Barcelona
Las playas de Catalunya están en regresión. El litoral catalán cada vez cuenta con menos metros para poner la toalla, y no es difícil ver intervenciones en algunos puntos a golpe de excavadora para abocar sedimentos. La desaparición progresiva de este medio natural no solo tendrá un efecto negativo en nuestro goce del mar y el sol, sino también en toda la industria generada entorno el turismo, en los 70 municipios catalanes con fachada marítima, en el paisaje y en la biodiversidad costera.
"Más de un 50% de las playas están retrocediendo", afirma José A. Jiménez, catedrático de la Universitat Politècnica de Catalunya en el ámbito de la Ingeniería y Gestión costera. Según este experto, a pesar de que haya playas que están ganando un poco de terreno, hay más costa que recula que la que avanza: "Si juntáramos toda la arena de todas las playas catalanas en una sola, ésta estaría perdiendo medio metro cada año", explica, un valor que en 10 años equivaldrá a cinco metros de pérdida de playa.
José A. Jiménez: "Más de un 50% de las playas catalanas están retrocediendo"
Durante los últimos años, los episodios de fuertes tormentas como los del Gloria o la Filomena han dejado imágenes de playas mordidas por el oleaje y el agua entrando directa a los paseos marítimos. Por el contrario, el primer dolor de cabeza para las playas no es el aumento de temperaturas, los episodios meteorológicos extremos o el aumento del mar: "Si no hubiera cambio climático, me temo que las playas retrocederían igual", explica Josep Pintor, doctor en Geografía de la Universitat de Barcelona y profesor en la Universitat de Girona (UdG), a pesar de que apunta que estos fenómenos no harán más que agravar el problema.
Falta de sedimentos
Esto no quiere decir que la humanidad no tenga nada que ver, sino todo el contrario. Quien realmente está hurtando al litoral los metros de arena no es el mar, sino los embalses que retienen el agua de los ríos aguas arriba, y que también se están quedando gran parte de los sedimentos. "Los cálculos que se han hecho con el Delta del Ebro indican que desde que se construyeron los embalses de Mequinensa, Riba-Roja y Flix, el río ha perdido en su tramo final alrededor del 95% de los sedimentos", explica Pintor.
Josep Pintor: "Con los embalses de Mequinensa, Riba-Roja y Flix, el Ebro ha perdido un 95% de los sedimentos"
La otra transformación antrópica es la urbanización del litoral: "En una playa tenemos una zona sumergida, una de emergida y una zona dunar. Cuando hay tormenta y es época de erosión, aumenta la zona sumergida", explica Carla Garcia, doctora e investigadora de la Universitat de Girona. Por lo tanto, las playas son sistemas dinámicos, que se adentran hacia el mar unos metros cuando ganan sedimentos o reculan otros cuando faltan. Pero esto ya no es posible en la gran mayoría de la costa catalana: "Si retiramos las dunas y ponemos una urbanización, alteramos la zona del litoral activa y la erosión ya no se puede recuperar con la misma flexibilidad".
Gran parte del litoral catalán está cubierto por paseos marítimos, puertos deportivos, diques, espigones y grandes infraestructuras que han malogrado la resiliencia del litoral. "El 60% de la costa catalana está rigidizada. Si la playa no puede retroceder porque se encuentra con una barrera, nos quedaremos con un litoral de piedras y rompeolas", dice Jiménez. En esta situación se encuentran en especial las playas urbanas, como la de la Barceloneta en Barcelona o la de S’Abanell, en Blanes.
Las dunas, un reservorio de arena
Por este motivo, Garcia recuerda la importancia de preservar las dunas de las playas catalanas que, además de un punto rico en biodiversidad, son un elemento fundamental para permitir el ciclo natural de la playa: "Las dunas son reservorios de arena", indica. El Laboratorio de Análisis y Gestión del Paisaje de la UdG contabiliza 187 dunas de las cuales, tal como apunta Garcia, la gran mayoría no están protegidas: "Además, las que lo están, no se les respeta la protección. Y no hay ninguna normativa ni ninguna línea general en cuanto a la restauración dunar", sobre todo en cuanto a campings situados al litoral. Cita los ejemplos de malas praxis de campings en el Golf de Roses, como el de la Ballena Alegre, o el de la Gavina, en Creixell (Tarragonès): "Los campings mueven mucho dinero y los ayuntamientos no se atreven a confrontarlos".
