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Francia aguanta el aliento: el país vota en un plebiscito sobre la ultraderecha

Las elecciones legislativas, convocadas de manera anticipada por Macron, desembocan en una votación marcada por la posible mayoría del partido de Le Pen.

Marine Le Pen pronuncia un discurso en Henin-Beaumont, norte de Francia, el 30 de junio de 2024.
Marine Le Pen pronuncia un discurso en Henin-Beaumont, norte de Francia, el 30 de junio de 2024. Francois Lo Presti / AFP

Millones de franceses votarán este domingo con un nudo en el estómago. Pocos de ellos se imaginaban hace apenas un mes que empezarían el verano decidiendo sobre la llegada al poder (o no) de la ultraderechista Agrupación Nacional (RN). De eso va básicamente la segunda vuelta de las elecciones legislativas de este domingo. Después de que el partido de Marine Le Pen y sus aliados quedaran como primera fuerza y obtuvieran el 33% de los votos en la primera vuelta, afrontan la segunda con posibilidades de hacerse con el control de la Asamblea Nacional. La mayoría se sitúa en 289 escaños y los ultras se clasificaron para unas 400 circunscripciones. Los dados están en el aire.

El lepenismo tendrá enfrente a un resucitado cordón sanitario, el llamado "frente republicano"

El lepenismo tendrá enfrente, sin embargo, a un resucitado cordón sanitario, también conocido en Francia como el "frente republicano". La izquierda y, en menor medida, el macronismo retiraron a decenas de candidatos para evitar una dispersión electoral y así dificultar un triunfo de RN. Cerca de 200 de ellos —128 en el caso del Nuevo Frente Popular y 76 en la coalición macronista Juntos— renunciaron a presentarse y pidieron el voto para su adversario no ultraderechista. Esa estrategia parece haber dado resultado, aunque los comicios se presentan inciertos. Dependerán de poco más de un centenar de circunscripciones del total de 577 en que se divide el territorio galo.

Según los últimos sondeos, que deben cogerse con pinzas, la alianza de la derecha radical podría obtener entre 210 y 170 escaños. La seguiría la coalición unitaria de las izquierdas del Frente Popular (185-155). En tercera posición, quedaría la coalición Juntos de Emmanuel Macron (150-120), que perdería alrededor de un centenar de los escaños que disponía en la última Cámara Baja, en que era la primera fuerza. La temeraria decisión de convocar estas elecciones anticipadas, tras el batacazo de su formación en las europeas, le ha salido como un tiro por la culata al presidente francés. Ha acelerado la crisis política en el ecuador de su segundo mandato, y a pocas semanas del inicio de los Juegos Olímpicos de París.

Cambio de roles en el “frente republicano”

"Lo que está en juego este domingo es, por primera vez en la historia de nuestro país, la posibilidad de un triunfo de la extrema derecha en las urnas", advirtió el viernes el eurodiputado Raphaël Glucksmann, candidato del Partido Socialista (PS) en las europeas y una de las figuras del sector más moderado del Frente Popular. Reuniendo desde la Francia Insumisa (afines a Sumar o Podemos) hasta el PS, pasando por los verdes y los comunistas, esta coalición ha sido uno de los revulsivos de la campaña. Desbarató los planes de Macron. El presidente confiaba en que estos comicios fueran de nuevo un duelo entre la ultraderecha y su espacio neoliberal, reproduciendo la misma dinámica que en las presidenciales de 2017 y 2022.

Como ya sucedió en esas carreras hacia el Elíseo, el miedo a la extrema derecha representa una de las motivaciones principales en el voto de millones de franceses. Aunque sigue presente, ese temor ha decaído debido a la normalización de un lepenismo que presenta como potencial primer ministro al telegénico Jordan Bardella, de 28 años. La novedad en estas legislativas se debe al cambio de roles en el "frente republicano". Es decir, aquellos votantes que deberán ponerse una pinza en la nariz y votar a un partido que no les gusta no son sobre todo los de izquierdas. El cordón sanitario depende básicamente de los votantes de Macron y de Los Republicanos (LR, afines al PP). Ejercerán como principales árbitros.

