Opinión
Victoria Federica, torera
![GjIkbmuXcAArZQN Victoria Federica como cara en el cartel de la Fiesta de San Isidro.](https://imagenes.publico.es/files/image_horizontal_mobile/files/fp/uploads/2025/02/09/67a8eb95a3e9e.r_d.379-305-6897.jpeg)
![David Torres](https://imagenes.publico.es/files/avatar/uploads/2024/12/09/6756b637a5f04.jpeg)
Por David Torres
Escritor
-Actualizado a
A Isabel Díaz Ayuso se le pueden reprochar muchas cosas, excepto que no sepa cómo liarla parda. En la presentación del cartel de la Feria de San Isidro se las apañó para hacer una reivindicación de la tauromaquia y al mismo tiempo un acto de vasallaje a la corona, con guiño incluido a la figura del rey Juan Carlos. La elección de Victoria Federica, influencer borbónica, disfrazada de torera, fue un auténtico acierto: no hay más que ver el tsunami de comentarios que ha levantado el dichoso cartel. A ver, tampoco es que Ayuso y sus asesores se hayan calentado mucho la cabeza; no iban a poner a Hemingway, quien una vez dijo que cambiaría el Nobel por una oreja en Las Ventas, y menos aun a Lorca, a quien le encantaban los toros, pero cuyo recuerdo iba a traer desagradables resonancias de ultratumba.
En la política española subsisten unos cuantos espontáneos que en su día se vistieron de luces. Casi todos son de Vox, aunque tampoco hay que olvidar a algún diestro batasuno, como, por ejemplo, Jon Idígoras, antiguo dirigente de Herri Batasuna, quien no llegó a pasar de novillero y que en su juventud fue conocido como el txikito de Amorebieta. El bigote de Idígoras al frente de la Feria de San Isidro sí que hubiese armado una revolera de las que hacen época. Sin embargo, hay que reconocer que el cartel borbónico transmite una sensación de bochorno, caspa y carcunda difícilmente superable: da la impresión de que lo hubiese diseñado un ecologista amante de los animales, disléxico, vegano y republicano hasta las trancas.
Es evidente que los fontaneros de la Zarzuela no dan puntada sin hilo: por un lado, cultivan la imagen responsable y abnegada de la princesa Leonor, vestida de guardiamarina y trabajando a bordo del Juan Sebastián Elcano; y por otro lado dejan a su aire a Victoria Federica, que representa todo lo contrario. Entre atropellos a caballo en la Feria de Abril, paseos en patinete eléctrico sin casco, bolsos de lujo al peso, operaciones de cirugía estética a cascoporro y pufos astronómicos en hoteles suizos, la nieta del emérito lleva un tren de vida acorde con su estirpe. La pasada semana, en un concurso de televisión, añadió otra muesca a sus múltiples talentos al abrir un candado de dos disparos, demostrando que ha heredado también el gusto de sus antepasados por las armas de fuego.
En efecto, los borbones poseen una afinidad esencial con las escopetas y los toros, hasta el punto de que abundan los retratos -desde Goya hasta nuestros días-, en donde se los ve disfrutando de cacerías o apalancados en barrera, recibiendo el brindis de un torero. La matanza indiscriminada de animales salvajes no tiene secretos para ellos: lo difícil es encontrarlos alguna vez leyendo un libro, visitando un museo o acudiendo a una obra de teatro, actividades tediosas y sin ningún encanto, distracciones de súbditos pobres que no pueden costearse una montería.
Por lo tanto, era lógico que, durante la presentación del cartel, tanto Ayuso como la propia Victoria Federica recordasen con nostalgia al rey Juan Carlos, otro entusiasta de los toros y las armas que tuvo que marcharse de España por culpa de otra clase de aficiones, típicamente borbónicas, que ahora no vienen al caso. Más lógico todavía que Ayuso vuelva a ganar las elecciones con mayoría absoluta, cuando apenas hay médicos de Atención Primaria en la periferia de Madrid y las listas de espera se van alargando hasta la eutanasia. El dinero está para subvencionar la tauromaquia y las luces para adornar el traje. Olé.
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