Todavía crees en la revolución
Todavía sueñas con cambiar las cosas
Pero te olvidaste de mirar en esta dirección
(¡Estábamos aquí!)
- Coque Malla, Revolución
El pasado miércoles el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicó el avance de resultados del barómetro del mes de noviembre, y la Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, aparece por quinto mes consecutivo como la líder política nacional (incluyendo hombres) mejor valorada, con una media de 4,76, por delante del presidente Sánchez (4,45), y a distancia notable del resto. No es casualidad que Díaz cada vez disponga de mayor protagonismo mediático.
En intención directa de voto, el PSOE obtiene un 19,7%, el PP un 14,1%, Unidas Podemos un 10,6% y Vox un 8,5%. Tras la "cocina" del CIS, la estimación de voto queda de la siguiente forma: PSOE (27,6%), PP (20,9%), Vox (14,3%) y Unidas Podemos (13,6%). Por bloques, a nadie se le escapa que se dibuja un panorama igualado, en que el llamado "bloque de la investidura" no tendría asegurada la mayoría absoluta, con la amenaza de una eventual suma de la derecha y la ultraderecha.
Respecto de los datos que aporta el barómetro de noviembre del CIS, es interesante destacar algunos referentes a la Ministra de Trabajo. En ese sentido, la gallega es conocida por un 91,2% de las personas encuestadas, un porcentaje que no hace demasiado tiempo era notablemente inferior. En definitiva, más de 9 de cada 10 personas saben quién es Yolanda Díaz. Un dato importantísimo, que a buen seguro ha despertado el interés y el nerviosismo en diferentes formaciones políticas, es que a la pregunta "¿quién preferiría que fuese el/la presidente/a del Gobierno en estos momentos?" Díaz aparece en una destacada segunda posición, con un 15,8% de las personas encuestadas, sólo detrás de Pedro Sánchez (con un 21,1%) y por delante de Casado (10,7%) o Abascal (7,6%). A nadie se le escapa que no es moco de pavo que haya una proporción nada desdeñable de votantes que desean ver a Yolanda Díaz en La Moncloa, algo que a su misma vez denota que hay mucha gente que considera que la gallega puede llegar a ser presidenta. Pero vayamos paso a paso, no conviene echar las campanas al vuelo ni ir demasiado deprisa, máxime en estos tiempos de turbopolítica en que todo sucede a una velocidad a menudo inasumible.
En el espectro ideológico (escala de izquierda a derecha que va de 1 a 10), las personas encuestadas sitúan Yolanda Díaz en un 3,27, es decir, claramente a la izquierda. Pedro Sánchez se coloca con un 3,82, mientras que el líder nacional situado más a la izquierda es Íñigo Errejón, con un 2,97. Arrimadas obtiene un 6,17, Casado un 7,36 y Abascal un 8,89. Por edades, y atendiendo nuevamente a la pregunta "¿quién preferiría que fuese el/la presidente/a del Gobierno en estos momentos?", Yolanda Díaz es la preferida entre las personas de 25 a 34 años, y de 35 a 44 años (con un 15,9% y un 18,8%, respectivamente), por delante de Pedro Sánchez. El presidente es el preferido en el resto de grupos de edad, pero obtiene sus mejores resultados entre las personas de 55 a 64 años (26,2%) y de más de 65 (26,9%). Díaz es segunda en todos los grupos de edad excepto en los dos en que es primera y el de mayores de 65 años, en el que es tercera (el segundo es Casado). ¿Qué quiere decir todo esto? Que Díaz tiene obtiene una buena consideración en todos los grupos de edad. Como era de esperar, los partidos del bipartidismo obtienen sus mejores resultados entre las personas más mayores.
Según lo que votaron en las últimas elecciones generales (noviembre de 2019), más de la mitad de los votantes de Unidas Podemos y sus confluencias creen que la mejor Presidenta del Gobierno sería Yolanda Díaz. Aquí, el dato que sorprende es el siguiente: un 18,6% de los votantes del PSOE también lo creen, como el 41% de los de Bildu, el 22,5% de los de ERC o el 20,4% de los del PNV. Los votantes socialistas otorgan una valoración de 6,1 puntos a Díaz, cuando a su líder, Pedro Sánchez, le puntúan con un 6,69. Mucho ojo, porque Díaz despierta crecientes simpatías entre votantes que en elecciones anteriores no votaron a Unidas Podemos. Y las expectativas, en política, son extraordinariamente importantes.
