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La batalla del Partido Popular (PP) por el poder que pretende liderar Pablo Casado comienza a acelerarse en 2022. El ciclo electoral se abre pronto, el 13 de febrero, tras el anuncio de elecciones anticipadas realizado por Alfonso Fernández Mañueco en Castilla y León. Le seguirá, presumiblemente, Andalucía, bien en junio o en octubre según lo transmitido hasta el momento por Juanma Moreno. Para el líder del PP será muy importante saber qué tipo de relación quiere mantener con Vox. Dependerá mucho de la aritmética parlamentaria, aunque todo apunta a que los necesitarán en ambos casos para gobernar. Está por ver si dentro, o fuera. A Casado tampoco se le puede olvidar que empieza la disputa con Isabel Díaz Ayuso, que debe resolverse también este año.
La dirección nacional de Génova va a volcarse con las elecciones autonómicas para volver a hacer presidente a Mañueco. La convocatoria del presidente castellano-leonés ha vuelto a poner de relieve la guerra que mantienen los populares con Ciudadanos. Las acusaciones cruzadas entre Casado y la líder del partido naranja, Inés Arrimadas, han subido de tono. La desconfianza es total, especialmente desde la moción de censura fallida en Murcia. El hasta ahora vicepresidente, Francisco Igea, un verso suelto en Cs, tratará de salvar a su partido.
La puntilla a Cs, si se cumplen los pronósticos de las encuestas publicadas hasta el momento, puede revalorizar por completo el papel del partido ultraderechista Vox. En el PP son conscientes de las altísimas probabilidades que hay en necesitar a los de Santiago Abascal para gobernar. Los populares no han aclarado de forma directa si rechazarían una entrada de Vox en sus Ejecutivos. Sí que han incidido en que sus preferencias son gobernar en solitario, una obviedad lógica. Y han deslizado que incluso antes de una coalición con Vox preferirían una "gran coalición" con el PSOE, pero sin Pedro Sánchez al frente.
El PP no oculta que estos comicios se jugarán también en clave nacional. El presidente autonómico ha empezado la precampaña con multitud de referencias al presidente del Gobierno estatal. Dice que la ciudadanía de Castilla y León debe elegir entre "sanchismo o futuro". "Voy a pararle los pies a Sánchez", dijo Mañueco en un acto celebrado en Palencia. De hecho, desde Cs enmarcan la decisión de romper con ellos por presiones de Génova y como una manera de tapar su crisis interna, revalorizar a Casado y minimizar los posibles impactos del horizonte judicial que Mañueco tiene por delante.
La relación con Vox y Cs se pondrá a prueba también en Andalucía. Todavía no está claro si habrá adelanto electoral en esa Comunidad Autónoma, aunque el presidente de la Junta ha puesto sobre la mesa las posibles fechas de octubre o junio. La situación allí es distinta. La confianza entre Moreno y Juan Marín, vicepresidente de Cs, parece a prueba de bombas, filtraciones y presiones. Es el único Gobierno de coalición autonómico entre ambos partidos que aguanta, tras lo ocurrido en Murcia, Madrid y Castilla y León. De hecho, en el territorio se ha deslizado la idea de una posible coalición que en Génova rechazan tajantemente.
Si ese paso no se diera, Cs se enfrentaría a una nueva bola de partido para su supervivencia política. El efecto de lo que ocurra en Castilla y León puede ser determinante para las elecciones en Andalucía. Y de nuevo el papel de Vox será mirado con lupa, en una región en la que la ultraderecha se ha enfrentado directamente con el Gobierno. Una estrategia en la que los de Abascal han querido hurgar en la herida interna de los populares, en su propio beneficio, para potenciar a Ayuso y desgastar a Casado.
Los sondeos en ambas comunidades autónomas les son claramente favorables. En los dos territorios ganarían de forma holgada las elecciones, aunque sin mayoría absoluta. Necesitarían a Vox para gobernar. En Génova no contemplan otro escenario que no sea el de gobernar, conscientes del impulso que podría suponer para el liderazgo de Casado. Conscientes de la importancia, Mañueco fue el único líder autonómico que se desplazó a Madrid para compartir con el resto de la dirección nacional una reunión de fin de año. El presidente de Castilla y León se había dejado ver previamente en varios encuentros en la capital también, anticipando de algún modo su especial protagonismo.
La estrategia de Casado con la fuerza ultraderechista no está nada clara. Desde la foto de Colón en 2019 hasta hoy han sido varios los virajes. Especialmente llamativo fue el discurso realizado por el líder del PP en la moción de censura que presentó Vox contra Sánchez en 2020. Desde ese momento las relaciones han empeorado, se han evitado imágenes conjuntas y la tensión en los territorios se ha visto, excepto en el Madrid de Ayuso. A la vez, Casado se ha vuelto a quitar en varias ocasiones el traje de moderado y ha recuperado un discurso duro para atraer a posibles votantes de la extrema derecha. Así lo demostró en el cierre de su Convención Nacional en Valencia. Lo que pasará este ciclo electoral es una incógnita.
La guerra con Ayuso, sin resolver
Y es que el liderazgo de Casado no es del todo sólido. El año 2021 ha destapado definitivamente la guerra total con la presidenta de la Comunidad de Madrid. La razón es, por el momento, controlar el PP de Madrid. La historia es ya conocida y ha copado titulares y prácticamente el día a día de los populares desde el pasado verano. Pero el tema está todavía lejos de resolverse, aunque Casado afirmara en su balance de fin de año que las "cuestiones orgánicas no les importan nada a los españoles".
Lo primero que se tendrá que determinar es la fecha definitiva del cónclave madrileño. La apuesta de Ayuso y su equipo era hacerlo cuanto antes. En Génova no han cedido con el calendario y el congreso parece que se celebrará en mayo o junio. Pese con las presiones incesantes de la Puerta del Sol, la primera batalla concreta la ganó Casado.
La otra clave a resolver será si habrá una candidatura alternativa a Ayuso en las primarias para liderar el partido. La opción preferida por Génova era apostar por una tercera vía para evitar que Ayuso liderara el partido pero tampoco lo hiciera otro dirigente fuerte del PP, que no es otro que el alcalde y portavoz nacional José Luis Martínez-Almeida.
La tensión entre ambos bloques no ha parado ni siquiera en Navidades. De hecho, una de las última polémicas sonadas ha tenido que ver con estas fiestas y la gestión del coronavirus. Las relaciones personales se han enturbiado, algo que se palpa en las conversaciones con algunos de los actores implicados de forma directa o indirecta. Unos y otros se culpan mutuamente de la guerra, mirando hacia el secretario general del PP, Teo García Egea o al jefe de gabinete de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez, según corresponda. La sensación en este comienzo de año es que la batalla se acerca a lo inevitable, que serían unas primarias entre Génova y Ayuso.
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