madrid
Actualizado:Si algo se repite como un mantra en la política española es que la derecha gestiona mejor económicamente que la izquierda los recursos públicos. No siempre es así: la historia reciente de la Empresa de Servicios Municipales de Alcorcón (Esmasa), la sociedad pública encargada de la limpieza y de la gestión de los servicios municipales de la ciudad madrileña, es la mejor prueba de que ese axioma no siempre se cumple. Desde que la izquierda gobierna en Alcorcón gracias al pacto entre PSOE y Ganar Alcorcón, la candidatura de unidad popular vinculada a Podemos, la única empresa pública del municipio ha pasado de estar al borde de la quiebra y ser carne de privatización cuando gobernaba el PP a ser un modelo de gestión pública.
La situación de Esmasa ha dado un giro de 180 grados en apenas año y medio. Con un presupuesto que ronda los 30 millones de euros al año, las cifras económicas no admiten discusión: en 2017 cuando aún gobernaba el PP con David Pérez al frente del Ayuntamiento, Esmasa perdió 1,9 millones de euros. La situación mejoró algo en 2018, con un beneficio de 506.141 euros; en 2019 la empresa ganó 425.810 euros, pero fue en 2020, el primer año gestionado íntegramente por el nuevo equipo de Gobierno, cuando los beneficios de la empresa pública se dispararon hasta los 2,5 millones de euros.
No sólo es una cuestión de números: en el último año se ha contratado a un centenar de trabajadores, hasta llegar a los 500 en total, al tiempo que la empresa se ha modernizado y ha mejorado notablemente la limpieza en las calles de Alcorcón.
Hace algo menos de dos años la situación era bien distinta: esta población al sur de Madrid estuvo en los titulares de prensa por la cantidad de residuos y desperdicios que se agolpaban en sus calles ante la indignación de los vecinos y la incapacidad del Ayuntamiento para solventar la situación. Era un problema crónico una ciudad que "estaba enterrada en basura", según fuentes de Podemos. Especialmente llamativo resultó el número de colchones que se acumulaban en las calles del municipio, tantos que la situación resultaba cómica. Entonces Esmasa no era ni la sombra de lo que es hoy: perdía dinero, ofrecía un servicio ineficiente y la plantilla estaba más preocupada por las consecuencias de una posible privatización que por mejorar sus prestaciones.
La cabeza visible de este cambio radical es Jesús Santos, teniente de alcalde de Alcorcón desde 2019 por Ganar Alcorcón y consejero delegado de Esmasa. Santos, que además es el coordinador general de Podemos en la Comunidad de Madrid, dirige la empresa en la que él entró en 2003 como barrendero y en la que trabajó hasta 2015 (actualmente tiene una excedencia) cuando dio el salto a la política. Santos protagoniza así el viejo mito del sueño capitalista por antonomasia: el del trabajador raso que llega a dirigir la empresa. En cualquier caso no está solo: se trajo del Ayuntamiento de Rivas-Vaciamadrid a Santiago Anes, su mano derecha en Esmasa como encargado general, con una amplia experiencia en gestión de equipos. Pero sobre todo Santos presume de contar con la opinión de los trabajadores: "Ahora vamos a comprar camiones, pues lo lógico es preguntar a los conductores y los mecánicos. Es muy importante tener mucho contacto y comunicación con los trabajadores".
Nada más iniciarlas conversaciones con el PSOE para formar el Gobierno municipal en Alcorcón tras las elecciones de mayo de 2019, Santos lo tuvo claro: a la hora de elegir Concejalía, se hizo con las riendas de Esmasa. El coordinador general de Podemos en Madrid regresaba a casa como máximo dirigente con el fin de "demostrar que cuando los trabajadores llegan a la dirección, lo hacen mejor que los burócratas".
Santos acusa al PP, que gobernó Alcorcón entre 2011 y 2019, de buscar "claramente" el hundimiento de la empresa para luego privatizarla con el argumento de que no era rentable: "Había un descontrol y una indolencia por parte del PP para dejar caer la empresa. Ya lo habían hecho en 2015 con la empresa municipal de la vivienda".
