La UE relajará la regulación del negocio que los bancos hacen con bonos y mueve 1,3 billones
Bruselas tiene avanzado con las agencias de supervisión europeas una relajación de los requerimientos sobre el negocio de los valores respaldados por activos, conocidos como ABS, en un momento en que la banca afronta la bajada de tipos y la guerra arancelaria.

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Europa se prepara para dar un balón de oxígeno a la banca, en un momento en el que el sector financiero aborda una nueva fase de tipos de interés a la baja, en medio de una guerra arancelaria. Lo justifica en el déficit de productividad y las carencias competitivas del mercado interior de la UE, recogido en los informes de los ex primeros ministros italianos Mario Draghi y Enrico Letta, y se ampara en las crecientes presiones estadounidenses para que reduzca sus excesos regulatorios en determinados sectores, en especial, el tecnológico y, por supuesto, el financiero.
Se trata de dar respuesta a una de las más insistentes reivindicaciones de las asociaciones bancarias, que tiene que ver con sus vías de captación de recursos financieros a través de valores respaldados por activos. Un mecanismo que carga las peticiones de préstamos a propiedades inmobiliarias, hipotecas o a una amplia red de bienes muebles o inmateriales, como las tarjetas de crédito (es decir, todavía pendientes de cobro) que, de forma combinada ganan atractivo de venta, pero que no deja de ser una inversión a cuenta.
Es el negocio de los ABS (de las siglas de Asset Backed Securities), títulos de renta fija (bonos) emitidos por las entidades financieras y que están respaldados por otros activos financieros. Es un negocio que mueve entre 1,2 y 1,3 billones de euros en los centros financieros comunitarios, que no está exento de riesgo porque transfiere cualquier posible conflictividad a los inversores. Son valores negociables y comercializables pero complejos y difíciles de entender, ya que involucran a múltiples partes en contratos legales, estructuras de flujo de efectivo y mecanismos de mejora crediticia, según señalan en Faster Capital, una incubadora que ofrece servicios de asesoramiento en operaciones de capital, preferentemente a startups.
Al fin y al cabo, los ABS son préstamos (valores) cubiertos por una garantía específica (una serie de activos empaquetados), entre los que se encuentran préstamos subyacentes, como hipotecas residenciales o préstamos para tarjetas de crédito, y que suelen dividirse en diferentes tramos de riesgo, por su alto grado de sofisticación, reconocen en la firma Acacia Inversión.
Sin duda, por todo ello estas operaciones están catalogadas como productos estructurados, uno de los tres pilares que conformaron los activos tóxicos de la banca que provocaron, junto a los swaps y derivados, el colapso crediticio de 2008.
Una demolición normativa en toda regla
Cuesta creer que el desmantelamiento del armazón regulatorio que se configuró en la crisis de la deuda -y del euro- de 2012, consecuencia de la sucesión de movimientos telúricos del tsunami financiero que emanó de la quiebra de Lehman Brothers, sea precisamente la primera acción del proceso desregulador en Europa. A tenor de la "prioridad" dada por la comisaria portuguesa de Servicios Financieros, María Luís Alburquerque, que ya negocia con los responsables de los entes supervisores bancarios, aseguradores y de activos una "sustancial relajación de requerimientos al sector". Esencialmente, según se ha filtrado a Bloomberg, con enfoques reformistas dirigidos a simplificar las exigencias de diligencia debida a inversores, tanto públicos como privados.
Pese a su elevada peligrosidad, además, seguirán las directrices de los organismos supervisores para reducir la burocracia asociada a la emisión de estos instrumentos y las actuales exigencias de información oficial a los bancos y aseguradoras. El informe de la Comisión Europea insta a las 48 agencias involucradas a elevar ante la comisaria Alburquerque "las medidas que consideren necesarias", aunque dotándolas de "coherencia con las normas de funcionamiento de las plazas bursátiles" europeas e "incorporando una mayor proporcionalidad en materia de transparencia y de garantías de fiscalización y vigilancia".
