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EEUU reduce su presencia en Oriente Próximo, con China a la expectativa

Desde su entrada en la Casa Blanca, Joe Biden ha ejecutado cambios significativos en la política respecto a Oriente Próximo. Los intereses geoestratégicos de EEUU no son los mismos que en décadas pasadas, lo que está llevando a una reducción de sus fuerzas en la región, un vacío que ven con preocupación antiguos aliados de la gran superpotencia.

Biden sube en un helicóptero en la Casa Blanca
Biden sube en un helicóptero en la Casa Blanca. Lenin Nolly / ZUMA Wire / Europa Press

En los primeros seis meses en la Casa Blanca, el presidente Joe Biden ha expresado con acciones claras un cambio de prioridades en Oriente Próximo, con la adopción de una serie de medidas que revelan el deseo de una menor presencia militar, quizá porque para EEUU la región ha dejado de ser un territorio vital para sus intereses en comparación con décadas anteriores.

Esta situación permite a China meter el pie en la zona. Aunque a diferencia de la superpotencia occidental, Pequín no parece tener un interés militar sino más bien comercial, sus movimientos se siguen con atención desde Washington y desde distintas capitales de Oriente Próximo, unas más inquietas y confundidas que otras.

Biden ha redibujado sus planteamientos en relación con el mandato de Donald Trump

Hechos que apuntan en esa dirección son la reciente evacuación de misiles Patriot de Arabia Saudí, la reducción del número de soldados americanos en las bases del Golfo Pérsico y la retirada de todas las tropas de Afganistán después de veinte años, dejando el país en manos de los talibanes a los que Washington ha combatido desde los atentados del 11-S de 2001.

Biden ha redibujado sus planteamientos en relación con el mandato de Donald Trump, lo que incluye el inicio de un diálogo directo con Irán, y la aplicación de cierta presión, muy leve, sobre Israel.

A diferencia de Trump, Biden ha recalcado la importancia de los derechos humanos, una cuestión que naturalmente incomoda a numerosos aliados. La nueva situación suscita preguntas que por el momento son difíciles de responder, sobre todo la relativa a si las políticas de la Casa Blanca son más o menos puntuales o tendrán largo recorrido.

En todo caso, es comprensible que cada movimiento de Biden se observe con inquietud. Algunos analistas señalan que la retirada de Afganistán significa que Biden ha dejado de ver el islamismo militante como una amenaza directa e inmediata a la seguridad de EEUU, el motivo que llevó a los americanos a ese país tras los atentados del 11-S, de manera que la presencia militar permanente en Afganistán ya no es imprescindible.

Sugieren que el "pacto estratégico" que se está cociendo entre China e Irán no es tan fiero como se presentó al principio

También sugieren que el "pacto estratégico" que se está cociendo entre China e Irán no es tan fiero como se presentó al principio, sino que se trata un acuerdo esencialmente comercial mediante el que China invertirá en Irán por todo lo alto a cambio de obtener ventajosos precios en la importación de petróleo, de manera que no amenaza los intereses primordiales de EEUU ni requiere una presencia militar adicional.

No hay que olvidar que en la actualidad China importa el 15 por ciento de su petróleo de Arabia Saudí y el 9 por ciento de Irak, y que durante los últimos doce meses solo ha importado el 3 por ciento de Irán, una correlación que se modificará cuando se aplique el "pacto estratégico".

Además, en los últimos años China ha exportado a los países árabes del Golfo aliados de EEUU más armas que a Irán. Históricamente la fuerte presencia militar americana en Oriente Próximo se justificaba por la necesidad de garantizar el suministro de petróleo a Occidente, para proteger a Israel y para evitar que otra potencia regional o mundial ocupara ese espacio.

Probablemente estos argumentos no son ya tan decisivos, especialmente si se considera que EEUU es el principal productor de petróleo y que la importación de petróleo del Golfo es apenas simbólica.En la actualidad, EEUU importa más petróleo de México que de Arabia Saudí, y las tres cuartas partes del petróleo del Golfo se exportan a países asiáticos, con China, India, Japón y Corea del Sur a la cabeza.

Es lógico que la reducción de la presencia americana se complemente con una mayor presencia militar en el sudeste asiático y en el mar de la China con el fin de contrarrestar la influencia de la emergente potencia asiática.Otra cuestión a considerar es que la presencia militar americana, con decenas de bases terrestres, aéreas y marítimas, no ha logrado resolver los problemas y conflictos de Oriente Próximo, ni en Siria, ni en Yemen, ni en Libia, ni en Irak, ni en Líbano. Es más, probablemente esa presencia masiva ha contribuido antes a la inestabilidad que a la estabilidad

En EEUU muchos se han preguntado si todo el esfuerzo militar de los últimos años ha servido de algo

En EEUU muchos se han preguntado si todo el esfuerzo militar de los últimos años ha servido de algo, un cuestionamiento que ha ido creciendo desde la investidura de Biden. Las pérdidas de EEUU, especialmente las pérdidas humanas, han sido cuantiosas en comparación con el beneficio económico y político que le han reportado.

Por otra parte, la influencia de Israel en la región, y más allá de la región, ha crecido. Los ataques a Irán, físicos o cibernéticos, son constantes, así como su expansión en distintos países árabes, una injerencia bastante preocupante para la estabilidad.

Esa injerencia llega al África subsahariana, como se vio la semana pasada cuando las autoridades de Nigeria detuvieron a tres israelíes que estaban en contacto con un grupo que defiende la secesión de Biafra.Con todos estos antecedentes, es natural que EEUU reduzca su presencia en Oriente Próximo, y es también natural que algunos países muestren inquietud o tengan ambivalencia.

En el último número de The New Yorker se revela que Benjamín Netanyahu presionó a Trump después de que este perdiera las elecciones de noviembre para que atacara a Irán, una acción que al final no se llevó a cabo debido a la frontal oposición de los altos jefes militares.

En conclusión, Washington está creando una realidad distinta a la de las últimas décadas, una situación que podrá corregirse más adelante si Biden lo considera oportuno, pero que mientras tanto permite conjeturar que el futuro próximo de Oriente Próximo será diferente del pasado que hemos conocido.

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