Karkubi, la peculiar droga detrás de los casos de agresiones a sanitarios en busca de ansiolíticos
El clonazepam es uno de los productos esenciales para elaborar una nueva droga con un gran consumo en Marruecos. En las últimas semanas ha habido una sucesión de agresiones a médicos en Sevilla con el fin de conseguir la prescripción de dicho fármaco.

Sevilla-
Es tan peculiar esta droga que ni siquiera hay acuerdo sobre su nombre: la mayoría la llama karkubi, pero hay quien la denomina karbuki, una variación de letras que puede obedecer a que se trata de un producto foráneo, fundamentalmente consumido en el vecino Marruecos, sin apenas uso en España. Sin embargo, en nuestro país se ha hecho conocida porque para su producción resulta fundamental una benzodiacepina usada como antiepiléptico, clonazepam, principio activo del Rivotril, cuyas recetas son codiciadas por los traficantes de esta sustancia.
El tráfico ilegal de clonazepam, mediante recetas falsas u otros métodos, para la fabricación del karkubi no es nuevo en España, pero en las últimas semanas ha habido una llamativa sucesión de agresiones a médicos en la provincia de Sevilla con el fin de conseguir la prescripción de esta benzodiacepina. La primera, se produjo el 20 de febrero en el centro de salud del municipio de Real de la Jara, donde un individuo amenazó de muerte con una navaja al personal médico para que le renovaran una receta de clonazepam, después de que se hubiera comprobado que había retirado horas antes ese medicamento en una farmacia de la ciudad de Sevilla.
Tres días después, otro individuo amenazó también de muerte a un médico en un centro de salud de San Juan de Aznalfarache que le negó una receta para la misma benzodiacepina. Ambos casos fueron denunciados por el Sindicato Médico de Sevilla, que asegura que la búsqueda del clonazepam para la fabricación del karkubi “está generando un impacto negativo en la seguridad pública, la salud y los entornos médicos”, y exige, por ello, la adopción de medidas “efectivas y reales” para proteger al personal sanitario en todos los centros de salud.
Un informe del Observatorio Contra las Agresiones de la Organización Médica Colegial (OMC) presentado hace unos días refleja que en 2024 se registraron 138 agresiones a personal médico en Andalucía, un 7% más que en 2023. Y la tercera causa más habitual de esas agresiones fue que no habían recetado lo que había propuesto el paciente. “Las agresiones a médicos son una auténtica lacra que no podemos tolerar”, subrayó la secretaria del Consejo Andaluz de Colegios de Médicos, Mercedes Ramblado.
En la comunidad autónoma de Murcia ya se denunciaron hace años, en 2019, amenazas y agresiones a personal médico para conseguir una receta de Rivotril. Se convocaron paros y manifestaciones en Cartagena, Alcantarilla, Mazarrón, Lorca, Murcia y otros municipios para protestar por que estaba pasando en “decenas de centros de salud” y exigir más protección para sus profesionales. Pero desde entonces no había salido a la luz una sucesión de ataques como los que se han producido en las últimas semanas en diferentes localidades de la provincia de Sevilla, con el karkubi por medio como móvil delictivo.
A lo largo de estos años, sin embargo, ha habido varias operaciones policiales contra organizaciones de traficantes de esta droga, alguna de gran calado. En enero de 2022, Cuerpo Nacional de Policía y Agencia Tributaria intervinieron entre Lleida, Madrid y Alacant 200.000 pastillas de benzodiacepinas utilizadas para la fabricación de karkubi en Marruecos, donde se le añade hachís, alcohol o pegamento para producirlo y conseguir efectos alucinógenos, según las fuentes policiales.
Posteriormente, en marzo de 2024, la Policía detuvo a cinco empleados de una empresa distribuidora de medicamentos, ubicada en las provincias de Barcelona, Madrid y Sevilla, que sustrajeron 400.000 comprimidos de benzodiacepinas para venderlas en el mercado clandestino con destino a la fabricación de karkubi. En ese momento, las fuerzas de seguridad del Estado advirtieron de que la obtención ilícita de este medicamento que se producía habitualmente a pequeña escala -directamente en farmacias utilizando recetas falsificadas- varió tras redoblarse el control sobre su dispensación y los delincuentes empezaron a acudir directamente a proveedores y mayoristas del fármaco.
Más recientemente, el pasado febrero, se llevó a cabo una operación en la provincia de Pontevedra en la que figuraban como investigados tres médicos y dos psiquiatras de la sanidad pública gallega por un delito de falsedad en documento público por la expedición de recetas de clonazepam, profesionales que podrían haber contado con la colaboración de un farmacéutico para la venta del medicamento.
Un medicamento que ha duplicado su dispensación
La estadística de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios del Ministerio de Sanidad (AEMPS) refleja que la dispensación de clonazepam en las farmacias con recetas a cargo del Sistema Nacional de Salud se duplicó entre 2010 y 2023, de 0,71 dosis diarias por cada mil habitantes a 1,43, tras experimentar un crecimiento progresivo anual. No obstante, ese consumo se halla muy lejos del que registran ansiolíticos hipnóticos y sedantes, que está en 90,05 dosis diarias por cada mil habitantes.
