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Campaña para liberar a Lammie, la última elefanta del zoo de Johannesburgo

Los activistas preparan una manifestación ante el zoo para el próximo 9 de febrero.

Lammie, el último elefante del zoo de Johannesburgo./CHANGE.ORG

Nerea González (EFE)

La elefanta Lammie tiene 39 años y se quedó sola en su cautiverio en el zoo de Johannesburgo cuando su compañero, Kinkel, murió el pasado septiembre. Desde entonces, grupos animalistas de Sudáfrica impulsan una campaña para que Lammie sea liberada y pueda pasar lo que le queda de vida en un santuario.

Las razones para su traslado van desde el carácter naturalmente social de los elefantes hasta las pobres condiciones que el zoo de Johannesburgo tiene para ofrecer a estos enormes mamíferos, que en condiciones normales recorren unos 60 kilómetros al día.

"Los elefantes están muy cerca de los humanos respecto a cómo demuestran sus emociones y a cómo se organizan en grupos familiares. Y como los humanos, ellos lloran a los suyos", explicó a Smaragda Louw, integrante de Ban Animal Trading, una de las asociaciones que impulsan esta iniciativa y que ofrecen, incluso, cubrir los costes del traslado.

"Son muy inteligentes, tienen una comunicación muy compleja y son altamente sociables", coincidió Karen Trendler, portavoz del Consejo Nacional de Sociedades por la Prevención de la Crueldad con los Animales (NCSPCA), el órgano independiente que vela en Sudáfrica por hacer cumplir las leyes que protegen la fauna.

El zoo, situado en uno de los suburbios del norte de la ciudad, se ha negado rotundamente a las peticiones y, hasta la fecha, su única alternativa ha sido la posibilidad de traer a otro elefante a vivir con Lammie.

"Ella lo está sobrellevando extremadamente bien. Ahora estamos evaluando con las autoridades pertinentes si le podemos conseguir un acompañante", contó Jenny Moodley, portavoz del departamento de parques de Johannesburgo.

El zoo afirma que, pese que hubo señales iniciales de angustia tras la pérdida de Kinkel, Lammie presenta ya un comportamiento normal y ningún signo típico de depresión.

Además, alegan que cumplen una labor social y educativa, ya que son el único lugar en el que muchos niños desfavorecidos de Johannesburgo pueden ver elefantes.

Los defensores de los animales, sin embargo, tienen una opinión completamente contraria.

"Tanto tener un elefante solo como tener dos que no tienen por qué llevarse bien es muy injusto", indicó Karen Trendler.

Para que un elefante tenga un medio social cercano a su comportamiento natural, añadió esta experta, tiene que estar vinculado dentro de un grupo de al menos cuatro ejemplares, algo que no va a pasar en ningún caso en el zoo de Johannesburgo.

Adicionalmente, traer a otro paquidermo al zoo supondría forzar a ese animal a romper los lazos con su propio grupo social.

"A otros animales en recintos pequeños les puedes dar lo que necesitan, a los elefantes no. No queremos acabar en la situación de que, de pronto, nos enteramos de que otro elefante viene en camino, no queremos que otro elefante pase por lo mismo", añadió, tajante, Trendler.

Tampoco están de acuerdo los grupos defensores de los derechos de los animales con el supuesto valor educativo de tener un animal en cautiverio, especialmente si es de una especie que en dichas condiciones no puede desarrollar una vida normal.

"Lo que están haciendo implícito así es que a los niños pequeños no les importa el bienestar de un animal mientras puedan verlo, y eso no es cierto", alegó la doctora Louw en nombre de Ban Animal Trading.

"Lo que les enseñamos a los niños si ven a un elefante en soledad y encerrado no es algo correcto. No está haciendo cosas de elefantes. Los monos, al menos, tienen árboles para colgarse y están en grupos", adujo en el mismo sentido la portavoz de NCSPCA.

Los grupos de defensa de los derechos de los animales argumentan también que hay múltiples reservas naturales en las cercanías de Johannesburgo, aptas para excursiones escolares de un día como las que se organizan al zoo.

"Los zoos dan al público un falso sentido de seguridad respecto a la conservación, porque los animales están ahí pero la verdad es que estamos diezmando sus ecosistemas. Lo que deberíamos hacer es invertir ese dinero en tratar de proteger su medio", subrayó Louw.

Para dar visibilidad a la campaña por la liberación de Lammie, los activistas preparan una manifestación ante el zoo para el próximo 9 de febrero.

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