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Actualizado:“Si persiste en esta actitud es probable que se tome alguna medida desde el Comité Ejecutivo Nacional”. Esta frase, pronunciada por el diputado Alejandro Hernández el pasado mes de junio, en medio de la gran bronca que había desatado el post delirante y machista de su jefe de filas, Francisco Serrano, marcó el inicio de una nueva etapa en Vox en Andalucía: provocó un cambio de hecho en la dirección del grupo parlamentario.
A partir de ese momento, Serrano, exmagistrado condenado por prevaricación, luego rehabilitado por el Supremo, la cara visible del partido de ultraderecha en la Comunidad, dos veces candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía, pasó a un discreto segundo plano. Serrano se dio de baja por un periodo prudencial para evitar lo que llamó “una persecución” y a la vuelta del verano, regresó al escaño.
Y, aunque nominalmente sigue siendo el presidente del grupo, el líder, por tanto, quien da la cara ante los medios de comunicación todos los miércoles y quien fija la posición del partido es Hernández, un tipo serio, frío y cerebral, la materia gris de Vox en Andalucía.
Desde entonces, desde aquel día de junio, Serrano no pasa por su mejor momento político. Aun es pronto para saber si repetirá por tercera vez como el representante, el rostro de Santiago Abascal, el creador del partido, en las próximas autonómicas. El debate no se ha producido y las elecciones están muy lejos después de que Vox le aprobase dos presupuestos en un año al Gobierno de coalición de PP y Ciudadanos.
Biowood Niebla
La polémica –debido a su obsesión antifeminista– que produjo su paso a un segundo plano, no es la única mancha en su historial. A raíz de las revelaciones del periodista Ángel Munárriz en Infolibre.es y del portavoz de Facua, Rubén Sánchez, la Fiscalía abrió hace unas semanas una investigación por un posible fraude en subvenciones que Serrano pudo haber cometido junto a otro socio.
Biowood Niebla, una empresa de Serrano, recibió un préstamo del Ministerio de Industria de 2,4 millones en 2016 que habría obtenido falseando el capital del que disponía para un proyecto -una fábrica- que jamás se ha ejecutado.
Así pues, Serrano, después de haber disfrutado de las mieles de cierta gloria, anda ahora en horas bajas apenas un año después de aquella noche del 2 de diciembre de 2018 en que la ultraderecha, con su rostro en los carteles, regresó a las instituciones por primera vez desde la transición, y, con sus decisivos 12 diputados, acabó con la hegemonía del PSOE en Andalucía.
Es Hernández quien ha asumido la responsabilidad hacia afuera en Vox en este tiempo. El diputado demostró sangre fría en el debate presupuestario del mes de julio en que llevó hasta el límite el veto al primer presupuesto elaborado por un gobierno de derechas en la Comunidad. Luego, con el beneplácito del líder Santiago Abascal, quien centraliza todas las decisiones estratégicas del partido, ha reconducido la situación y Vox mantiene en Andalucía una posición respecto a PP y Ciudadanos bien diferente que la de Madrid.
Para sus interlocutores en PP y Ciudadanos, Hernández es por el momento una garantía. Incluso, cuando le toca ser duro con sus socios, el portavoz de Vox no se olvida de darle cera a la izquierda. Así sucedió a cuenta de la bronca por el déficit de Andalucía, que el presidente Juanma Moreno lanzó hace unas semanas. Mientras Hernández le recordaba al Ejecutivo la necesidad de ser leal con sus socios imprescindibles, con la otra mano arremetía contra la izquierda.
Normalización
A lo largo de este año, en paralelo a la caída de su líder, Vox ha crecido en Andalucía y ha engullido prácticamente a Ciudadanos, hasta el punto de que en las últimas elecciones generales se quedó a solo unos miles de votos del PP.
Las aguas tranquilas, las palabras medidas de Hernández, quien, aunque opina a menudo, evita los exabruptos, y, sobre todo, la normalización del discurso antifeminista y xenófobo de Vox a la que se han aplicado PP y Ciudadanos le está viniendo de perlas al partido de ultraderecha.
La última reclamación de Hernández, cuya batalla fundamental ha ido encaminada a buscar la legitimación de su fuerza política, a centrarla, no en el fondo, sino en las formas, ha sido la de intentar evitar que en el Canal Sur, la radiotelevisión pública de Andalucía, se les denomine como una fuerza de ultraderecha.
Serrano, desde su regreso, tras la depresión en la que se sumió después del ruido y la furia que generó aquel post en Facebook, Serrano ha retomado su actividad como diputado –lleva 42 iniciativas parlamentarias en esta legislatura, según los datos oficiales, una cifra que no es descabellada, si se la compara con otros presidentes de grupos parlamentarios– y mantiene intactas todas sus obsesiones. El propio Hernández le ha defendido en alguna ocasión de los ataques políticos que se han lanzado contra Serrano.
Sin embargo, el modo en que Serrano las expresa ya se acerca a lo políticamente correcto y se enmarca en la línea que marca su partido, que en Andalucía, desde el mes de junio, la fija Alejandro Hernández.
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