Opinión
De la pax americana a la pax trumpiana


Profesora de Ciencia Política y Estudios Europeos en la UCM.
El próximo día 20 de enero Donald Trump tomará posesión del cargo de presidente de EEUU. Y, sin embargo, ya existe la sensación de que su mandato ha echado a andar. Esta percepción es bien nítida cuando observamos la manera en la que el resto de líderes mundiales han comenzado a modificar su discurso en relación con Trump, primero levemente, posteriormente de manera más acusada. Trump se sabe poderoso y ejerce como tal.
Y si así lo ha hecho en Oriente Medio, donde efectivamente ha maniobrado de manera sustantiva consiguiendo lo que, por desidia o incapacidad, no había conseguido Biden: un alto el fuego. Un alto el fuego que, no nos engañemos, es simplemente eso, una tregua, un respiro para la población palestina de la Franja de Gaza, pero desde luego no un plan para resolver la cuestión palestina. A apenas cinco días de la toma de posesión de su presidencia, Trump ha realizado una operación de comunicación maestra. En primer lugar, fue él y no Biden, Netanyahu o el emir de Catar el que anunció el alto el fuego. La presión que ha ejercido sobre las partes la delegación de Trump en el terreno liderada por Steve Witkoff ha sido determinante, como también lo ha sido la amenaza vertida el 7 de enero cuando avisó de que si no se liberaban los rehenes se abrirían las puertas del infierno en la zona. Es cierto que el plan aprobado es el que ya se propuso allá por el mes de mayo-junio por la administración Biden, pero, sin embargo, los tiempos no han acompañado a su supuesto legado (además de haberse confirmado como el presidente norteamericano más sionista de la historia y ser cómplice del asesinato de más de 46.500 personas en Gaza).
En todo caso conviene no engañarse. Trump no está interesado en el pueblo palestino, ni en buscar una solución a la cuestión palestina. Trump apoya sin ambages a Israel y a su política en la región. Le sirve con ser el líder que ha conseguido el regreso de los rehenes en manos de Hamas a Israel. Con ello consigue un efecto simbólico que apela a la memoria colectiva norteamericana. Como Reagan en su día con el retorno de los secuestrados en Irán, ahora Trump consigue el retorno de los secuestrados. Y con ello, al igual que entonces Reagan con el fin de la Guerra Fría y la implosión de la URSS, también inaugura el comienzo de un nuevo orden internacional trumpiano.
Un nuevo orden que lleva ya algún tiempo articulándose, pero que con la llegada de un narcisista ególatra a los mandos de la principal potencial mundial se concreta aún más. Es bien interesante echar una mirada a las opiniones públicas globales que nos muestra la encuesta realizada por ECFR y la Universidad de Oxford en noviembre de 2024, inmediatamente después de la elección de Trump. En ella se constata la soledad de Europa ante el devenir de los acontecimientos. De este modo, solo es aquí donde existe una cierta “ansiedad” dicen los autores ante lo que puede suceder con el cambio de administración en EEUU. La mayor parte del mundo está esperanzado ante la posibilidad de que el mandato de Trump sea el que ponga fin a la guerra en Ucrania y en Oriente Medio (este, como hemos mencionado, ha sido el primer paso). Otra de las conclusiones que se extrae de esta encuesta es que la mayor parte de la opinión pública mundial considera que los europeos deberían intentar manejarse en un mundo que se ha convertido en más transaccional y en donde, por tanto, en lugar de intentar organizar una oposición global liberal contra Trump, deberían intentar manejarse con el mundo tal cual es y no como querrían que fuera.
Esta encuesta viene a confirmar algo que las otras dos rondas previas realizadas por este think tank apuntaban ya desde la primavera de 2022, hacia una nueva reconfiguración del mundo. Donde el orden global seguirá siendo un orden, pero no será liberal en sus principios. Hasta ahora la dinámica se apuntaba, ahora con Trump se refuerza y se impulsa. Y el primer paso va a ser la construcción de una pax trumpiana, el segundo, ya lo apuntábamos hace una semana, la construcción de un nuevo Yalta. Sean bienvenidos a el nuevo orden internacional trumpiano.
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