EEUU y Rusia usan en Riad el conflicto de Ucrania para limar sus diferencias como superpotencias
Rusia y EEUU utilizan Ucrania como pretexto de su deshielo, mientras Europa fracasa a la hora de reclamar con una sola voz su presencia en la negociación de la paz.

Madrid--Actualizado a
Estados Unidos y Rusia han convertido el conflicto de Ucrania en una oportunidad para limar sus diferencias como superpotencias, al mejor estilo de la Guerra Fría. El Kremlin señaló este martes que no solo está sobre la mesa la crisis ucraniana, sino que la prioridad es la seguridad en Europa y una entente cordial entre los dos países más poderosos militarmente del planeta.
Por eso, al concluir, tras casi cinco horas de diálogo, la reunión este martes en Riad (Arabia Saudí) entre el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, y el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, el Kremlin subrayó que para lograr una paz duradera no será suficiente la promesa de que Ucrania no formará parte de la OTAN. Moscú lo quiere por escrito y reclama un acuerdo mucho más amplio que resetee la arquitectura de seguridad en Europa.
Según el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Mike Waltz, participante en la reunión, el presidente Donald Trump también apuesta por un proceso rápido de negociaciones entre EEUU y Rusia, "no solo para acabar la guerra, sino para generar una relación estable y estabilizadora a largo plazo".
Rubio y Lavrov han acordado "sentar las bases de una cooperación futura en asuntos de interés geopolítico mutuo", explicó en un comunicado la portavoz de Estado de EEUU Tammy Bruce.
"La lógica que existía con (Joe) Biden ha sido rechazada. Hay una nueva lógica", afirmó Kirill Dmitriev, otro de los asistentes rusos a la reunión. Dmitriev es director del Fondo de Inversiones Directas y el cerebro gris de la economía de guerra rusa.
Según Dmitriev, se podrá ver el progreso de estas negociaciones "en dos o tres meses".
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, se ha tomado muy a mal el resultado de la reunión ruso-estadounidense en Riad y ha pospuesto hasta marzo el viaje que tenía pensado hacer en las próximas horas a Arabia Saudí. Desde Ankara, Zelenski ha insistido en que Ucrania y Europa deberían participar en las conversaciones.
El próximo paso será la creación de un equipo negociador de "un alto nivel" entre EEUU y Rusia, a fin de "pensar y examinar la cooperación geopolítica y económica que podría resultar de un final del conflicto en Ucrania", explicó Rubio, poniendo de manifiesto que lo más importante para EEUU es más restablecer una relación de confianza con Rusia que la propia conclusión de la guerra.
La incoherencia europea
En este sentido, la posición de Casa Blanca dista mucho de la de la cúpula dirigente europea, que querría asistir a la derrota de Rusia y perpetuar el actual abismo entre Bruselas y Moscú, tal y como se deduce de las declaraciones de sus miembros y su actual apuesta por militarizar Europa (con armas que comprarán a EEUU).
La misma Europa que quiso ganar protagonismo en la crisis ucraniana a costa de endeudarse militarmente y convertir a Rusia en el enemigo total para catalizar una mayor cohesión ahora muestra el mayor desconcierto y desunión al ser desdeñada por Washington y Moscú como interlocutor a su mismo nivel.
Y es que las contradicciones europeas son muy profundas. Unos países unos días quieren ser parte del proceso de paz y otros días abogan por continuar la guerra para reforzar a Ucrania. Unos países europeos se alinean con la estrategia de EEUU y Rusia, y otros piden el despliegue de fuerzas de interposición en Ucrania, como Gran Bretaña, incluso antes de que se firme un armisticio duradero.
Restablecer la confianza mutua
Nada de esto, sin embargo, alteró un ápice la reunión entre Rubio y Lavrov, flanqueados por el enviado especial de EEUU para Oriente Medio, Steve Witkoff; y el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Mike Waltz, por parte estadounidense, y por el asesor presidencial para Asuntos Internacionales, Yuri Ushakov, por parte del Kremlin.
Las negociaciones entre EEUU y Rusia en Arabia Saudí retoman un proceso de contactos y diálogo deteriorado gravemente en 2008, cuando, en la cumbre de Bucarest de la OTAN, Washington abrió las puertas de la Alianza Atlántica a Ucrania y Georgia, paso que ya entonces el presidente ruso, Vladímir Putin, consideró como la antesala de un conflicto. La conflagración entre Rusia y Georgia de 2008 fue ya un aviso que pocos se tomaron en serio en Occidente.

Por eso, este martes, la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, remarcó que para Rusia no es suficiente con que Ucrania no se integre en la OTAN. "El rechazo a aceptar a Kiev en la OTAN no es suficiente. La Alianza debe renegar de las promesas de Bucarest en 2008", afirmó Zajárova.
Mientras Zelenski ha abierto el proceso de paz a la prensa, concediendo una y otra entrevista en las últimas semanas, sin ningún resultado salvo exponer sus profundas contradicciones, Trump y Putin recuperan las negociaciones en la sombra propias de la Guerra Fría.
