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Los colegios rurales, en peligro de extinción: "¿Cómo va a rendir un niño después de dos horas de trayecto diarias?"

Los profesores y exalumnos de tres escuelas rurales hablan con 'Público' en pleno inicio del nuevo curso y destacan la "atención personalizada", la "calidad" de la enseñanza o su papel contra la despoblación de las aldeas.

Imagen de archivo de varios alumnos en un colegio público de Logroño.
Imagen de archivo de varios alumnos en un colegio público de Logroño. Raquel Manzanares / EFE

El timbre en el Colegio de San Andrés de Luena (Cantabria) suena todos los días a las 10.00 de la mañana. Los niños y niñas de la zona llegan al centro en taxi o autobús. "Tenemos nueve alumnos matriculados, repartidos en dos aulas, una mixta de infantil y otra de primaria. Esto no impide que trabajemos mucho en grupo, de hecho, intentamos hacer al menos una actividad diaria todos juntos", cuenta José Antonio Quintana, director del colegio. El equipo docente está formado por tres profesores y una técnica –para los más pequeños–. Los pupitres reciben a estudiantes de hasta cinco pueblos o aldeas del valle.

España tiene cerca de 700 colegios rurales agrupados, donde estudian más de 70.000 alumnos. Los profesores de estos centros aprovechan las ventajas de la ratio –algunas clases tienen entre dos y cinco alumnos– para dar una "atención más personalizada". Los vínculos entre el equipo docente y las familias son más estrechos y para muchos menores, las aulas son el único "punto de socialización". Estas escuelas son públicas y mantienen con vida muchos pueblos españoles, pero todos los años, cuando llega septiembre, tienen que enfrentarse al fantasma de la desaparición. ¿La educación rural tiene futuro?

"Las situaciones de aprendizaje parten del ganado, la agricultura, las festividades o los frutos silvestres. Esto en cualquier otro centro sería impensable. Si la escuela cerrase, los niños tendrían que hacer 50 minutos de ida y otros 50 minutos de vuelta en autobús para ir al colegio más cercano. ¿Cómo va a rendir una persona de seis o siete años después de dos horas de trayecto diarias?", sugiere el director del Colegio de San Andrés de Luena. Quintana cree que muchas familias optarían por mudarse a la ciudad ante la imposibilidad de "tener a los niños arropados" cerca de casa.

Los alumnos son a menudo los únicos vecinos de su edad en muchos kilómetros a la redonda y las escuelas, la única forma que tienen de relacionarse con gente de su generación. Esto hace que los recreos, sobre todo cuando hace buen tiempo, duren un poco más de lo normal. "Los colegios rurales son una extensión de la casa, todos somos una familia. El funcionamiento es más orgánico, seguimos el currículum pero utilizamos otros recursos, como el campo y los espacios abiertos, no todo pasa por estar en clase", señala Pablo Gómez, profesor de música y director del CPI de Cervantes, un pequeño municipio en la montaña de Lugo.

"Las escuelas rurales destacan más por la calidad que por la cantidad"

Esta escuela del interior lucense vuelve al cole con un total de 28 alumnos de entre tres y 16 años. Hace un par de décadas, había tres centros de enseñanza en la localidad, pero ahora solo queda uno. "Los niños que viven en las aldeas más lejanas tienen que recorrer una hora en transporte escolar. Esta distancia aumentaría en casi 30 minutos si cerrase nuestro colegio. Los que cursan bachillerato, por ejemplo, tienen que marcharse a otra ciudad o hacer trayectos de hasta 90 minutos en su vehículo particular", advierte el docente.

El CPI de Cervantes tiene tres aulas en funcionamiento, una de infantil y dos de primaria, además de los cuatro cursos de educación secundaria. "Esto a nivel pedagógico permite una atención más individualizada. Los profesores estamos más pendientes del alumnado, conocemos sus necesidades y la implicación emocional también es más fuerte. Tenemos aulas con solo dos estudiantes. La complicidad que pueden tener con un docente no es la misma que cuando hay 25 alumnos por clase", destaca el profesor.

