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Elecciones autonómicas y municipales 2023

26-M El cansancio electoral favorece a la derecha

La celebración de dos citas electorales, y cuatro comicios, en menos de un mes puede provocar cierto cansancio entre los electores de cara al 26-M. Una menor participación podría favorecer a la derecha respecto a sus resultados en el 28-A.

Fotografía de archivo de unas urnas / EUROPA PRESS

Las pasadas elecciones generales del 28 de abril destacaron, entre otras cosas, por su alta participación. La jornada de votación logró movilizar al 75,75% del censo electoral, seis puntos más que en los pasados comicios, la cifra más alta desde 1996, lo que fue determinante de cara a los resultados. Este registro, sin embargo, podría estar lejos de los niveles de participación que se alcancen el domingo.

La proximidad en el tiempo de las dos citas electorales podría terminar lastrando la participación de la jornada en la que los electores elegirán a sus representantes en municipios, comunidades autónomas y en el Parlamento Europeo. En menos de un mes, el país deberá afrontar hasta cuatro comicios distintos, una situación que, según los expertos, puede provocar cierto cansancio entre los ciudadanos.

La politóloga de la Universidad Complutense de Madrid y analista política Marina Pla explica que "las últimas elecciones generales han tenido una participación excepcionalmente alta, lo que nos lleva a deducir que la caída de la participación en las europeas, autonómicas y municipales va a ser todavía más sensible que de costumbre. La movilización casi total del 28-A de los electorados de izquierda y derecha va a ser difícil de repetir" debido al "cansancio electoral" de los ciudadanos.

Aunque esta puede ser la tendencia general, la politóloga matiza a que "es probable que en comunidades autónomas y municipios en los que las encuestas auguran unos resultados muy ajustados la participación se mantenga en niveles parecidos a los del 28-A", como en el caso de Madrid (Ayuntamiento y Comunidad). Además, el descenso de la participación podría favorecer a las derechas (PP, Ciudadanos y Vox), que obtuvieron peores resultados que las izquierdas (PSOE y Podemos) en las elecciones generales.

Esto podría darse debido a varios factores, entre los que se encuentran los sistemas electorales de cada comunidad o el hecho de que en la campaña de las generales se instauró un llamamiento al voto para frenar a una extrema derecha que entró desinflada (respecto a sus expectativas) al Congreso de los Diputados. