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Actualizado:Corea del Norte no había disparado nunca tantos misiles en una sola jornada, en unas aparentes maniobras cuyo blanco hipotético era su vecino Corea del Sur, pues los cohetes han impactado en aguas cercanas a sus costas. Eran parte de unos ejercicios bélicos controlados, pero con una advertencia muy peligrosa hacia el Gobierno de Seúl y, sobre todo, hacia la Casa Blanca, el principal aliado de Corea del Sur y enemigo jurado del régimen norcoreano.
Uno de los misiles lanzados por el Norte se hundió en el mar a sesenta kilómetros de las costas de Corea del Sur, muy cerca de sus aguas territoriales, y sobrepasó por 26 kilómetros la línea marítima que separa ambos países. El disparo fue calificado por el Gobierno de Seúl como una "violación de facto" de su territorio, la más grave desde el fin de la guerra de Corea que sentenció la división en dos de la península en 1953.
En una respuesta inmediata, Seúl ordenó a sus cazas que dispararan tres misiles aire-tierra en dirección a las aguas de Corea del Norte, también violando los límites permisibles por sus acuerdos territoriales marítimos con Pyongyang.
En lo que va de año 2022, Corea del Norte ha ensayado el lanzamiento de al menos 40 misiles balísticos. Uno de ellos llegó a sobrevolar Japón y causó en octubre otra grave crisis en la región.
Respuesta a las maniobras militares de surcoreanos y EEUU
La granizada de misiles norcoreanos de este miércoles ha coincidido además con las maniobras militares conjuntas que, desde el lunes y durante toda la semana, celebran Seúl y Washington. Corea del Norte considera estos ejercicios como una bofetada contra el precario equilibrio que se vive en uno de los territorios más militarizados del planeta. Sin embargo, hasta ahora el régimen norcoreano había respondido a maniobras similares cuando éstas habían concluido.
Este lanzamiento de los misiles por parte de Corea del Norte durante los ejercicios militares enemigos, y no después, es una de las incógnitas que más preocupan a los servicios de inteligencia surcoreanos y estadounidenses.
Los ejercicios bélicos, entre los más importantes desarrollados por Estados Unidos y Corea del Sur en lo que va de año, cuentan con la participación de 240 aviones de combate, algunos de ellos indetectables por radar, y forman parte de la estrategia de disuasión ante Corea del Norte. Una fuerza aérea semejante podría asestar un golpe mortal a la capital norcoreana o, más probable, arrasar las instalaciones donde Corea del Norte podría estar preparando una inminente nueva prueba nuclear militar.
Corea del Norte se dio por apercibida ya el martes sobre la naturaleza de las maniobras: Si Estados Unidos y Corea del Sur continúan sus ejercicios militares conjuntos, "pagarán el precio más horrible de su historia", amenazó el régimen de Kim Jong-un en un mensaje.
¿Una inminente prueba nuclear norcoreana?
Las maniobras han sido entendidas por Pyongyang como una advertencia de Washington ante la presunta intención del régimen comunista de poner fin a su moratoria nuclear militar. Kim Jong-un cree que Estados Unidos podría utilizar sus armas nucleares contra el programa atómico norcoreano y sus instalaciones en centros como el de Yongbyon. Para mayor alarma de Pyongyang, el lunes llegó a Corea del Sur el submarino nuclear estadounidense Key West.
Si Corea del Norte realiza una prueba nuclear, sería la primera desde septiembre de 2017, cuando tuvo lugar la sexta detonación norcoreana de un dispositivo atómico. El régimen de Pyongyang efectuó su primera prueba nuclear en octubre del año 2006 y desde entonces ha mejorado la capacidad de destrucción de sus cargas, mientras avanza en la tecnología para incorporar cabezas nucleares a sus misiles. Tres de los lanzados hoy podrían haber portado una o varias de esas cabezas atómicas, con capacidad para volatilizar Seúl, Tokio o las bases estadounidenses en Japón y Corea del Sur.
Los servicios de inteligencia de Estados Unidos y Corea del Sur han alertado de que Corea del Norte ha completado ya todos los preparativos necesarios para efectuar esa prueba nuclear militar. Además, dos eventos internacionales podrían acercar la fecha de ese test atómico. En octubre se celebró el Congreso Nacional del Partido Comunista de China, el principal aliado de Corea del Norte. El régimen de Pyongyang habría concedido a Pekín este retraso de sus ensayos nucleares para no hurtar atención internacional a China y su proceso político. Por otra parte, el próximo 8 de noviembre se celebran en Estados Unidos unas importantes elecciones legislativas que posiblemente decidan algunos cambios en el rumbo de la política exterior de Washington, también en la región de Asia-Pacífico.