Los saudíes sí, los europeos no
Arabia Saudí venía actuando como intermediario desde que Trump juró su cargo hace casi un mes. El líder saudí, el príncipe Mohammed bin Salman, mantiene excelentes relaciones tanto con Trump como con Putin, y, además de apostar por Riad como un buen lugar para intermediar conflictos, quiere situarse en primera línea ante el proceso de paz que pueda abrirse en Gaza en un futuro.
No es descartable que Arabia Saudí pudiera acoger a parte de la población gazatí expulsada por el plan de Trump y Benjamín Netanyahu si no hubiera otra salida o al menos mediar ante Jordania y Egipto para buscar una solución a la crisis añadida que se desataría.
Arabia Saudí está, pues, en medio del proceso de negociaciones, algo que se le está denegando a la propia Ucrania, en estas primeras etapas, y también a Europa.
La humillación rusa a Zelenski con permiso de Trump
Este martes, el Kremlin informó de que Putin está dispuesto a negociar con Zelenski, aunque tenga muchas dudas sobre su legitimidad. Para el presidente ruso, el líder ucraniano dejó de ser presidente legítimo el pasado mayo al expirar su mandato de cinco años y no convocarse elecciones presidenciales, aunque fuese debido a la guerra en curso.
Según la agencia EFE, los funcionarios y medios rusos han sugerido la opción de que Zelenski participe en las negociaciones, pero no firme los documentos resultantes, lo que sería una humillación si cabe mayor.
El mensaje es evidente. Putin considera a Zelenski un simple vasallo de Trump y, por eso, sería innecesario perder el tiempo en disquisiciones que el líder ucraniano sacaría a relucir con su protagonismo mediático. Pero Putin no solo piensa eso de Zelenski. Lo cree igual de todos los mandatarios europeos, salvo algún amigo por ahí suelto en Hungría y Eslovaquia.
El fracaso de París
Por eso, ante el nerviosismo que cundió en Europa después de que la Casa Blanca dijera sin contemplaciones que los europeos quedaban fuera de las negociaciones, el presidente francés, Emmanuel Macron, convocó para el lunes, en vísperas del encuentro ruso-estadounidense y a modo de advertencia, una reunión de urgencia de ocho países de la UE más Gran Bretaña en París.
Aunque no se invitó a los países "amigos" de Moscú, pronto quedó claro que la desunión está mucho más extendida de lo que se pensaba sobre todo al discutir el eventual despliegue de tropas europeas de paz en Ucrania cuando ni siquiera hay un horizonte para el fin de la guerra.
El fracaso de la reunión de París dejó si cabe en más evidencia a la UE y sus carencias en política exterior común y defensa. Esta incapacidad llevó este martes a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, también presente en la cumbre informal de París, a dar un paso atrás en su retórica belicista y admitir que EEUU podría llevar la iniciativa en este proceso de negociación ya en marcha.
Von der Leyen cede ante EEUU
Von der Leyen le indicó al general Keith Kellogg, enviado especial de la Casa Blanca para Ucrania y Rusia, que la voluntad de la UE en este "crítico momento" es trabajar "junto a Estados Unidos para poner fin al derramamiento de sangre y ayudar a asegurar la paz justa y duradera que Ucrania y su pueblo se merecen".
La política alemana, uno de los halcones más radicales de la UE en torno a Ucrania, parcaba así el discurso militarista que había mantenido desde que Rusia invadió Ucrania el 24 de febrero de 2022 y que sostenía que la única forma de acabar con la guerra pasaba por la derrota de Rusia y la incorporación ucraniana sí o sí y cuanto antes a la UE y la OTAN.
El encuentro entre Von der Leyen y Kellogg tuvo lugar en Bruselas. A pesar de ser el enviado de Trump para la guerra de Ucrania, el presidente estadounidense prefirió que el general se quedara en Europa, para apaciguar las iras europeas, en lugar de ir a Riad junto a Rubio y el resto de negociadores estadounidenses.
Aunque la presidenta de la CE insistió en que "cualquier resolución (sobre la paz) debe respetar la independencia, la soberanía y la integridad territorial de Ucrania", Von der Leyen es plenamente consciente de que, con Trump y Putin de principales negociadores, Ucrania perderá los territorios ocupados por Rusia.
Y aunque recordó a Kellogg el papel "fundamental" jugado por la UE para asegurar la resistencia de Ucrania en estos tres años de guerra, con 135.000 millones de euros en asistencia y armas, también le quedó claro que este coste no es nada en comparación con el que deberá asumir la UE en la reconstrucción ucraniana, en el mantenimiento de su futura defensa (Trump ha dicho que eso es problema de Europa) y, sobre todo, en la carrera armamentística que han proclamado los principales líderes del continente, con ella a la cabeza.
El Kremlin ya ha dado una recomendación a Europa para participar en el proceso de paz. "Si Europa quiere de verdad contribuir a la resolución del conflicto, la solución es sencilla: que cese toda la ayuda militar y de otro tipo que le está prestando al régimen de Kiev", afirmó este martes el viceministro de Exteriores ruso, Alexandr Grushkó.
Eso no va a ocurrir, agregó el diplomático ruso, porque la intención europea es "infligir una derrota estratégica" a Rusia, lo que, según Grushkó, socava cualquier posible papel de Europa en las negociaciones de paz.
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