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Extrema derecha Un neonazi confiesa el asesinato de un político alemán que defendía la acogida de los refugiados

La investigación sigue en curso para determinar si hubo cómplices. El asesinato de Walter Lübcke ha revivido en Alemania el debate sobre la violencia ultraderechista.

La policía investiga la escena del crimen donde fue asesinado el político alemán de la CDU Walter Lübcke por un neonazi. / EFE - ARMANDO BABANI

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La confesión del neonazi Stephan Ernst del asesinato del político alemán Walter Lübcke, anunciada este miércoles por el Gobierno, afianza la vinculación del crimen con la ultraderecha y refuerza como móvil el rechazo del autor a la política oficial de acogida a refugiados.

Las autoridades alemanas dijeron que siguen investigando las circunstancias y la motivación del asesinato de Lübcke, pese a que por sorpresa se conoció que Ernst confesó la autoría del crimen.

El ministro del Interior, Horst Seehofer, informó de que Ernst había confesado, tras comunicarlo en una sesión a puerta cerrada de la comisión de Interior de la Cámara baja del Parlamento alemán (Bundestag), pero las dudas persisten y hasta se multiplican a pesar de la revelación. "El fiscal general nos ha informado de que el presunto asesino ha confesado", dijo Seehofer a la prensa, ante la que aseguró: "Nos alegramos de ese éxito", pero "las investigaciones no han terminado. Tenemos que seguir trabajando para determinar si hubo cómplices".

Ernst, de 45 años y conocido en círculos neonazis de Hesse (centro), fue detenido el pasado 17 de junio y la Fiscalía Federal anunció entonces que investigaba como "acto ultraderechista" el asesinato de Lübcke, un defensor de la acogida de refugiados que fue asesinado de un tiro en la cabeza cuando se encontraba en la terraza de su chalet en Wolfhagen-Istha, junto a Kassel (oeste del país).

En una lista de posibles objetivos de un grupo neonazi

Lübcke, perteneciente a la Unión Cristianodemócrata (CDU), el partido de la canciller Angela Merkel, se había convertido en una figura odiada por la ultraderecha por su actitud en defensa de los refugiados.

El asesinato de Lübcke ha revivido en Alemania el debate sobre la violencia ultraderechista

En 2015 Lübcke había respondido a insultos durante un acto diciendo que quienes no compartían ciertos valores humanitarios estaban en libertad de dejar el país; este miércoles medios alemanes aseguran que como motivo de su acción Ernst citó aquellas declaraciones del político alemán. Según Der Spiegel, el asesino confeso hasta estuvo presente en el acto en el que Lübcke defendió la acogida de los refugiados en 2015, el año de la avalancha de estos en territorio alemán. Sin embargo, las autoridades no han precisado cuáles pudieron ser los motivos del crimen, que el ministro Seehofer califica de "asesinato político".

El asesinato de Lübcke ha revivido en Alemania el debate sobre la violencia ultraderechista, y desde ese lado del espectro político el partido Alternativa para Alemania (AfD) al parecer intentó hoy desviar la atención hacia una eventual participación de la mafia en el crimen, según la revelación de detalles de la reunión de este miércoles en el Bundestag que hicieron algunos medios.

Tampoco se sabe por qué razón Ernst no estaba sometido a vigilancia a pesar de que se sabía de su potencial peligrosidad; y los llamamientos a un endurecimiento de las atribuciones de los servicios secretos fueron enseguida vinculados por la AfD a la presunta intención del Gobierno de limitar los derechos fundamentales.

En las investigaciones sobre el asesinato se ha conocido que el nombre de Lübcke estaba en una lista de posibles objetivos del grupo terrorista neonazi Clandestinidad Nacionalsocialista (NSU). Y no han faltado quienes hayan responsabilizado a la AfD, partido con representación parlamentaria, de haber contribuido a crear un clima de odio y por consiguiente de ser en parte responsable del asesinato. Como hizo hoy, sin citar al partido de ultraderecha, el presidente del Bundestag, Wolfgang Schäuble, quien se refirió al caso al comienzo de la sesión de preguntas a Merkel declarando: "La incitación al odio es el caldo de cultivo de la violencia. Quien lo alimenta, se hace cómplice".

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