Azote de David Pérez desde el Comité de Empresa de Esmasa, donde lideró varias huelgas, sobre todo la de 2014 contra el intento de privatización de la recogida de vidrio, Santos quiere demostrar que una empresa pública puede ser rentable y eficaz, especialmente en un sector, el de recogidas y tratamientos de residuos, copado por las empresas privadas. En España sólo hay 42 empresas públicas de residuos, tres de ellas en la Comunidad de Madrid.
"Esmasa lleva la recogida de basuras, la gestión de los puntos limpios, el mantenimiento de las fuentes, el mantenimiento eléctrico y limpieza de edificios públicos, la grúa municipal... En realidad somos muchas empresas en una y eso implica un gran ahorro de costes para las arcas públicas. Además, somos una empresa mucho más barata que otras del sector en precio por habitante", señala Jesús Santos.
Santos cuenta a Público que se encontró con muchos problemas al llegar, entre ellos no eran menores los burocráticos: "La empresa no estaba registrada en el registro mercantil, ni tampoco se llevaban las cuentas a dicho registro. Estuvimos seis meses para poner en orden la situación jurídica de la empresa".
Pero eso sólo era la punta del iceberg. "En junio de 2019, nada estaba digitalizado. Esmasa era una empresa que funcionaba a papel, más propia del siglo XIX que del XXI. Una de las primeras cosas que hicimos fue digitalizar y aplicar las nuevas tecnologías. Ahora cada capataz tiene una tablet y cada conductor de camión usa un móvil en el que apuntan lo que van haciendo y la ruta que siguen. Eso nos permite saber cuántas horas de trabajo se invierten en recoger las basuras o en recoger el papel y el cartón, y de esa manera organizar mejor el trabajo", apunta Santos.
En ese sentido Santos recuerda el "descontrol" que había en la empresa: "La dejadez era absoluta y al PP todo le daba igual. Cuando llegamos a Esmasa, la empresa se gastaba 6.000 en tarjetas de teléfono que no se usaban. Nosotros hemos dado 2,5 millones de euros de beneficios con tres cosas: el ahorro en compras de repuestos y averías con la reestructuración del taller, la drástica reducción del absentismo laboral, al pasar de un 32% a entre un 12% y un 14%, y una mayor eficiencia en la gestión de personal. Es más, hemos contratado a 100 trabajadores, un tercio de ellos mujeres de más de 45 años, y hemos dado beneficios récord", apunta el coordinador general de Podemos en la Comunidad de Madrid.
Si de algo está orgulloso Santos de lo hecho en Esmasa es de que ha quedado demostrado que "es mentira" que la derecha gestione mejor los recursos públicos. Para él, lo destacable es que "los trabajadores han demostrado algo que está por encima de los partidos políticos: que pueden gestionar mucho mejor que una panda de burócratas. Cuando oigo decir que la derecha gestiona mejor la verdad que me enfado mucho", sostiene.
Pero en Esmasa también ha habido algún despido, en concreto la empresa tiene actualmente cuatro denuncias en los tribunales por despido improcedente. En una plantilla de 500 trabajadores, es un nivel de litigiosidad bastante bajo, aseguran fuentes de la empresa. "La conflictividad judicial ha bajado sustancialmente desde que llegó la nueva dirección pasando de 180 juicios en 2018 a menos de 30 en el año 2020", señala la empresa en una nota. Esa cifra represente una caída del 83% en dos años, lo que evidencia según la empresa que "se prioriza la búsqueda de soluciones alternativas, recurriendo a la vía disciplinaria únicamente cuando se considera que es la más adecuada para defender los legítimos intereses de los vecinos".
Polémicas aparte, a Santos lo que le importa es el nivel de satisfacción de los vecinos de Alcorcón con su servicio de recogida de basuras y limpieza. "Está mal que yo lo diga, pero los ciudadanos nos han trasladado que están muy contentos". La empresa, por ejemplo, ha implementado el programa Barrio a barrio, un proyecto que ya lleva meses en marcha y que cada jueves limpia en profundidad un barrio de Alcorcón. Y así, barrio a barrio, calle a calle y acera a acera, Alcorcón reluce de nuevo.
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