Este artículo se publicó hace 14 años.
Obama ofrece un tímido respaldo al Dalai Lama
El presidente de EEUU desoye las protestas chinas y recibe al líder espiritual tibetano en la Casa Blanca. El mandatario apoya la identidad cultural del Tíbet e insta a que se reanude el diálogo
Isabel Piquer
En comunicado oficial y con palabras muy comedidas, Barack Obama mostró su tímido respaldo a la causa tibetana, tras entrevistarse por primera vez con el Dalai Lama en la Casa Blanca reunión que se aplazó el pasado otoño para no provocar al Gobierno chino y animó a las dos partes a seguir dialogando.
Poco después del encuentro, que se captó en una foto oficial nada de declaraciones conjuntas ni cámaras de televisión la Casa Blanca hizo público un comunicado muy neutro. "El presidente manifestó su apoyo a la preservación de la identidad religiosa, cultural y lingüística del Tíbet y la protección de los derechos humanos del pueblo tibetano en la República China". Obama "alabó" la decisión del Dalai Lama de optar por una "vía intermedia" para defender sus ideas, "su compromiso con la no violencia" y el hecho de que siga "manteniendo un diálogo con el Gobierno chino".
Obama alaba "el compromiso con la no violencia" del líder tibetano
El comunicado subrayó que Obama "sigue animando constantemente a las dos partes a que hablen directamente para tratar de resolver sus diferencias" y se mostró "satisfecho por la reanudación de las conversaciones". Los dos dirigentes, según esa nota oficial, "estuvieron de acuerdo en subrayar la importancia de una relación positiva basada en la cooperación entre Estados Unidos y China".
A su salida de la Casa Blanca, en la nieve de Washington, el líder espiritual tibetano se declaró "muy contento" por haber mantenido la reunión. En declaraciones a la prensa, el Dalai Lama aseguró que durante el encuentro, que duró una hora y sin la presencia de los medios, Obama le garantizó su "apoyo".
Para evitar herir más de lo necesario las susceptibilidades chinas, el encuentro se celebró en la Sala de Mapas, y no en el Despacho Oval, centro neurálgico de la presidencia, donde la foto de un apretón de manos hubiera sido percibido por Pekín como una provocación adicional.
El Dalai Lama es recibido en la Sala de Mapas, no en el Despacho Oval
En lenguaje diplomático, Obama se situó así a medio camino entre George W. Bush, quien recibió al líder tibetano públicamente en 2007, cuando además recibió la Medalla de Honor del Congreso, y Bill Clinton, que solía celebrar las entrevistas en el ala privada de la Casa Blanca para quitarle todo carácter oficial.
La visita debía haberse celebrado el pasado octubre, pero la Casa Blanca prefirió aplazarla hasta después del viaje de Obama a China, en noviembre, con la esperanza de aplacar las protestas de Pekín. Sin mucho éxito. El Ministerio de Relaciones Exteriores chino pidió repetidamente a Washington que anulara el encuentro, advirtiendo que "minaría seriamente las relaciones entre ambos países".
Al final, el aplazamiento consiguió enfurecer tanto a los partidarios como a los detractores del Dalai Lama. Era la primera vez que un presidente no recibía a un líder tibetano de visita a Washington en su primer año de gobierno.
Relaciones deterioradasEl equipo de Obama decidió asumir las consecuencias diplomáticas. "Las autoridades chinas sabían de este encuentro; su reacción es su reacción", dijo resignado el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, en vísperas de la entrevista.
"Las autoridades chinas sabían de este encuentro; su reacción es su reacción"
Las relaciones entre Washington y Pekín se han deteriorado enormemente en las últimas semanas. A principios de este mes, Obama acusó al Gobierno de Hu Jintao de manipular su divisa y distorsionar los acuerdos comerciales.
Pekín, por su parte, protestó enérgicamente por la reciente venta estadounidense de armas a Taiwán por valor de 6.400 millones de dólares.
Ambos países mantienen además otras disputas, como la amenaza de Google de retirarse de China, y diferentes enfoques diplomáticos, especialmente sobre el tema nuclear iraní, donde Pekín continúa privilegiando la vía del diálogo, cuando Estados Unidos ya está preparando el terreno diplomático para aprobar nuevas sanciones. Washington también teme que China no asista a la reunión sobre desarme nuclear que Obama tiene previsto celebrar en abril.
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