De Die Linke al Nuevo Frente Popular: la izquierda europea se reinventa en tiempos de ascenso ultra
Die Linke es la opción favorita entre los jóvenes alemanes y confirma la buena tendencia de la izquierda alternativa en Europa ante el declive de los partidos socialdemócratas.

Bruselas--Actualizado a
El Nuevo Frente Popular paró en seco a la extrema derecha de Marine Le Pen en las elecciones legislativas de Francia del año pasado. El Partido del Trabajo es el cuarto más importante de Bélgica atravesando un buen momento de forma. Y Die Linke dio la campanada en las recientes elecciones de Alemania encajando uno de los mejores resultados electorales de su historia. La izquierda alternativa europea se reinventa en un momento global marcado por el auge de las fuerzas de extrema derecha y por la crisis de la socialdemocracia.
El partido Die Linke -La Izquierda- resurgió de sus cenizas en las elecciones anticipadas celebradas el 23 de febrero en el país más importante de la Unión Europea. La formación, que en 2021 se había quedado fuera del Bundestag por no lograr el umbral mínimo del 5%, duplicó sus resultados pasando del 3,9% de los votos al 8,8%. “El gran éxito de Die Linke es también una señal importante para la izquierda europea. En el país más grande de la UE hay un fuerte partido antifascista y socialista. ¡Sé que nuestros compañeros internacionales también sacan fuerza y confianza de esto!”, celebró Martin Schirdewan, eurodiputado de Die Linke.
En paralelo, el resto de fuerzas progresistas se desplomaron. Los años de gestión en el Gobierno tripartito -formado por la coalición semáforo de Socialdemócratas, Verdes y Liberales- pasaron mucha factura. Los liberales se han quedado sin representación parlamentaria, el grupo ecologista ha perdido tres puntos y el gran descalabro lo ha sufrido la socialdemocracia encabezada por Olaf Scholz, que pierde nueve puntos encajando el peor resultado de su historia y confirmando la crisis de la segunda familia más importante de Europa. Los socialistas resisten en apenas cuatro Estados miembros: España, Malta, Dinamarca y Lituania.
Die Linke es el partido más popular entre los jóvenes y fue el más votado en urbes como Berlín. Los pronósticos previos a la cita con las urnas no eran muy alentadores. La formación, con raíces en el Partido Comunista de Alemania del Este, afrontaba sus primeros comicios después de que una de las suyas, Sahra Wagenknecht, se escindiese formando un nuevo partido bajo su propio nombre: BSW. Pero el experimento de Wagenknecht, calificada como una populista de izquierdas o como una conservadora de izquierdas, salió rana y no logró representación parlamentaria. El proyecto, sustentado sobre un programa progresista en lo económico pero ultraconservador en temas como la inmigración, no convenció.
Durante la campaña, la contundencia de la líder de Die Linke en el Parlamento, Heidi Reichknecht, ante los flirteos de los conservadores de la CDU con la extrema derecha de Alternativa por Alemania (AfD) vivió un momento decisivo. Su discurso en contra de la caída del cordón democrático en una votación en la que la CDU de Friedrich Merz y la AfD de Alice Weidel se aliaron para sacar adelante una medida antiinmigración se viralizó en redes sociales logrando un impacto brutal que según los analistas se trasladó en el buen resultado final.
La fórmula de éxito de Die Linke emana de que es el único partido que ha plantado cara al creciente discurso antiinmigración que han adoptado todas las fuerzas del hemiciclo germano haciendo suyo la receta de la extrema derecha. Merz promete unas medidas durísimas que incluso entrarían en conflicto con las reglas comunitarias. Y fue el propio Scholz el que introdujo los controles en todas las fronteras alemanas e impulsó la deportación de ciudadanos al Afganistán de los talibanes. Pero sobre todo, su popularidad radica en que centra sus prioridades en los problemas de la maltrecha económica en recesión que sufre la locomotora europea en propuestas sobre la crisis de la vivienda o el aumento de los precios. Además, el partido ha dejado claro que votará en contra de crear un fondo millonario para incrementar el gasto militar durante esta legislatura.
Este programa es también el que ha aupado al Partido del Trabajo belga (PTB/PVDA). Bajo la consigna de “primero las personas, no los beneficios” ha captado adeptos colocándose como la fuerza más votada en los barrios de Mons, Forest y Molenbeek durante las elecciones a la comuna que se celebraron el pasado mes de octubre en el país. En los comicios generales, fue la opción favorita de uno de cada diez ciudadanos belgas obteniendo 200.000 votos más que en 2019 y pasando de 12 a 15 escaños en el Parlamento federal. Meses antes, la coalición de izquierdas Nuevo Frente Popular (NFP) -integrada por el Partido Socialista, Los Ecologistas, el Partido Comunista Francés o La Francia Insumisa- se hizo con 190 de los 577 escaños de la Asamblea Nacional francesa, siendo el muro de contención a la extrema derecha de Marine Le Pen.
En tiempos de zozobra mundial, donde se impone la ley del más fuerte, los discursos anti-inmigración y la carrera armamentística, la izquierda se está abriendo paso con alternativas y propuestas centradas en la justicia social y en el freno a los jaleos para ejecutar el mayor gasto en armas desde la Segunda Guerra Mundial. Entretanto, la socialdemocracia atraviesa una crisis de identidad con dificultad para marcar la diferencia frente a las posiciones más centristas.
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