Ibrahima y Magatte, los migrantes que auxiliaron a Samuel cuyo ejemplo desmonta el discurso ultra
A Coruña nombra hijos adoptivos a los dos ciudadanos senegaleses por su coraje al poner en riesgo su integridad y su vida en España para defender al joven de la manada homófoba que lo asesinó
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A Coruña--Actualizado a
El Ayuntamiento de A Coruña, gobernado por Inés Rey (PSOE) celebró este lunes el acto de declaración de Ibrahima Diack y Magatte N’Diaye como hijos adoptivos de la ciudad, siguiendo una propuesta del BNG que contó con el apoyo de todo el pleno en reconocimiento a su coraje, al haber sido los únicos viandantes que en la madrugada del 3 de julio de 2022 acudieron en auxilio de Samuel Luiz. El joven estaba siendo linchado al grito de “¡maricón de mierda!” en una concurrida calle en pleno centro de la ciudad, por una manada homófoba que acabó matándolo y a la que sólo ellos osaron enfrentarse.
N'Diaye y Diack, cuyo testimonio resultó también fundamental para que los asesinos de Samuel fueran detenidos y condenados, son senegaleses, trabajaban como pescadores en la localidad de Yoff, cerca de Dakar, y llegaron a España cruzando el estrecho en patera. En A Coruña, donde sobrevivían como vendedores ambulantes, fueron acogidos por Ecodesarrollo Gaia, una ONG local que desarrolla proyectos de cooperación en Senegal y que desde 2003 gestiona en Yoff la Escuela Coruña, un centro de desarrollo formativo comunitario.
La noche en que Samuel fue muerto a patadas y puñetazos por sus agresores, Ibrahima y Magatte caminaban por el paseo marítimo de Riazor cuando advirtieron el feroz ataque. Estaban en situación irregular, sin papeles, y sabían que implicándose en unos hechos tan violentos, enfrentándose a una horda tan sanguinaria como aquélla, no sólo ponían en peligro su integridad física, sino que se arriesgaban incluso a ser ellos quienes pudieran acabar siendo detenidos y quizá deportados.
"No lo dudaron ni un instante"
“Pero no lo dudaron ni un instante”, recuerda Guillermo Fernández Obanza, Mito, fundador y secretario de Ecodesarrollo Gaia y quien conoce de cerca desde hace años a los dos ciudadanos. "Como miles de jóvenes africanos, Ibrahima y Magatte buscaban en España poder desarrollar su proyecto vital y familiar, algo que no pueden hacer en África, lastrada por 600 años de esclavitud, colonialismo y neocolonialismo, y donde la pobreza es un situación estructural generalizada", añade.
Al margen de Ibrahima y Magatte y de Lina Fernández, la amiga de Samuel que pasaba la velada con él, nadie de entre las decenas de personas que circulaban por el paseo marítimo de A Coruña aquella madrugada hizo nada para ayudarlo. Ellos sí, arriesgando ese proyecto vital, suyo propio pero del que dependían también sus familias y por el que ya se habían jugado todo cruzando África y el océano en patera.
"La migración desde Senegal tiene esa característica familiar, comunitaria: alguien migra para poder pagar las medicinas de la madre, la escuela de los hermanos, la casa donde viven...", explica Fernández Obanza. Ibrahima y Magatte pertenecen a los lEbu, un subgrupo de la etnia mayoritaria en el país de ascendencia también migrante: provienen del antiguo Egipto, y llegaron a Senegal a mediados del siglo XV cruzando Mauritania y el Sahel.
"No somos héroes"
Pese a que su periplo vital y lo que hicieron por Samuel bien merece el calificativo, Ibrahima y Magatte insistieron en el acto en el Ayuntamiento de A Coruña en que ellos no son héroes. "Aseguran que sólo hicieron lo que les enseñaron sus padres", subraya Mito. "Y eso debe hacernos reflexionar sobre los valores que estamos perdiendo, porque si ellos no son héroes, entonces, ¿qué somos quienes ante hechos semejantes nos quedamos mirando o grabando con el móvil, esperando a ver si nos dan un like en Instagram?”, se pregunta.
Para Víctor Sampedro, catedrático de Comunicación Política de la Universidad Rey Juan Carlos y con vínculos familiares en A Coruña, la actuación de los dos senegaleses, a quienes conoce personalmente, pone de manifiesto esa pérdida de valores humanos que ha convertido a Occidente “en una sociedad de espectadores". "Ellos son lo contrario, personas que llevan en su ADN esa obligación de prestar auxilio a quien lo necesita, ese deber de ayuda mutua, de solidaridad y de cooperación con el prójimo", añade.
"Ibrahima y Magatte son el ejemplo que demuestra que los migrantes no son una amenaza, al contrario, ellos son la esperanza"
Sampedro, quien reconoce que él mismo no sabe si sería capaz de decirles a sus propios hijos que arriesgaran su vida enfrentándose a asesinos como los de Samuel, subraya la necesidad de difundir relatos como el de Ibrahima y Magatte para combatir el argumentario de la derecha y la ultraderecha sobre la supuesta amenaza que representan los migrantes: "Al contrario, no son una amenaza, ellos son la esperanza", sentencia.
Mérito
Para Ana G. Fernández, portavoz de Alas Coruña, la asociación que ejerció la acusación popular contra los acusados de la muerte de Samuel –cuatro de los cinco adultos juzgados han sido condenados a penas de entre diez y 24 años de cárcel–, la actuación de Ibrahima y Magatte reviste de un enorme mérito: "Se lo jugaron todo sabiendo que todos los prejuicios que se construyen sobre los discursos de odio podían caer sobre ellos en ese mismo momento, que todo su proyecto podía acabarse ahí", opina. "Por eso, la empatía que mostraron con el sufrimiento de un ser humano es tan meritoria. Actuar como un héroe es muy difícil, no se le puede exigir a nadie y yo no sé si sería capaz de recomendárselo a nadie. Pero lo cierto es que ellos se comportaron como tales", concluye.
Poco después de que a Samuel lo mataran, la Delegación del Gobierno en A Coruña inició la tramitación del expediente para regularizar la situación de los dos senegaleses, echando mano de un precepto de la ley de derechos y libertades de los extranjeros en España –la ley de extranjería– que faculta al Gobierno dar permisos de residencia a ciudadanos de otros países por razones de interés público. Alguno de los abogados de los acusados de matar a Samuel incluso ha insinuado que su declaración en el juicio estuvo condicionada por eso. Por contra, para muchos su ejemplo hace pensar en si no sería de interés público darles papeles a los más de 10.000 migrantes en situación irregular que a día de hoy residen en Galicia.
Ibrahima y Magatte ya están arraigados en la ciudad, trabajan en un municipio cercano a la ciudad y siguen evitando aparecer en los medios de comunicación o en cualquier acto público. El de ayer fue una excepción. La alcaldesa de la ciudad, Inés Rey, subrayò en su discurso que el hecho de que dos migrantes sin papeles fueran los únicos en ayudar a Samuel deja "muchas enseñanzas" y un amplio "espacio para la reflexión". Ellos insistieron en que hicieron "lo correcto". "Ayudamos a alguien que lo necesitaba. Como nos enseñaron nuestras familias".
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