La sequía mantiene las reservas de agua bajo mínimos, a pesar de las dos últimas semanas de lluvias y tormentas. Tanto es así que al menos el 14,6% del territorio español está ya bajo emergencia por escasez de agua y el 27,4% está en alerta, según los datos presentados este martes en el Consejo de Ministros por la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera.

El nivel de las precipitaciones sigue siendo demasiado bajo como para revertir esta dramática tendencia, en tanto que las lluvias se mantienen un 17,1% por debajo del promedio 1991-2020.

La reserva hídrica se sitúa al 36,98%, un 0,5% menos que la semana anterior y 13,71% menos que los valores medios de la última década para está misma semana del año. La situación es especialmente grave en las cuencas del Guadalquivir, que se encuentran al 19,1% de su capacidad; en las cuencas internas de Catalunya, al 23,3%; en Guadalete-Barbate, al 16,5%; y en la Cuenca Mediterráneo-Andaluza, al 25,1%.

Los datos de Transición Ecológica revelan que la DANA de la última semana ha aliviado algunas zonas, como los embalses del País Valenciá, Extremadura o la Comunidad de Madrid.

Ribera ha llamado a la "tranquilidad" y se ha acogido a las previsiones meteorológicas que apuntan a un incremento de las precipitaciones. "Si las lluvias se comportan como parece que lo van a hacer las próximas semanas, tendremos tranquilidad. El abastecimiento ha estado asegurado en todas las grandes ciudades", ha dicho la política socialista en la rueda de prensa del Consejo de Ministros.

Daños en el campo

La sequía prolongada, que enlaza con la falta de lluvias del anterior año hidrológico, ha causado daños importantes en el sector agropecuario. El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca pronostica que la producción de cereales del otoño e invierno caiga un 40% respecto a 2022. La cebada, por su parte, sufrirá una rebaja productiva del 39% y el trigo blando de un 36%.

La superficie de maíz ha bajado un 20% debido a la menor disponibilidad de agua de regadío y, como consecuencia de ello, España deberá importar en torno a 20 millones de toneladas de cereales para satisfacer la demanda. Los estragos de la sequía también sacuden a los productores de aceites vegetales. En el caso de la colza y el girasol, la caída de las cosechas llega al 30%. Por lo que se refiere al olivar, las previsiones del ministerio hablan de una mejora respecto al año anterior, aunque las organizaciones agrarias apuntan a un nuevo descenso productivo.