Misiles para comprobar si pueden portar ojivas nucleares
El incremento de lanzamiento de misiles norcoreanos este año puede responder a las pruebas que los científicos de Pyongyang están realizando para acoplar las ojivas nucleares a los cohetes capaces de transportarlas, uno de los procesos tecnológicos más complicados en la obtención de armas nucleares capaces de impactar en territorio enemigo, sin tener que ser arrojadas desde un avión.
El pasado 10 de octubre, la oficialista Agencia Central de Noticias norcoreana informó de que los lanzamientos de misiles balísticos que estaba realizando Corea del Norte tenían como objetivo demostrar que sus unidades de operaciones nucleares tácticas estaban "totalmente listas para atacar y destruir los objetos establecidos en los lugares previstos en el tiempo establecido".
Según indicó el Estado Mayor del ejército surcoreano, entre los misiles disparados por Corea del Norte este miércoles había tres balísticos de corto alcance, pero con capacidad para portar armas nucleares. Ya el mes pasado, Pyongyang indicó que este tipo de armamento cargado con sus correspondientes ojivas nucleares tenía como objetivo "neutralizar aeropuertos en las zonas de operaciones de Corea del Sur", incluidas las bases estadounidenses, en caso de conflicto abierto.
Corea del Norte podría tener ya entre 20 y 30 ojivas nucleares susceptibles de ser cargadas en algunos de los modelos más avanzados de sus misiles balísticos de medio alcance, según los expertos estadounidenses.
Una provocación "sin precedentes" desde el fin de la guerra
Uno de los misiles lanzados este miércoles sobrepasó la Línea Límite Norte (LLN), esto es, la frontera marítima de facto entre las dos Coreas. Seúl calificó esta acción como "una provocación sin precedentes" desde 1953, cuando la firma del alto el fuego que puso fin a la guerra de Corea consumó la división de la península. Ese armisticio paró las hostilidades desatadas en 1950 con el ataque norcoreano al sur, pero no se firmó un tratado de paz, por lo que técnicamente las dos Coreas continúan en guerra.
El presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol, calificó el desafío norcoreano como "una violación del territorio" de Corea del Sur por ese misil que cruzó la LLN por primera vez desde la división de la península.
Yoon presidió una reunión urgente del Consejo de Seguridad Nacional de Corea del Sur, que denunció la vulneración por Corea del Norte de las resoluciones de Naciones Unidas. También condenaron la "oportunidad" de la provocación norcoreana, al lanzar sus misiles durante el periodo de luto decretado en Corea del Sur tras la tragedia sufrida en Seúl este pasado fin de semana, cuando más de 150 personas murieron en una avalancha de gente durante una celebración de la noche de Halloween.
Un incidente similar a cuando estuvo a punto de estallar la guerra en 2010
El asesor de Seguridad Nacional Kim Sung-han, participante en la reunión con el presidente Yoon, recordó la crisis de noviembre de 2010, cuando la artillería norcoreana bombardeó la isla surcoreana de Yeonpyeong y mató a dos militares y dos civiles. La gravedad de la agresión de esta semana, dijo Kim, es que "por primera vez se ha utilizado un misil balístico" para sobrepasar ese límite marítimo.
En ese mes de noviembre de hace doce años, las dos Coreas estuvieron a punto de reactivar el conflicto congelado en 1953. Corea del Sur contraatacó contra las posiciones norcoreanas que habían efectuado los disparos, en la crisis más grave ocurrida en la península desde aquel año, como denunció la propia ONU.
En 2014, quien fuera durante el incidente de 2010 secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, reveló que el Gobierno surcoreano intentó entonces dar una respuesta "desproporcionadamente agresiva" contra Corea del Norte, atacando a su vecino septentrional con aviación y artillería. Este paso seguramente habría llevado a un conflicto armado entre las dos Coreas y habría implicado a Estados Unidos, con el riesgo muy alto de que la guerra hubiera devenido en un choque nuclear con Pyongyang y quizá con su protector en la región, China.
Los planes de Seúl fueron desactivados con la intervención del entonces presidente estadounidense, Barack Obama, y su secretaria de Estado, Hillary Clinton. Pekín se encargó, por su parte, de rebajar la tensión en Pyongyang.
En el momento actual, sin embargo, no hay ni en la Casa Blanca ni en el Pekín del autocrático Xi Jinping fuerzas políticas tan interesadas como entonces en parar de raíz una escalada bélica semejante.
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