"La gente de izquierdas vota más fácilmente para alguien de derechas para impedir la llegada al poder de RN. Cuando les toca hacerlo a los votantes del centro o la derecha, les cuesta más", lamenta Manon, de 33 años y que trabaja en el sector de la banca, en declaraciones a Público. Ella vive en Meaux, una ciudad de unos 55.000 habitantes en el este de la región de París. El duelo en esa circunscripción refleja los antagonismos que se confrontan este domingo en las urnas.

“Más que nunca hace falta ir a votar”

Por un lado, la diputada ultraderechista Béatrice Roullaud, que en 2016 pedía votar para impedir que un musulmán fuera concejal en París. Por el otro, la militante antirracista Amine Bentounsi, investida por la Francia Insumisa y conocida por su lucha porque reconocieran la culpabilidad del agente de policía que mató a su hermano con un tiro por la espalda. "La cuestión esencial en esta segunda vuelta consiste en saber si los votantes macronistas se abstendrán o bien votarán para frenar la extrema derecha. Si miramos lo que pasó en las legislativas de 2022, la mayoría de los votantes macronistas se abstuvieron", advierte el politólogo Thomas Frinault, profesor en la Universidad Rennes 2.

"Si miramos lo que pasó en las legislativas de 2022, la mayoría de los votantes macronistas se abstuvieron", advierte el politólogo Thomas Frinault

Eso propició que la extrema derecha diera la sorpresa en esas elecciones, consiguiendo 89 diputados, la cifra más elevada hasta ahora en la historia del partido de Le Pen. A diferencia de esa votación —marcada por el duelo entre el Gobierno de Macron y la coalición de izquierdas NUPES liderada por Jean-Luc Mélenchon—, la ultraderecha no llega desde un sigiloso rol secundario. Ahora está en el centro y eso ha favorecido que se pusiera la lupa en su ADN nacionalista y xenófobo. Los internautas y medios de izquierdas han puesto énfasis en que más de un centenar de sus candidatos hicieron en el pasado declaraciones racistas, antisemitas o conspirativas. 

También se han volcado en la campaña las estrellas de la selección francesa. "Más que nunca hace falta ir a votar. Es realmente urgente. No podemos dejar el país en manos de esa gente", declaró Kylian Mbappé, flamante jugador del Real Madrid, refiriéndose a la extrema derecha. Ese tipo de mensajes contribuyen a la participación, sobre todo de los jóvenes, el núcleo duro de los votantes del Frente Popular. A pesar de que en la segunda vuelta no están presentes todas las opciones, los sondeos apuntan a una participación del 68%, ligeramente superior a la de la primera vuelta. Entonces, ya fue la más elevada desde 1997. Una tendencia que no parece sonreír a Le Pen.

¿Un Gobierno de “unión nacional” entre la izquierda y el macronismo?

Tras la votación del domingo, podría quedar una Asamblea sin mayorías claras. Hasta el punto de que algunos contemplan un Gobierno de "unión nacional" entre la izquierda y el macronismo. Parece, sin embargo, una hipótesis prematura y que divide al Frente Popular. "Seguramente, deberemos hacer cosas que nadie había hecho antes", declaró Marine Tondelier, secretaria general de los verdes, abriendo la puerta a ese pacto, aunque matizó que dependería de la "orientación política". La Francia Insumisa ya expresó su rechazo a esa alianza. Se trata de una opinión compartida por representantes mediáticos de otros partidos, como la ecologista Sandrine Rousseau o el insumiso disidente François Ruffin, quien tuvo la idea del nombre de Frente Popular.

Macron contemplaría una posible dimisión en caso de un prolongado bloqueo parlamentario

Otra posibilidad con la que se especula consiste en un Ejecutivo interino con perfiles técnicos a la espera de unos nuevos comicios. No podrán celebrarse hasta el verano del año que viene. Representaría, sin embargo, un tipo de Gobierno muy poco habitual en Francia y que quizás no contaría con el apoyo de una fragmentada Asamblea.

Según indicaron esta semana fuentes cercanas a Macron al diario Le Parisien, el presidente contemplaría una posible dimisión en caso de un prolongado bloqueo parlamentario. "Es capaz de todo", dijeron esas fuentes. De lo que no hay ninguna duda es que la crisis política de la Quinta República no se resolverá este domingo por la noche. Simplemente, empezará un nuevo capítulo.

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