cerveza en pleno confinamiento por la covid-19.
La pandemia ha provocado la escasez de chela, como se conoce a la cerveza en uno de los países que más disfruta esta bebida en todo el mundo. Cada habitante de México se mete entre pecho y espalda 68 litros al año de media, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). No es solo una cuestión de cantidad. Es también un fenómeno cultural, como las cañas con tapa, pero con sal y clamato. México ha llevado a la cerveza hasta límites gastronómicos con los que ningún otro soñó. Como ejemplos: la michelada que acompaña la birra con gambas enganchadas en el borde del vaso como bañistas que se mojan los pies en la piscina o la que se endulza con gominolas flotando entre la espuma.
Ahora todas estas delicatessen escasean. Si el cerrojazo decretado por el Gobierno para evitar los contagios se mantiene, nadie garantiza que aquí, en México, la cerveza no se agote por completo. "Si fuera un tanque de gasolina te diría que estamos en el piso de la reserva. Hemos acabado con las reservas", dice Cuauhtémoc Rivera, presidente de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes, el organismo que une a más de 80.000 abarrotes y pequeñas tiendas de barrio, los principales distribuidores de cerveza en México.
Con 33.460 casos de coronavirus confirmados y 3.160 muertos por covid-19, y el país en el punto álgido de la epidemia según las autoridades sanitarias, la ausencia de cerveza es una preocupación secundaria. Pero a la vertiente lúdica de las chelas como pasatiempo ante la cuarentena se le añade otra cuestión más material: México es el principal exportador del mundo de cerveza y del sector dependen 50.000 empleos directos y 600.000 indirectos.
La industria cervecera no fue incluida en la lista de esenciales en el decreto publicado por el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador para hacer frente a la crisis sanitaria. Y eso que México está sometido a una fuerte presión por parte Estados Unidos, que le exige que reabra su producción aún en medio del momento de mayores contagios y muertes. Por ejemplo, las maquilas de Ciudad Juárez, en Chihuahua, han sufrido una sangría: más de un centenar de trabajadores han muerto porque sus empleadores se resisten a cerrar.
México es un país en el que las grandes fortunas hacen y deshacen a su antojo. Por ejemplo, el Grupo Salinas, uno de sus principales conglomerados empresariales, abrió algunas de sus divisiones, exponiendo a sus empleados a la covid-19 y diciéndoles que debían sentirse afortunados, que al menos tenían trabajo.
En el caso de las cerveceras, parece que los productores han sido obedientes al mandato de cerrar para evitar contagios. Lo decía Karla Siqueiros, directora general de Cerveceros de México, en una entrevista en el diario La Jornada: la industria está dispuesta a abrir, pero no va a presionar a la administración. La única empresa de cerveza que, según medios locales, mantiene su planta activa es Constellation Brands, una compañía que produce Modelo para su exportación a Estados Unidos. Es decir, que las únicas cervezas que a día de hoy se embotellan en México son para que se las beban sus vecinos del norte.
No parar la economía fue una de las obsesiones de López Obrador, consciente de que seis de cada diez mexicanos trabajan en la economía informal y para ellos parar sería entrar en la disyuntiva entre enfermar o comer. La presión del virus, sin embargo, obligó a tomar medidas drásticas y las industrias fueron obligadas a cerrar, como en buena parte del mundo. Esto incluye a las cerveceras, que llevan sin llenar barriles desde hace un mes. Transcurrido todo este tiempo las reservas en bodegas se agotan en un mercado de alto consumo. Siete de cada diez familias mexicanas compran cerveza durante la semana, dice Cuauhtémoc Rivera, que sitúa el gasto de cada hogar en unos 500 pesos por semana. Licores como el tequila o el mezcal no han experimentado escasez.
"No sé qué haré cuando se termine la cerveza. Igual me tiro por la ventana", bromea Mario, que el sábado había conseguido su paquete de ocho latas de 473 mililitros de la marca Modelo, una de las más populares de México. Por cada lata pagó 35 pesos (1,35 euros en pleno hundimiento de la divisa azteca). Antes de la pandemia, los mismos envases le hubiesen costado 12 pesos (menos de 50 céntimos). Es la consecuencia de la escasez: una especie de economía de subsistencia para los privilegiados que pueden (podemos) hacer cuarentena. En México, quedarse en casa es una cuestión de clase, y quienes forman parte de la gran mayoría que vive al día no pueden darse ese lujo.
"Hubo acaparamiento. Cuando hay desabasto de cualquier producto se produce la especulación. Y la especulación de la cerveza está ahora muy criminal", dice Rivera. "Hemos retirado un producto del anaquel al mercado negro", explica.
Desde el 5 de abril, cuando paró la producción de las fábricas, muchos decidieron guardarse toda su parte en casa en previsión de que los almacenes agotasen sus productos. Otros lo almacenaron esperando su oportunidad y ahora están haciendo su agosto multiplicando su precio a consumidores dispuestos a penosas peregrinaciones para obtener chelas y suavizar las condiciones de su encierro. El papel higiénico ha dejado de ser el símbolo del acaparamiento.
En las colonias del centro de la Ciudad de México, para conseguir una cerveza hay que realizar un peregrinaje por los abarrotes, que son tienditas de barrio en los que se venden productos básicos: huevos, pasta, bolsas de patatas fritas, refrescos y, por supuesto, cervezas. En los Modelorama, tiendas del Grupo Modelo, los estantes de la cerveza están vacíos y sus vendedores se resignan a despachar cocacolas y patatas fritas. Lo mismo ocurre en los Oxxo, una cadena de tiendas que ha logrado colocar un establecimiento en cada esquina del país.
"Ayer nos agotaron todo. No queda nada y no sé si vamos a poder comprar, porque los precios están muy altos", dice Adriana Gama, que trabaja en un abarrote llamado El Supersito, ubicado en la colonia Roma. Los proveedores habituales tienen sus almacenes vacíos, pero especuladores que se guardaron reservas todavía distribuyen, multiplicando el precio de venta. Los refrigeradores del abarrote de Gama muestran las consecuencias de las compras compulsivas de la víspera. Hay todo tipo de refrescos, pero ni rastro de cerveza. La misma escena se repite en varios establecimientos. En los que tienen, la oferta es "lo que queda" y el precio, hasta tres veces por encima del habitual. En Monterrey, Tamaulipas o Sonora se han registrado largas filas de clientes que no querían resignarse a agotar las últimas existencias antes de que las cervezas desaparezcan de los comercios.
En México la cuarentena es voluntaria. Cerraron por decreto los bares, antros y cantinas, y los restaurantes solo sirven a domicilio. Se puede salir a la calle, aunque la recomendación es no hacerlo y todavía se organizan guateques en las casas. Es muy probable que no dejen de celebrarse durante todo el confinamiento. En previsión, hay nueve alcaldías de la Ciudad de México y estados como Tabasco, Sinaloa y Yucatán que ordenaron la ley seca. A pesar de ello se han registrado fiestas masivas en diversas colonias de la capital que terminaron siendo disueltas por las autoridades, que están teniendo dificultades para hacer ver la gravedad de la pandemia en algunos sectores populares, influidos por medios de comunicación que llegaron a poner en cuestión la existencia del propio coronavirus.
Las cerveceras pusieron su confianza en el plan de reactivación económica de Andrés Manuel López Obrador para hacer frente a la crisis. México sufriendo la semana más dura de contagios y muertos pero ya piensa en su desescalada, que se hará por estados. Las primeras industrias que abrirán, este mismo lunes, son las mineras, la construcción y las automotrices. La cerveza seguirá escaseando.
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