Hasta aquí, los datos del último barómetro del CIS, un sondeo que los dirigentes de las derechas se empeñan en decir que está manipulado y que no hay que prestarle atención alguna, cuando lo cierto es que lo repasan a conciencia y, a día de hoy, les tiene nerviosos. Como sabrán, los medios de agitación de la derecha publican numerosas encuestas electorales, porque ya saben: toca transmitir la idea según la cual la legislatura está prácticamente agotada y hay que convocar elecciones lo antes posible para echar a este gobierno ilegítimo. Y claro, las encuestas de estos medios de propaganda derechista apuntan, uno tras otro, que PP y Vox sumarán mayoría absoluta y, por tanto, hay que adecuar lo antes posible la propaganda a la realidad. O al menos, hay que intentarlo. Un problema que puede surgir en cualquier momento es que determinados aprendices de brujo calienten la cabeza a Pedro Sánchez con la necesidad de avanzar elecciones en un gesto de supuesta inteligencia, para tapar la posible fuga de votos del PSOE hacia una eventual candidatura encabezada por Yolanda Díaz. Si se extiende la idea según la cual alargar la legislatura puede perjudicar a Sánchez y beneficiar a Díaz, no es en absoluto descartable que se cometa la temeridad de no agotar al máximo la legislatura.
Yolanda Díaz está sabiendo rentabilizar su excelente trabajo al frente del Ministerio de Trabajo y Economía Social, y estos datos que acabamos de comentar dan buena fe de ello. El caso es que Díaz, principal cabeza visible de Unidas Podemos tras el paso de Pablo Iglesias de la política institucional y de partido al activismo político y mediático (política en mayúsculas, dicho sea de paso, como está demostrando), está sabiendo capitalizar diferentes medidas sociales que llevan su sello, de su equipo y de su grupo parlamentario, con especial protagonismo de la reforma laboral. A día de hoy, a nadie le cabe la menor duda, ni tan siquiera al tradicional votante del PSOE, de que las resistencias a derogar los aspectos más lesivos de la reforma laboral del PP y CiU de 2012 provienen de la parte mayoritaria del gobierno, concretamente de aquellos ministros más cercanos a la banca y al alto funcionariado europeo. Eso lo sabe todo el mundo, como todo el mundo sabe que si se consiguen derogar determinadas medidas claramente perjudiciales para los trabajadores y trabajadoras, y así se avanza hacia un marco más favorable para éstos, será gracias a Yolanda Díaz y por extensión a Unidas Podemos. En Ferraz tomaron buena nota de ello cuando vieron (y oyeron) los apoteósicos recibimientos a la Ministra de Trabajo por parte de las delegaciones de CCOO y (ojo) también de UGT en sus últimos congresos. Después de años de campañas de desprestigio por parte de las derechas mediáticas y políticas, con la aquiescencia de determinados sectores que padecen de la enfermedad infantil del izquierdismo, los sindicatos de clase y confederales están recuperando el protagonismo que merecen y que se han labrado a base de trabajo y movilización. Trabajo y movilización que, dicho sea de paso, han sido conveniente e interesadamente menospreciados y laminados durante los últimos años. El esfuerzo titánico de los miles de sindicalistas alrededor del país durante la pandemia, singularmente durante sus primeros meses, nunca será justamente reconocido.
Hace unas semanas, el mismo Pedro Sánchez saludaba la posible configuración de un renovado espacio político a la izquierda del PSOE, quizá con Yolanda Díaz liderándolo. "Sería importante que se diera ese proceso de unión, porque nuestro sistema penaliza la desunión. Necesitamos a todo el espacio progresista en plena forma", dijo el Presidente del Gobierno. No sé si se arrepentirá de sus palabras... Sánchez sabe que precisa de Unidas Podemos o ese posible nuevo espacio político (y de otras muchas otras formaciones de todo el país, dicho sea de paso) para poder gobernar, y entiende que necesita a una izquierda transformadora que sea capaz de conseguir atraer a aquellos votantes que no puede seducir el PSOE. Eso lo saben en Ferraz, como saben que si se alejan demasiado de la izquierda para "pescar" en el centro pueden encontrarse con que la vía de agua sea más grande de lo esperado y aquellas formaciones a la izquierda del PSOE consigan más apoyos de los estrictamente necesarios. Porque no nos engañemos, en Ferraz siempre han mirado por encima del hombro a todo lo que estaba a su izquierda: "molesten lo justo y colaboren con nosotros sin quejarse demasiado, que si no harán el juego a las derechas y ya nos encargaremos de recordarlo". Aquello de la "pinza", ¿recuerdan? Pues bien, no sé si ese nuevo espacio político del que todo el mundo habla se acabará conformando con Yolanda Díaz al frente, pero lo que es fácilmente palpable es que esa mera hipótesis ha puesto de los nervios a muchas de las cabezas pensantes del PSOE. Veremos, porque el fenómeno Yolanda Díaz no se lo esperaban (o no se lo esperaban así) y puede acabar desbordándoles. Aún es pronto y habrá que esperar acontecimientos, porque la izquierda transformadora ya sabemos que tiene altas calificaciones en la creación de problemas innecesarios y alimentación de conflictos internos. Esperemos que determinados dirigentes hayan aprendido algo durante los últimos años. Porque últimamente inquietan las declaraciones de líderes como Errejón o Baldoví, por ejemplo.