Por su parte, la última encuesta del Plan Nacional sobre Drogas revela que el 1,3% de la población española de 15 a 64 años ha consumido hipnosedantes sin receta (entre ellos las benzodiacepinas) en los últimos doce meses, un porcentaje similar al registrado en el anterior sondeo. En el mismo estudio se destaca que el 27,9% de la población de esa edad reconoce que le resultaría sencillo conseguir hipnosedantes sin receta en 24 horas.
Carlos Fernández Moriano, responsable del área de Divulgación Científica del Consejo General de Colegios Farmacéuticos, recuerda que fue a partir de 2015 cuando empezó a detectarse un aumento de las solicitudes de dispensación de clonazepam con recetas falsas, lo que obligó a incrementar las medidas de seguridad, en colaboración con la inspección sanitaria y los cuerpos de seguridad del Estado.
“Se han visto casos de mafias que usaban a personas para ir recorriendo las farmacias para tratar de colar recetas falsas o que han robado talonarios de recetas médicas y se ha tenido que avisar a las farmacias para que estén al tanto”, explica Fernández Moriano a Público.
La receta tradicional de papel facilitaba su falsificación, pero la progresiva implantación de la receta electrónica, que es obligatoria para la prescripción de medicamentos en la sanidad pública desde enero de 2024, ha ido reduciendo notablemente el campo para ese fraude, señala el portavoz del Consejo General de Colegios Farmacéuticos. Sin embargo, aún queda pendiente que eso sea también obligatorio para la sanidad privada, que ha aumentado notablemente su número de usuarios en los últimos años en toda España.
Según los datos del Consejo, las operaciones con recetas electrónicas prescritas en la sanidad privada han aumentado considerablemente: de 11 millones en 2023 a 20 millones en 2024, lo que ha reducido las posibilidades de falsificación, pero su implantación aún no es total, porque no hay una ley que les obligue a ello. “Hay que seguir avanzando en la implantación del sistema de receta electrónica en la sanidad privada, como ya se ha hecho en la pública, porque esto redundará en que haya mayores garantías de seguridad”, dice Fernández Moriano.
El propio Cuerpo Nacional de Policía destacó, tras la operación en la que intervino 400.000 comprimidos de benzodiacepinas para la producción de karkubi, que la introducción de la receta electrónica había hecho que los traficantes cambiaran su sistema de trabajo y acudieran directamente a proveedores y mayoristas para tratar de conseguir ese fármaco.
A falta de estudios, mucha incertidumbre
Energy Control, proyecto de ámbito estatal de la Asociación Bienestar y Desarrollo que trabaja en la reducción de riesgos con el consumo de drogas ha investigado desde hace años el fenómeno del karkubi, pero apenas ha encontrado datos o estudios que aclaren algo sobre la fabricación de esta sustancia y sus efectos.
“No sabemos exactamente qué es el karkubi. Parece que es el nombre que se le da a la mezcla de hachís y benzodiacepinas, pero tampoco tiene por qué ser un producto en sí, puede ser que se tomen las dos cosas a la vez, pero por separado. Sabemos que en Marruecos hay un consumo de benzodiacepinas sin receta, que antes les llegaban de otros países, como Argelia, y que en los últimos años España ha ganado terreno como suministradora, pero desconocemos realmente su uso. Es un tema con muchas incertidumbres”, explica a este periódico el director estatal de Energy Control, Claudio Vidal.
De lo que sí tienen constancia, según Vidal, es de las recetas fraudulentas que circulan en España para obtener clonazepam, falsificadas por pequeños grupos, más que por grandes organizaciones criminales. “Hay un consumo de benzodiacepinas fuera de los cauces legales, que en el norte de África puede tener cierta relevancia y que pueden ser exportadas desde España”, admite el portavoz de una organización que en su labor de monitorización del consumo de drogas en espacios de ocio de nuestro país no ha detectado aún el uso del karkubi.
Lo que critica Claudio Vidal es el “alarmismo” con el que, a su juicio, se trata el tema del karkubi en algunos medios de comunicación, en los que se suele calificarla como la “droga de los pobres”. “Se ponen etiquetas que son términos estigmatizantes que deben evitarse. Y también debe evitarse hablar de los efectos de su consumo, de una violencia, que no se sabe de dónde salen, porque no se ha contado con ninguna evidencia, con testimonios, porque no hay, además, estudios sobre esta sustancia”, recalca el experto.
En un informe de 2017, el Departamento de Estado de EEUU apuntó que el karkubi era la segunda droga más consumida en Marruecos, aunque, según Vidal, no aportaba ninguna referencia para saber de dónde se sacaba tal dato. Y en una encuesta de 2021 realizada entre la población marroquí de 11 a 25 años, el 10,4% reconocía haber tomado tranquilizantes o sedantes alguna vez en la vida y el 4,6%, en el último mes, señala Vidal en un artículo publicado recientemente en la web de su organización, en el que concluye que “todo apunta a que el consumo de karkubi en personas originarias de Marruecos es minoritario”.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.