A la limitación física de la playa se le suma que espigones y puertos deportivos interrumpen las corrientes marítimas que distribuyen la arena por todo el litoral: "En Catalunya, hay 47 puertos, uno a cada 12 kilómetros. Todos estos obstáculos limitan el transporte de esta arena", añade Pintor. Para Jiménez, un buen ejemplo de este fenómeno es el Masnou, en el Maresme, con una playa dividida por su puerto: "Por encima de este no te enteras de la erosión. En cambio, por debajo, casi no hay arena", donde incluso el oleaje ha obligado a interrumpir la circulación del tren. "Las playas también tienen la función de protegernos del mar", apunta.
Renaturalización de la playa
Ante este fenómeno, la administración pública está optando por varias estrategias según las condiciones de cada playa. Una de ellas es el vertido de arena en el mismo litoral, lo que se hace sobre todo allí donde la urbanización de primera línea de mar hace descartar otras soluciones: "Un ejemplo es Lloret de Mar, donde hay un paseo marítimo y todo el pueblo depende del turismo que genera la playa", explica Jiménez. Esta vía ha sido criticada por los grandes costes que genera y su corta vida, pero este profesional la defiende en estos casos, a pesar de que cree que se tendría que sostener en el tiempo: "Un río aporta con riadas sedimentos mínimo tres veces el año. Pues la alimentación de arena tendría que hacer el mismo. Pero hay gente que lo ve como echar dinero al mar".
Carla García: "Las dunas son reservorios de arena"
La otra alternativa se sitúa aguas arriba, en los embalses, donde algunos expertos ya piensan en maneras de favorecer que los sedimentos traspasen el muro dirección a los deltas: "Incluso se ha hablado de hacer explosiones controladas en el fondo de los embalses por después abrir compuertas y permitir su flujo natural", explica Garcia, quien también apunta a que faltan estudios y experiencias comparadas. Pintor añade que los cambios que se han vivido lejos de la costa en los últimos años también influencian las playas: "El cambio paisajístico en las montañas, con el abandono de la agricultura por el éxodo rural y la expansión de los bosques, también influye a la costa, puesto que los árboles evitan que se transporten más sedimentos".
La última vía de trabajo es aquella que apuesta por la renaturalización de las playas, evitando la urbanización del litoral y permitiendo la autoregulación del sistema. Esta es una de las vías por las cuales ha optado el Ministerio para la Transición Ecológica en el Delta del Ebro, uno de los puntos más sensibles de Catalunya, comprando los campos más vulnerables al retroceso de la playa para permitir que el litoral haga su propia evolución. También en Tossa de Mar, donde el ayuntamiento está empezando a retirar diques y muros que había en las playas de su término. "Se van haciendo intervenciones de pequeña cirugía", dice Pinto.
Estas son las vías posibles para un retroceso que afectará el 44% de la población que vive en la costa, un territorio que solo representa el 6,7% de toda Catalunya pero que acoge casi la mitad de los residentes. La arena y, en especial, las dunas también son la casa de plantas protegidas, como la Ecium arenarium o la Junisperus phoenicea -la Sabina común-, que como apunta Carla Garcia solo se encuentra en la Platja Llarga de Tarragona, e incluso algunos pájaros como el chorlitejo patinegro. Y, tal como apunta Jiménez, la administración también tendrá que ver como salvaguardar un sector turístico basado en la playa: "Si las playas son necesarias para soportar un 11% del PIB catalán el problema es todavía más grave".
Un deterioro exprés por San Juan
Las playas también son el escenario más popular para las fiestas de San Juan, que este año podrán ocuparse sin ninguna restricción por la covid-19 en Catalunya. Esta tradición, que aboca al litoral a una masificación cruzada por la fiesta y la bebida, pone en una posición complicada el bienestar de los ecosistemas: "Hay playas donde se bebe y se hace fiesta en medio de unas dunas. Quizás hace un año que ha costado habilitar una planta y en una noche se pisa toda", opina José A. Jiménez, especialista en Ingeniería y Gestión Costera. Jiménez cree que deberían de haber lugares donde no se permitiera la entrada: "En el norte del Maresme, en zonas como Malgrat, se ha recuperado una serie de ecosistemas. El acceso debería de estar prohibido por muy cerca que se esté de los pueblos". En cuanto a las playas de los grandes cascos urbanos no lo ve tan problemático, a pesar de que apunta que el impacto en la calidad y la higiene de la arena dura semanas: "En Cádiz se hizo un estudio epidemiológico donde se observaba que la mala calidad duraba toda una quincena".
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