La posible utilización de armas prohibidas en los ataques lanzados por Rusia está ya sobre la mesa. Human Rights Watch (HRW) ha denunciado que el jueves, pocas horas después del inicio de la guerra, un misil balístico ruso con munición de racimo impactó en las afueras de un hospital en Vuhledar, una ciudad en la región de Donetsk controlada por el Gobierno ucraniano.

Según HRW, el ataque mató a cuatro civiles e hirió a otros 10, seis de ellos trabajadores sanitarios, al tiempo que provocó daños en el edificio y en vehículos, entre ellos una ambulancia.

La organización internacional entrevistó por teléfono  a un médico y un funcionario del hospital, conocido como Central City Hospital, "quienes dieron los nombres de los heridos o muertos y compartieron fotografías de dos de las personas fallecidas".

HRW también verificó fotografías publicadas en las redes sociales o enviadas directamente por el personal del hospital que muestran los daños del ataque, incluidos dos cadáveres y los restos del arma que se habría utilizado en este ataque, un misil balístico Tochka 9M79 con una ojiva de racimo 9N123.

Aunque las bombas de racimo se prohibieron en una resolución de la ONU adoptada en 2008 y que entró en efecto en 2010, ni Ucrania ni Rusia forman parte de los 110 países que la ratificaron. 

"Este ataque cruel ha matado y herido a civiles y dañado un hospital", dijo Steve Goose, portavoz de HRW. "Las fuerzas rusas deben dejar de usar municiones en racimo y poner fin a los ataques ilegales con armas que matan y mutilan indiscriminadamente", reclamó.

Según investigaciones de HRW, las bombas de racimo ya fueron utilizadas tanto por el Gobierno de Ucrania como por los grupos armados apoyados por Rusia en los enfrentamientos del este de Ucrania entre julio de 2014 y febrero de 2015.