Opinión
Los dos matones y el pringado de clase


Por David Torres
Escritor
-Actualizado a
Nunca se deben perder las formas. Si, por lo que sea, uno las pierde, al menos que no sea en público. Me ocurrió con un ligue que era un encanto de chica, guapa, inteligente, simpática, pero rompí con ella a la segunda cita porque, al beber más de la cuenta, le brotaba del interior un ectoplasma que empezaba a insultar a los camareros, a tirar los vasos y a soltar a gritos lo primero que le pasaba por la cabeza –que no solía ser nada conveniente. Yo también guardo dentro un ectoplasma con muy mala leche, aunque procuro que no aparezca más que en la intimidad, cuando el puro no tira, se encasquilla el ordenador o me llaman para una oferta de telefonía móvil.
Después de su brillante campaña en Sicilia, el general Patton estuvo a punto de embarcar para casa por insultar y abofetear a un soldado que padecía fatiga de combate. Le obligaron a pedirle perdón delante de la tropa, lo relevaron del mando y lo usaron como señuelo durante las operaciones previas al desembarco de Normandía. Una vez afianzada la cabeza de playa, le entregaron el mando del Tercer Ejército, donde capitaneó una ofensiva fulgurante en la que lo único que lo detuvo fue la falta de combustible. De haber favorecido a Patton en lugar de a Montgomery, quizá los americanos hubiesen entrado en Berlín antes que el Ejército Rojo, pero tras la derrota alemana, dijo tales burradas contra los aliados rusos que el alto mando decidió trasladarlo a una oficina para que se enzarzara con la papelera.
Patton era un genio militar, qué duda cabe, uno de los mayores tácticos de la contienda, pero, de no haber muerto en un absurdo accidente de automóvil, difícilmente hubiera podido hacer una carrera política como Eisenhower, que era un diplomático nato. Hace setenta años, ser un patán consumado penalizaba mucho en las encuestas. En lo de perder los papeles y en el mal carácter, Donald Trump se parece bastante a Patton, aunque prácticamente es en lo único que se parece. No tiene muchas más cualidades aparte del dinero y la pésima educación. Sospecho que, hoy día, Patton podía haber llegado a presidente sin esforzarse demasiado, cuando lo único que hace falta para dormir en la Casa Blanca es ser multimillonario, cabrearse hasta la apoplejía y portarse como un imbécil.
Lo que vimos el otro día durante la paliza verbal que le propinaron Trump y Vance a Zelenski es un cambio definitivo en el modo de encarar las relaciones internacionales. Antes de Naranjito, los líderes estadounidenses solían guardar las formas con sus perritos de presa y hasta Kissinger, que era una bestia genocida, decía de Somoza que "es un hijo de puta, sí, pero es nuestro hijo de puta" (una frase que copió de Roosevelt). El posesivo del plural denotaba cariño, el mismo con que han alimentado a base de armas y pasta el conflicto ucraniano durante más de una década. Obama te machacaba a bombazos en Libia o en Siria, te expulsaba del país a patadas o te dejaba pudrirte en Guantánamo, pero siempre con unos modales exquisitos.
Zelenski en el Despacho Oval, sentado junto a Trump y Vance, recordaba al pobre crío acogotado por dos abusones en el patio del colegio. Primero le afearon la vestimenta, a ver si el dirigente ucraniano iba a estar al mismo nivel de Musk con sus pintas barriobajeras, su gorra de pandillero y su hijo sacándose mocos de la napia. Después le dijeron que se callase y agachase la cabeza, no se fuese a llevar una hostia. El pobre Zelenski salió acojonado rumbo a Londres, a reunirse con sus amiguitos, sin comprender aún que en el colegio había un matón nuevo y que ya no le juntaba. En cuanto a la cámara, estaba ahí para enseñarnos cómo va a ser a partir de ahora la diplomacia internacional: lo mismo que antes, sólo que con público.
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