El Partido del Trabajo, la izquierda radical que triunfa en Bélgica
La formación marxista apuesta por implementar una jornada laboral de 30 horas semanales, sacar a Bélgica de la OTAN e imponer un gran impuesto a los multimillonarios.
Bruselas--Actualizado a
"Primero las personas, no los beneficios”. Es el eslogan que define al Partido del Trabajo belga (PTB/PVDA), un caso sui generis en Europa por su reivindicación marxista. La base de todo su programa se vertebra sobre la defensa de la clase trabajadora ante la crítica de que hoy en día todo se “ha convertido en una mercancía”. Es uno de los partidos de extrema izquierda más exitosos del Viejo Continente.
“Las personas no son números. La sociedad no es una lotería. Somos mucho mejores que eso”, define en su carta de presentación. En una época global donde brotan los discursos ultranacionalistas y proteccionistas, la formación belga, que cuenta con unos 25.000 miembros en el país, apuesta por una filosofía donde se coloque a “las personas primero”.
En plena crisis de las fuerzas progresistas y de la izquierda radical, que no han sabido plantear alternativas al ascenso de los movimientos de extrema derecha, el partido que preside Raoul Hedebouw defiende una “izquierda consistente” que ponga a la clase trabajadora en el centro de la agenda y de las prioridades políticas. Desde Estados Unidos hasta Francia, buena parte del auge de los populismos se explica por el cambio de estrategia para llegar a las clases medias y más vulnerables. “No digas ser de izquierdas y actúes como de derechas como algunos políticos que ganan 10.000 euros mensuales”, contrapone Hedebouw, que se reivindica como un líder político que vive con el salario medio de un trabajador. “Si no vivimos como pensamos, acabamos pensando como vivimos”, afirma con frecuencia.
El partido fundado a comienzos de la década de los 70 denuncia que en la sociedad actual todo esté en venta: la salud, el empleo, la educación, el medio ambiente, la participación, la solidaridad internacional y la paz se sacrifican en aras del beneficio. Aboga, por ello, por un Socialismo 2.0 sustentando en eliminar “la explotación del hombre por el hombre y sin que el hombre se cargue la naturaleza”.
Una de sus medidas estrellas pasa por imponer impuestos a las multinacionales y a los millonarios. Su programa recoge un gravamen del 2% para las fortunas superiores a los 5 millones de euros y del 3% para aquellas que rebasen la barrera de los 10 millones. Calcula que la recaudación rondaría los 8.000 millones de euros que, defiende, deberían ser redirigidos a mejorar la seguridad social, los servicios públicos y la atención médica.
“La verdad es que siempre somos nosotros los que pagamos, nunca los ultraricos. La verdadera valentía es decir que no le corresponde a los trabajadores pagar. La verdadera valentía es hacer que el 1% más rico realmente pague. Porque este 1% se ha enriquecido a costa de los trabajadores en los últimos años”, esgrime Hedebouw. Sus iniciativas recogen también el salario mínimo de 2.800 euros brutos al mes, una jornada laboral de 30 horas semanales y el regreso a la edad de jubilación de 65 años.
En un país que cuenta con menos de 12 millones de habitantes, ostenta récord mundiales de días sin gobierno y suma coaliciones que aúnan hasta siete partidos, el PTB se presenta a sí mismo como el único partido nacional y bilingüe opuesto al separatismo flamenco.
El Partido del Trabajo es el cuarto más importante en Bélgica. En las elecciones a la comuna que se celebraron el pasado mes de octubre fue la opción más votada en los barrios de Mons, Forest y Molenbeek. Cuatro meses antes, en los comicios belgas de junio, fue la opción favorita de uno de cada diez ciudadanos belgas obteniendo 200.000 votos más que en 2019 y pasando de 12 a 15 escaños en el Parlamento federal.
En las pasadas elecciones de junio al Parlamento Europeo logró sumar dos eurodiputados, Marc Botanga y Rudi Kennes, ambos inscritos en el grupo de La Izquierda, del que forma parte Podemos. Botanga, que repite esta legislatura como diputado en la Eurocámara, ha hecho una campaña muy activa exponiendo “la hipocresía y la vergüenza” de la UE en el genocidio con Gaza y ha cargado contra la agenda política del segundo mandato encabezado por Ursula von der Leyen. “Trump anuncia su deseo de atacar a Europa. ¿Y qué hace Ursula von der Leyen en respuesta? Anuncia que quiere “intensificar” las relaciones con EEUU. Europa debe deshacerse del síndrome de Estocolmo que nos hace doblegarnos ante todas las exigencias estadounidenses”, afirmó esta semana desde el Pleno de Estrasburgo.
Durante la campaña electoral, afirmó que su prioridad era la desobediencia a las reglas presupuestarias europeas, aseguró que la adhesión de Ucrania a la UE no era “realista” ni “deseable”, defendió la salida de Bélgica de la OTAN -aunque no de la UE- y abogó por la celebración de referéndum estratégicos en temas que impacten de lleno en los ciudadanos europeos como “la austeridad”.
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