En las últimas semanas han sido muchas las personas que se han referido a la posibilidad de construir un nuevo espacio político de izquierdas, pensando en Yolanda Díaz como cabeza visible. Lo único cierto es que, de momento, la dirigente gallega no ha dicho que haya tomado una decisión definitiva al respecto, si bien sabe que todas las miradas se dirigen hacia ella. Y con razón, porque es difícil pensar en una dirigente mejor preparada e idónea. Díaz es una mujer bregada en mil batallas, con una larga trayectoria y una historia vital que hunde sus raíces en lo mejor del movimiento obrero organizado de nuestro país, concretamente en las CCOO y el PCE. Ser hija del histórico sindicalista Suso Díaz imaginamos que debe comportar una serie de condicionantes, como los valores del compromiso, la lealtad a una clase social y el espíritu de lucha y resistencia. Se trata de características que Díaz posee, sin duda alguna. La Vicepresidenta presenta un perfil sólido y serio, que prefiere los datos y la argumentación seria a las diatribas o los tuits. Es didáctica, tiene buena oratoria y no falta nunca al respeto a nadie, ni tan siquiera a los diputados del PP que pierden los nervios en las sesiones de control en el Congreso cuando les toca interpelarla. "Señor García Egea, le voy a dar un dato". Díaz ha hecho gala durante estos casi dos años como ministra de una suavidad en las formas que en absoluto comporta una debilidad en los principios, sino todo lo contrario. Ha conseguido ganarse el respeto de propios y extraños, de sindicalistas y empresarios, con una voluntad de diálogo sincera y necesaria. Un diálogo que ha practicado hasta la extenuación, en el que su equipo ha jugado también un papel determinante. Contar a su lado, por citar tan sólo dos ejemplos, con personas como Joaquín Pérez Rey o Josep Vendrell, es una garantía. Y es que resulta también muy importante que una buena líder sepa elegir a sus colaboradores.
Pero Díaz no podrá construir nada ella sola, por más preparación y energía que tenga. Y lo sabe, por eso insiste acertadamente en la necesidad de recorrer el país para escuchar a todo el mundo. Necesitará muchas personas y también toda la fuerza de las organizaciones existentes. Porque sí, el acto de la semana pasada en Valencia en el que participó junto a Mónica Oltra, Ada Colau, Mónica García y Fátima Hamed fue importante y generó muchísima ilusión, pero las ideas no viven sin organización, eso lo sabemos de sobra. Por ello es necesario huir de sectarismos y personalismos, poner al servicio del proyecto que se decida colectivamente toda la fuerza de las diferentes militancias y saber sumar a personas que no tienen o no han tenido interés en formar parte de ninguna organización en el pasado. Porque nadie sobra y todo el mundo es necesario, porque nos jugamos demasiado. En este sentido, me quedo con las palabras de Enrique Santiago, Secretario General del PCE, en el acto de cierre del Centenario del Partido, apostando por la unidad y poniendo la formación al servicio siempre del proyecto colectivo. No será fácil, ciertamente, pero el reto es suficientemente ilusionante como para poner toda la carne en el asador y saber trenzar alianzas con las diferentes fuerzas hermanas de todas las Españas. Porque la plurinacionalidad es una realidad y hay que saber adaptar las fuerzas políticas a las realidades del país. Con generosidad, con el valor de la cooperación por bandera, con un pie en la institución y otro en la calle, como no podía ser de otra manera. Porque sí, hay que tener fuerza en la calle y militantes de todos los sectores sociales y profesionales, pero si no somos capaces de tener una buena representación institucional, si no apostamos por ganar para transformar nuestra sociedad en favor de la mayoría, todo será más difícil. Se trata de dos condiciones que se retroalimentan, que además no son de suma cero.
No sé qué hará Yolanda Díaz ni si realmente en los próximos meses se empezará a hablar seriamente de un nuevo espacio político transformador. Lo que sí tengo claro es que la política gallega, si el proyecto colectivo lo precisa, dará un paso adelante. Pero para ello, necesitará que muchas mujeres y muchos hombres de todo el país tomen conciencia de lo importante que será acompañarla, cuidarla, defenderla y dejarla trabajar, con paciencia pero con determinación, con ilusión pero con la responsabilidad que la ocasión histórica merece. Porque los ataques hacia su persona arreciarán y el apoyo mutuo será imprescindible. Vice-o-Presidenta. El tiempo dirá.