El debate que conducirá a la reformulación de las reglas de juego en este terreno concluirá en el Comité Mixto de las Autoridades Europeas de Supervisión, compuesto por las autoridades de Banca, Seguros y Pensiones de Jubilación y de Valores y Mercados, que elevará las propuestas a la Comisión, declaró la ABE, la institución bancaria europea, para su adhesión al marco legislativo en materia de titulización. Esta prerrogativa también está en la radiografía Draghi para impulsar la competitividad europea, recuerda Albuquerque.
Paolo Conti, director de Calificaciones y Empresas Europeas de Morningstar, también alaba toda receta encaminada a espolear a los ABS europeos que, por otro lado, "viene de tener una buena racha" y que han contribuido -dice- a la mejora de la calificación crediticia que su firma concede a las entidades financieras del espacio común. Y admite que la UE busca con esta transformación regulatoria no solo evitar normas "excesivamente estrictas", sino ayudar a la banca y al mercado de bonos, en tiempos de relajación de la política monetaria.
Un colchón tras la etapa de tipos altos
En 2024, el BCE y el Banco de Inglaterra (BoE) comenzaron a reducir los tipos de interés oficiales a medida que las presiones inflacionistas disminuían. Ahora, en 2025, aunque la incertidumbre se ha agudizado desde la llegada a la Casa Blanca de la Administración Trump -asegura Conti-, lo que podría espolear de nuevo a los IPC de uno y otro lado del Atlántico, es el momento de vigilar y asegurar los rendimientos de los bonos europeos respaldados por activos. "Muy en especial, las carteras con cartel prime", precisa. Es decir, aquéllas que gestionan grandes patrimonios.
Porque, aunque "no prevemos deterioro del entorno económico -aduce- y nuestra perspectiva crediticia para 2025 permanece estable en todo el espectro de titulizaciones ABS europeas", toda desregulación catapulta los negocios. Un discurso que concuerda con los cantos de sirena que se escuchan desde los mercados para que la UE ajuste su normativa bancaria acordada tras la debacle crediticia de 2008 para abordar las desventajas competitivas que Europa presenta en comparación a EEUU.
Trump ya desmanteló la Dodd-Frank Act aprobada por Barack Obama, que enfocó la reforma de manera garantista en torno a dos principios esenciales. Por un lado, a desmantelar la frontera, tenue, que separaba la banca comercial de la privada, a la que los bancos acudían para ofrecer productos de alto riesgo a clientes de la primera modalidad del negocio bancario sin experiencia ni conocimientos financieros suficientes, y a exigir a la segunda que solo sus entidades tuvieran el amparo legal de acordar estos instrumentos que contaminaron los libros contables bancarios por todo el mundo. Y, por otro, a dotar de garantías a los contribuyentes que fueron engañados por las hipotecas subprime, excesivamente caras y de escasa calidad crediticia y de solvencia, y que provocaron el estallido del sistema financiero americano, con Lehman Brothers como buque insignia.
Entonces, en 2017, Steven Mnuchin, secretario del Tesoro en la primera Administración Trump y -cómo no- un banquero aventajado de Wall Street, colisionó con el deseo de Janet Yellen, que le sustituyó en el cargo durante el mandato de Joe Biden, pero que aquel año todavía presidía la Reserva Federal. Yellen llegó a advertir a la Casa Blanca del peligro de "volver a poner el reloj a cero", una metáfora nada velada contra una desregulación que tildó de altamente perjudicial.
Paradójicamente, Draghi, aún presidente del BCE, se alineó a la causa de Yellen y reclamó a las autoridades económicas europeas que no siguieran los pasos de Washington. Ahora ha virado sus tornas. Mientras Trump promete dar otra vuelta de tuerca de laxitud normativa a la banca y al sector tecnológico. Entre otros, los criptoactivos.
