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Guerra de Siria Decapitaciones, lapidaciones y bombas: el trauma de los niños de Raqqa

Los niños del principal bastión del Estado Islámico en Siria necesitan apoyo psicológico para superar el drama que han dejado atrás, recuerda Save de Children.

Dos niños de Raqq, en el campo de refugiados de Ain Issa, al norte. REUTERS

europa press

Decapitaciones, lapidaciones, flagelaciones y amputaciones. Estos son algunos de los horrores a los que se han enfrentado los niños de Raqqa, principal bastión de Estado Islámico en Siria, a los que ahora se suman además los bombardeos de la coalición internacional que busca arrebatar la ciudad.

Save the Children recuerda que necesitan apoyo psicológico para poder superar el trauma que han vivido. De lo contrario, las cicatrices invisibles que todos ellos presentan podrían tardar años o incluso décadas en curarse.

A sus 13 años, Raashida ha visto cosas que nunca debería haber visto. "El Estado Islámico decapitó a gente y dejó sus cuerpos en el suelo", cuenta a Save the Children en el campo para desplazados de Ain Issa, en el que reside junto a su familia desde hace algo más de tres meses.

Lo que vio le impactó tanto que no podía superarlo. "Quería dormir, pero no podía cuando me acordaba de lo que había visto", relata, asegurando que se quedaba despierta porque tenía miedo. "Ahora duermo con normalidad porque aquí no decapitan a nadie", precisa.

Su testimonio sobre lo vivido en Raqqa es similar al de Faridah, también de 13 años y que reside igualmente con su familia en Ain Issa. "Si una mujer hace algo mal el Estado Islámico la lapida. Y si alguien fuma, le cortan los dedos de la mano usada para fumar", recuerda la adolescente.

En un caso, añade, hubo un hombre al que "le cosieron la boca" por algo que había dicho sobre el Estado Islámico. "Y mientras le flagelaban, le salía sangre de la boca. Pobre hombre", rememora Faridah, cuyo hermano de dos años resultó herido en la cabeza por una esquirla tras un bombardeo aéreo.

Atrapados sin jugar ni estudiar

Pero no solo los actos de violencia vividos han dejado mella en los miles de niños de Raqqa, sino que la falta de oportunidades también ha contribuido a su desesperación, tras verse obligados a permanecer en sus casas durante meses, sin posibilidad de salir a la calle a jugar o de ir a la escuela, subraya Save the Children en un comunicado.

En esta ciudad del norte de Siria, los parques y otros espacios públicos se han convertido en terrenos de ejecución en los que se abandonan cabezas decapitadas y cuerpos en descomposición. Los bombardeos aéreos que se han intensificado en las últimas semanas han empeorado aún más la situación de las familias, obligadas a hacer una decisión imposible, según la ONG: quedarse y arriesgarse a ser bombardeados o marcharse y arriesgarse a que les maten de un tiro los milicianos o una mina terrestre.

"En Raqqa ya no hay infancia", se lamenta Aoun, el padre de Raashida. "Ya no hay escuelas, ni juguetes, y aunque los niños quisieran ir a la escuela allí solo les van a enseñar cómo luchar (...) pero no es una educación de verdad", subraya.
"Las escuelas pertenecen al Estado Islámico y su educación es sobre los fundamentos de la religión y sembrar sus ideas de combatir en los niños", se lamenta este padre de cinco hijos que huyó con su familia después de que la casa de sus vecinos fuera bombardeada y todos murieran. La suya también ha sido destruida tras su marcha.

"Sólo enseñan sobre la yihad"

Para Aoun, es especialmente doloroso el que sus hijos no puedan ir a la escuela, pese a estar en edad escolar. Uno de ellos, cuenta, tendría que estar en el último año de primaria, "todavía no sabe ni leer ni escribir" ya que lleva seis años sin ir a la escuela. Raashida intentó ir durante un mes pero desistió porque "todo lo que enseñan es sobre la yihad y las sirenas del cielo y esas cosas". Ahora, lo único que quiere es una "educación organizada y recogida" porque sabe que es importante para su futuro.

Un reciente estudio realizado por Save the Children sobre la salud mental de los niños que han conseguido escapar del Estado Islámico en el norte de Irak puso de manifiesto que estos mostraban signos de "estrés tóxico", es decir, un peligroso estado en el que el cuerpo está en constante 'lucha' o en modo de 'lucha'. El 90% de los niños consultados había perdido a al menos un miembro de su familia porque había muerto, se habían visto separados en la huida o había sido secuestrado.

Aunque buena parte de los 300.000 habitantes que se calcula que tenía Raqqa han huido en los últimos meses, se estima que aún siguen atrapadas en ella entre 18.000 y 25.000 personas, casi la mitad de las cuales serían niños, sin que se tenga información de primera mano sobre la situación en la que se encuentran, ante la falta de acceso de las organizaciones humanitarias.

Dado que se espera que la ofensiva para arrebatar la ciudad al Estado Islámico se intensifique en las próximas semanas, Save the Children reclama que se dé prioridad a la protección de los niños "atrapados en los horrores de la guerra", y que se permita a la población civil abandonar la ciudad de forma segura y no ser usada como escudos humanos por los milicianos.

"Los niños deben ser capaces de abandonar Raqqa sin miedo a la violencia o la muerte, o verse obligados a caminar durante días a través de campos minados para llegar a un lugar seguro", defiende la directora de Save the Children en Siria, Sonia Khush.

Apoyo para afrontar el truma

La responsable de la ONG sostiene que es "crucial que los niños que han conseguido escapar con vida reciban el apoyo psicológico que les ayude a afrontar el trauma de ser testigos de una violencia y brutalidad despiadadas".
"Puede que los niños de Raqqa parezcan normales por fuera pero por dentro muchos están atormentados por lo que han visto", insiste Khush, subrayando que estos niños "no pidieron las pesadillas y los recuerdos de ver a sus seres queridos morir delante de ellos".

"Corremos el riesgo de condenar a una generación de niños a una vida de sufrimiento a menos que sus necesidades de salud mental sean abordadas", recalca la responsable de Save the Children.

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