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Isabel Vila, la sindicalista irreverente que cambió la escuela catalana

Núria Bassa y Toni Strubell rescatan una de las figuras primordiales para entender los procesos emancipadores que las trabajadoras catalanas vivieron durante el Sexenio republicano, en el libro 'Isabel Vila, la primera sindicalista catalana'.

Una il·lustració que retrata a la sindicalista Isabel Vila al capdavant d'una manifestació obrera.
Una ilustración que retrata a la sindicalista Isabel Vila encabezando una manifestación obrera. Pilarín Bayés

Hay que remontarse a 1857, cuando con sólo 14 años, Isabel Vila se puso a trabajar mientras ocupaba el tiempo libre atendiendo a los enfermos del socorro mutuo del municipio catalán de Llagostera. A este municipio gerundense, centro de la industria corcho-taponera de Catalunya, se había trasladado con la familia a raíz de la crisis económica que golpeaba la comarca. Así fue como aquella chica -proveniente desde otro pueblo de Girona, Calonge, donde los Vila se habían abierto camino extrayendo corcho de los encinares que poblaban los montes de la zona de les Gavarres- se imbuyó de los ambientes obreros, que para suplir la carencia de una seguridad social habían creado los socorros mutuos y otras organizaciones similares.

Sumergida en ese entorno, Isabel Vila sacó horas para aprender a leer y escribir. "Tenía las ideas muy claras, era rebelde y dispuesta a ir a contracorriente para conseguir ser maestra algún día". Así narran Núria Bassa y Toni Strubell los primeros pasos de esta activista, de la que han condensado la biografía en el libro Isabel Vila, la primera sindicalista catalana. Una obra ilustrada por la reconocida y popular dibujante Pilarín Bayés, que repasa el periplo de quien, en el transcurso de aquellas décadas, se convirtió en una referencia entre los movimientos sociales y obreristas del país.

Isabel Cinco Horas

Durante el siglo XIX y el primer tercio del XX fueron varias las mujeres que lideraron las luchas obreras en Catalunya. Gracias a ellas, se conquistaron derechos que permitieron un mayor reconocimiento de las mujeres en los distintos sectores productivos y otros ámbitos de la vida pública. Entre las más conocidas, cabe citar la secretaria de la Federación Española de Trabajadores, Teresa Claramunt (1862-1931); la internacionalista Francesca Saperas (1851-1933); la cenetista Llibertat Ródenas (1892-1970), así como la anarcosindicalista y ministra de la Segunda República Española Federica Montseny (1905-1994).

En esta generación también encontramos a Isabel Vila, que, a pesar de no haber trascendido en la historiografía oficial, fue clave en la defensa de los intereses de los trabajadores y de los valores republicanos. De hecho, entre sus primeras acciones, sobresale el impulso de un manifiesto contra las quintas, el sistema de reclutamiento militar de jóvenes con el que el nuevo gobierno del Sexenio republicano (1868-1874) pretendía engrosar las milicias que combatían en las guerras que había en Marruecos, Filipinas y otros territorios de ultramar.

La ascendencia de Vila entre las capas populares fue clave para que 800 mujeres de Llagostera suscribieran ese documento. "Su papel podemos intuirlo plenamente", explican Núria Bassa y Toni Strubell, que califican de excepcional la adhesión que provocó la iniciativa, todavía más cuando la población apenas superaba los 3.000 habitantes.

Más adelante, el libro se detiene en las campañas que Vila encabezó para exigir el derecho de los niños –sobre todo de las niñas– a recibir educación, y la que proponía reducir a cinco horas la jornada laboral a los menores de 13 años que trabajaban en las fábricas de la comarca. Una demanda por la que pasó a ser conocida como Isabel Cinco Horas.

También en esos años protagonizó el levantamiento republicano del Foc de la Bisbal. Con otras enfermeras y un grupo de 3.000 hombres liderados por el diputado Pere Caimó, en 1869 emprendió una marcha de Llagostera hasta Cassà de la Selva para defender la República Democrática Federal.

De la Internacional a las aulas

Si bien la insurrección de La Bisbal d'Empordà fracasó, esto no impidió que Isabel Vila siguiera comprometida con los sectores populares. En 1871 se enroló en el sindicato del corcho que se había formado en Sant Feliu de Guíxols, para seguidamente entrar en el núcleo de Llagostera impulsado por la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), de la que fue secretaria. "Precisamente este puesto de responsabilidad hace que se la considere la primera sindicalista catalana", apuntan Bassa y Strubell.

Desgraciadamente, el golpe de Estado del general Pavía en 1874 truncó su actividad militante, ya que al conocer la orden de detención que pesaba sobre ella, se exilió a la ciudad occitana de Carcassona, en Francia, donde los Muntada, unos amigos de su madre, le dieron trabajo como contable en la fábrica de corcho que regentaban. En total, su estancia en la zona del Llenguadoc se prolongó seis años, durante los cuales Vila cursó estudios de magisterio con el objetivo de recuperar la vieja idea de ser maestra, cuando la situación en España lo permitiera, algo que no se produjo hasta 1880.

Aprovechando que la represión a la disidencia se había suavizado, Isabel Vila traspasó la frontera para establecerse en Barcelona, donde fundó una escuela situada en la calle Consell de Cent, para al cabo de un año, y fruto del prestigio que había adquirido, aceptar la oferta de hacerse cargo de la escuela del Centre Republicà de Sabadell, un colegio de régimen cooperativo que había fundado gente de ideología republicana, masones, sindicalistas y familias trabajadoras. Tal y como señalan Bassa y Strubell, su aportación en el ámbito pedagógico marcó toda una época, ya que, "además de romper la máxima de que ninguna mujer podía dirigir una escuela, contribuyó a que las alumnas cursaran asignaturas que hasta entonces sólo estaban reservadas a los chicos".

Un retrat d'Isabel Vila fet amb dibuix.
Un retrato de Isabel Vila hecho dibujo. — Pilarín Bayés.

Como directora del colegio aguantó los ataques de la Iglesia y de las autoridades municipales, así como la dimisión de tres maestros que practicaban el espiritismo. Pero ni esos obstáculos, ni tampoco la crisis económica que asoló la ciudad catalana de la comarca del Vallès en 1883, la desviaron de su "santa causa", como definía la labor docente. Sólo la muerte, sobrevenida por un accidente vascular el 23 de diciembre de 1896, interrumpió una trayectoria que la historiografía apenas dignificó durante el siglo XX.

Sólo en 1990 el sociolingüista y exsenador de ERC Francesc Ferrer i Gironès escribió dos libros que glosan a Isabel Vila, de los que más tarde surgió el musical IsaVel (2013), de Antoni Mas y Enric Planella, y el monólogo Isabel Cinc Hores (2019), que Toni Strubell recita junto a la actriz Carme Sansa.

A estas aportaciones se han sumado la inauguración de calles y plazas que llevan su nombre y, este año, la 25ª edición de la Caminata Memorial Isabel Vila, en recuerdo de la marcha de la revuelta conocida como el Foc de la Bisbal; el libro El Federal, de Sebastià Alzamora, e Isabel Vila, la primera sindicalista catalana, donde bajo los dibujos de Pilarín Bayés, Núria Bassa y Toni Strubell esbozan el perfil de una mujer inquieta, comprometida y clave en la lucha por los derechos civiles y sociales de Catalunya.

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