Cambios en nombre de la liquidez empresarial
De momento, la estrategia -afirma la Comisión- es la de mantener las normas actuales, aunque ciertas operaciones de financiación de valores a corto, en lugar de endurecerlas como se avanzó el verano pasado, recibirán auxilio normativo. Entre estas propuestas también se incluyen las transacciones en las que se intercambian activos por efectivo de forma temporal, como los pactos de recompra o los repos. Un cambio de recetario con el que Bruselas asegura que los mercados de capital de la Unión "ganarán en liquidez" y los socios evitarán "costes" en las emisiones de deuda.
Maria Demertzis, analista del Instituto Bruegel, defiende las recomendaciones de los informes Draghi y Letta, porque suponen la "culminación de la unión de mercados de capitales en Europa" una hoja de ruta "deseable" desde el punto de vista de la estabilidad financiera. En su opinión, el acceso a los capitales es una fórmula crediticia "incluso más adecuada que la bancaria para financiar sectores de alto crecimiento como la alta tecnología", que se mueve con recursos que se consideran "intangible". Además -enfatiza-, "los mercados bursátiles reasignan fondos hacia segmentos productivos menos contaminantes de forma más eficiente que los bancos y ofrecen incentivos a otros con altas emisiones de carbono desarrollen tecnologías más ecológicas".
En un reciente estudio publicado en este think-tank paneuropeísta se asegura que los mercados de capitales europeos "están infra-desarrollados" al comparar sus estructuras de financiación empresarial con las de otras economías avanzadas. Incluso con sus firmas cotizadas recibiendo dosis de financiación bancaria "considerablemente mayor que en EEUU".
Mientras, en general, su capitalización "es mucho menor en relación al PIB" y las inversiones de capital riesgo son diez veces mayores en EEUU que en Europa, a la que también superan latitudes como China, India o Singapur. De igual forma, el sector privado europeo, sobre todo compañías tecnológicas, tienen una probabilidad muy superior de ser adquiridas por firmas americanas que a la inversa. De ahí que aconseje a Bruselas avanzar en la unidad de las plazas bursátiles, hasta convertir a la Autoridad Europea de Valores y Mercados en un ente centralizado único que opere bajo un marco legislativo que facilite las transferencias de capitales y armonice "las dispersas leyes de insolvencia" nacionales que regulan un mercado interior que debe ser homogéneo.
Patronales, bancos centrales y gobiernos, de la mano
También desde las patronales bancarias han incidido en la urgente necesidad de emprender este camino -señalan- de no retorno. En comandita con la reacción de varios gobernadores, como los que dirigen las autoridades monetarias de las cuatro grandes economías del euro, que también han instado a los organismos de supervisión de la Unión a contribuir a "simplificar la gran cantidad de normas" que, según los prestamistas comerciales -los bancos- "les dejan en una situación de desventaja competitiva" frente a sus rivales internacionales.
"Creemos que la prioridad ahora debería ser desarrollar una evaluación integral de las normas aplicables a la banca europea", escribieron en una carta oficial José Luis Escrivá, Joachim Nagel, Fabio Panetta y François Villeroy de Galhau dirigida hace un mes a las autoridades de Bruselas. Dado que "la estabilidad financiera de la UE requiere reglas de juego claras, predecibles y que sean proporcionadas", y medidas "razonadas" de simplificación que haga "más eficiente" el flujo de capitales.
También los gobiernos alemán, francés e italiano demandan esfuerzos intensos para aumentar la competitividad de los bancos. En este caso, sin la iniciativa compartida de España, Países Bajos o Bélgica. "Varias métricas apuntan a que nuestros bancos son cada vez menos competitivos en el escenario global", reza una misiva compartida por estos tres socios a la que ha tenido acceso Bloomberg, que también deja constancia de que "esta tendencia negativa, si no se aborda con plenas garantías, podría tener repercusiones significativas" y mermar "la capacidad de la UE para financiar la Defensa y otras industrias clave".
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