Budapest
Actualizado:Parecía uno de los últimos reductos que no cedía ante las reformas del Gobierno de Viktor Orbán, que tras ganar las elecciones en abril de 2018 no ha cesado de moldear todas las instituciones del Estado para aumentar su control. “Muchas instituciones publicas fueron cerradas y sobre las demás se usa la presión financiera para controlarlas”, comenta el sociólogo Péter Radó. La ultima batalla ha sido la Academia húngara, una red de institutos de investigación de la que forman parte alrededor de 5000 investigadores. Durante el mes de febrero miles de ellos salieron a protestar contra la reforma de la Academia que se traduciría en un control del Gobierno sobre sus proyectos de investigación. La Academia pasaría a estar tutelada por el Ministerio de la Innovación, subordinado al Ministerio de Recursos Humanos, un nuevo conglomerado confuso que engloba educación, sanidad, minorías y cultura, y cuyo Ministro, Miklós Kásler, defendía en 2018 que “Los Diez mandamientos pueden ser un programa de salud publica”.
Serán unos burócratas quienes vayan a decidir qué vale la pena investigarse y qué no” aclara Radó
El pasado viernes, el presidente de la Academia Húngara László Lovász acordó con el representante del Ministerio de Innovación y Tecnología la creación de un organismo oficial de control, del cual formarán parte sobre todo científicos, que decidirá sobre el funcionamiento de la Academia. En la práctica, miembros de la comunidad académica lo han considerado como una forma de rendirse ante la presión gubernamental. “Lo que quieren ahora es establecer un mecanismo mediante el cual el Ministerio financie de forma directa cada uno de los institutos en función de la rentabilidad que se le otorgue o de la red clientelar de intereses que se pueda establecer con los determinados institutos. Eso significa que serán unos burócratas quienes vayan a decidir qué vale la pena investigarse y qué no” aclara Radó.
La reforma y el control de la educación se iniciaron en 2018, empezando por el cierre de la Universidad Central Europea, llamada por el Gobierno “la Universidad de Soros”, e incluida en el primer grupo de medidas, las leyes del paquete Stop Soros, que han restringido también la presencia de las ONG en el país. En la Universidad Centroeuropea, la primera que sucumbió a las reformas del Gobierno, habían funcionado dos programas que becaban a personas con estatuto de refugiado y a los jóvenes romaníes respectivamente, para seguir sus estudios de Master. Ambos programas ya se han visto forzados a trasladarse a Viena. En un comunicado emitido esta semana por Michael Ignatieff , el Rector de la Universidad declaraba que "la Universidad ha sido forzada a salir de Hungría.”
A ello le siguió el cierre de los estudios de género y el control sobre la educación preuniversitaria donde muchas escuelas han pasado a estar gestionadas por la iglesia, en un país donde, por su pasado, la iglesia nunca se había inmiscuido en el espacio público. ‘Hoy por hoy se trata ya de un régimen autocrático. Lo controlan todo, los medios, la educación, la justicia”, explica Radó.
Del “enemigo interno” a la conquista del Estado
Viktor Orbán ganó las elecciones haciendo una campaña xenófoba. No obstante, antes de 2018 y durante el mismo año, diferentes programas del mismo Gobierno concedían el derecho a residir legalmente en Hungría a cambio de la compra de bonos del Estado, de inversiones o de “otras razones”, sin especificar. Entre los beneficiarios se encontraban personas cercanas a Bashar Al Assad u hombres de negocios de Rusia implicados en diferentes escándalos, según desvelo el medio húngaro Direkt36. Al mismo tiempo, en 2018 solo 64 personas obtuvieron estatuto de refugiado en Hungría según los datos de la Amnistía Internacional de Hungría.
Tras los inmigrantes, el siguiente “enemigo interno” lo formaron las mujeres, seguido por el mundo universitario y los trabajadores. Recientemente, Viktor Orbán alardeaba de un programa de bajada de impuestos para las mujeres que tengan más de cuatro hijos. “Han avanzado muy rápidamente en controlarlo todo desde que ganaron las elecciones el año pasado”, sigue Rado.
“La lucha contra las instituciones independientes se inició hace varios años, pero ha culminado solo ahora”, completa Pál Ács, doctor en ciencias y miembro de la Academia Húngara. “Además, existe el peligro de una supervisión ideológica para los institutos de sociología o historia, ya que se pueden financiar los proyectos en función de lo que defiendan o no las orientaciones gubernamentales.” prosigue Ács.
El economista Geröcs Tamás está preocupado por su futuro y por cómo afrontar esta deriva autoritaria: “Nadie sabe cómo va a evolucionar eso"
Un joven investigador, el economista Geröcs Tamás está preocupado por su futuro y por cómo afrontar esta deriva autoritaria. “Nadie sabe cómo va a evolucionar eso. Hay protestas, pero no sabemos qué les seguirá”, declara.
Ante la multitud de reformas y el cada vez más intenso control por parte del Gobierno, tanto los trabajadores como los estudiantes o los investigadores se plantean las estrategias para organizar una oposición.
A pesar de que en el mes de enero por primera vez la ley de la esclavitud, la obligación de hacer hasta 400 horas extra, había juntado a toda la oposición en la calle, la convocatoria de huelga general propuesta para marzo ha perdido fuelle.
Esta semana ha dado comienzo a una huelga indefinida en la fabrica de Dunaújváros que produce ruedas de caucho para Hankook y el 6 de marzo se declaraba otra huelga en una fabrica de tubos de escape para automóviles en Oroszlány.
“Será un proceso largo conseguir unirlos a todos, porque ha habido diferentes ataques a todos los sectores”, explica el investigador Geröcs Tamás. Aunque en el mes de enero el Gobierno de Orbán parecía encontrarse bajo estado de sitio por las masivas manifestaciones organizadas por los sindicatos de trabajadores, las mayores protestas que el Gobierno había afrontado desde que se encuentra en el poder, el descontento no ha conseguido por ahora canalizarse.
Tampoco ayuda el contexto internacional, donde el Gobierno mantiene las relaciones con varios países, en función de sus intereses económicos, sin que influya su deriva autoritaria a nivel interno. En el mes de febrero, el secretario de Estado de EE.UU. Mike Pompeo aterrizaba a Budapest en el marco de una gira que pretendía consolidar la presencia de EE.UU. en Europa del Este ante Rusia y China. En ese mismo mes, Rusia avanzaba en las negociaciones para abrir en Budapest un banco que quedaba excluido del control de las autoridades húngaras.
La oposición política parece quedar anulada, dado que tanto el mundo económico como las instituciones están controladas a fecha de hoy en su totalidad por el Gobierno. “De acuerdo, no estamos en la cárcel, pero estamos en un sistema autoritario”, remata el investigador Ács.
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