JERUSALÉN
Actualizado:La situación humanitaria en la Franja de Gaza es desastrosa, dramática y grave, diez años después de que Israel implantara un férreo bloqueo con el que se quería castigar a Hamás pero se está castigando a dos millones de civiles. La organización fundamentalista que gobierna la Franja y a la que en las últimas semanas le caen palos muy gruesos desde todos los lados, sigue allí indicando que el bloqueo israelí no es la solución.
Por si la situación no fuera lo suficientemente inhumana, Israel ha anunciado que va a recortar el suministro de electricidad a la Franja en un 40 por ciento. En la actualidad los gazatíes reciben electricidad principalmente de Israel, luego de una planta que hay en Gaza y por último de Egipto, en una cantidad mucho menor.
En la actualidad, las familias gazatíes reciben cuatro horas de electricidad a las que siguen doce horas de descanso, y si Israel consuma su amenaza, el servicio se reducirá a tres horas o algo menos y doce horas de descanso. En esta situación no debe extrañar que los gazatíes se debatan día y noche por sobrevivir, máxime si se tiene en cuenta que también padecen una enorme serie de restricciones adicionales debido al bloqueo.
Israel ha anunciado que va a recortar el suministro de electricidad a la Franja en un 40 por ciento
Ron Goldstein, director de Médicos por los Derechos Humanos en Israel, dice que “los niños de Gaza son rehenes de los juegos políticos de la Autoridad Palestina, Hamás e Israel”, a quienes debería añadirse Egipto. Según Goldstein, los problemas no se resolverán hasta que se produzca un cambio político que permita que Gaza se provea de electricidad, se provea de medicinas y se abran sus fronteras con el exterior.
El primer ministro Benjamín Netanyahu dijo el martes que la cuestión de la electricidad es un “problema interno palestino”. “Hamás quiere que la Autoridad Palestina pague la cuenta de la electricidad y la Autoridad Palestina no quiere pagar”, ha explicado Netanyahu. “Israel no tiene ningún interés en una escalada”, ha añadido en referencia a los tambores de guerra que se han oído en las últimas horas.
Muhaimar Abu Saada, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad al Azhar de Gaza, no descarta que el verano que viene sea caliente. “Cuando se arrincona a Hamás en una esquina, existe una gran posibilidad de que haya una guerra, como ya pasó en 2009 y en 2014. Ciertamente, Hamás no tiene interés en otra guerra puesto que todavía no se ha completado la reconstrucción de 2014, pero la situación puede escaparse de las manos en cualquier momento”.
“Los niños de Gaza son rehenes de los juegos políticos de la Autoridad Palestina, Hamás e Israel”
Hace unas semanas la Autoridad Palestina decidió reducir el monto de la factura de la electricidad que Israel provee a Gaza en un 40 por ciento. Los motivos que hay detrás de esta medida son políticos: la rivalidad que existe entre el presidente Mahmud Abás y Hamás. Al recibir la noticia, Israel dijo que si se reducía el pago de la factura, se reduciría el servicio de electricidad proporcionalmente.
La amenaza todavía no se ha concretado y no está claro si se va a concretar en los próximos días. En medios militares israelíes se dice que Israel no tiene interés en que la situación se deteriore hasta un punto de no retorno, aunque naturalmente se hace todo lo posible para que la vida de la población de Gaza no sea llevadera.
Según los Médicos por los Derechos Humanos, hay 240 niños y cientos de adultos que no reciben tratamiento contra el cáncer y la fibrosis debido a los recortes que está aplicando la Autoridad Palestina sobre los hospitales de Gaza. A día de hoy los hospitales carecen de un tercio de las medicinas básicas. Los más afectados son los niños pero el 90 por ciento de los pacientes de cáncer, niños y adultos, no pueden ser tratados por falta de medicamentos adecuados.
De acuerdo con datos de Médicos por los Derechos Humanos, la Autoridad Palestina ha venido dando cuatro millones de dólares mensuales a 13 hospitales y 54 clínicas de la Franja, pero en abril la partida se redujo a 2,3 millones de dólares y en mayo a solo 500.000 dólares, lo que da una idea de las estrecheces que sufren los centros médicos.
La falta de electricidad tiene numerosas consecuencias secundarias que afectan a la atención médica. Muchas cloacas dejan de funcionar debido a los cortes eléctricos y hay lugares donde las aguas residuales afloran en las calles y se convierten en un peligro para las poblaciones hacinadas de los campos de refugiados. La ausencia de electricidad también impide el funcionamiento de las plantas desalinizadoras, de manera que el agua que se consume a menudo no es potable o es de muy baja calidad.
En este contexto se comenta en Gaza que es preciso que la comunidad internacional intervenga, bien para pagar la cuenta de la electricidad bien para obligar a la Autoridad Palestina a pagarla. En cualquier caso, el problema de Gaza va mucho más allá de la electricidad y por ningún lado se ve ningún interés en resolverlo.
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