Raquel Sánchez trabaja como profesora de audición y lenguaje en el CRA Río Aragón, situado en el Pirineo de Huesca. El personal del centro se distribuye en cinco aulas, cada una en una localidad diferente: Ansó, Hecho, Santa Celia, Berdún Salvatierra de Escá. "Los pasillos del colegio son en este caso las carreteras que unen todos los pueblos. La educación rural ofrece espacios en los que se puede innovar mucho y de manera sencilla. La ratio y la diversidad de niveles permiten hacer ensayos para perfeccionar el modelo educativo en términos generales", precisa la docente. La escuela comunitaria suma un total de 150 alumnos matriculados de 21 lugares diferentes.

"El enriquecimiento es posible porque cada alumno puede aprender a su ritmo. Tenemos niños que destacan más en lengua y se nutren de lo que hacen los de un nivel superior, pero igual otros destacan menos en inglés y pueden reforzar competencias con sus compañeros de un nivel anterior", continúa la profesora. Lucía van der Mel fue alumna de este centro y estudió Educación Primaria en la Universidad de Santiago de Compostela (USC). "Los recuerdos que tengo de mi infancia en el colegio son todos positivos. La carrera me sirvió para poner en valor todo lo que aprendí en el CRA Río Aragón", considera la joven.

La ahora doctoranda reconoce que "los profesores tenían que ser más innovadores en sus metodologías" para atender la diversidad de cada clase y destaca la vinculación del centro con su contexto social, histórico y cultural. "El colegio organizaba muchas actividades vinculadas a la naturaleza, hicimos talleres con artesanos locales, personas mayores o residencias de ancianos. Las escuelas rurales destacan más por la calidad que por la cantidad, por eso creo que las universidades deberían tratar más esta realidad y darla a conocer", sentencia la futura profesora.

Desmontando el mito del poco rendimiento

Las escuelas rurales tampoco escapan a las críticas del establishment. El mito del bajo rendimiento es uno de los más recurrentes, igual que los prejuicios sobre la falta de recursos y el precio de mantener las instalaciones. "Lo de que tenemos menos nivel es absolutamente falso. Los alumnos de San Andrés de Luena van luego a otro instituto con más estudiantes del resto de municipios de la zona. Los mejores expedientes de secundaria de ese centro salen de nuestro colegio", señala José Antonio Quintana. 

Los colegios rurales, un elemento "clave" para evitar la despoblación de las aldeas

Pablo Gómez, director del CPI de Cervantes, coincide con su compañero. "Los colegios rurales son un punto de apoyo para los chicos y las familias. Este curso, una exalumna recibió uno de los premios que entrega la Xunta de Galicia a los mejores expedientes de Bachillerato. Los profesores enseñamos lo mismo que en los centros urbanos, pero a veces desde un marco no tan teórico, porque las ratios lo permiten", reconoce el docente. Los jóvenes, muchas veces, tienen que compaginar los estudios con las tareas de casa, los trabajos agrícolas o la ganadería.

El futuro de la educación rural

Las fuentes consultadas por este diario coinciden a la hora de situar las "inversiones" y las políticas públicas como elementos "indispensables" para la supervivencia de los colegios rurales. "La baza del teletrabajo puede servir para atraer y asentar más población. Los ayuntamientos trabajan para crear buenas redes de comunicación y desplegar vivienda social. Esto lleva su tiempo, pero es crucial para garantizar la continuidad de nuestras escuelas", señala Raquel Sánchez, profesora en el CRA Río Aragón.

Los pueblos españoles son cada vez más atractivos para muchas familias que buscan otro tipo de vida e incluso de modelo educativo. Los docentes que han hablado con Público reconocen, sin embargo, la importancia de contar con el apoyo de las instituciones. "La juventud marcha a la ciudad, pero al mismo tiempo muchas parejas con niños pequeños vuelven al campo, porque quieren probar la vida sin ruido, cerca de la naturaleza. Los colegios rurales tienen futuro y son clave para evitar la despoblación de las aldeas", termina Pablo Gómez, profesor de música en un pequeño pueblo de la montaña de Lugo.

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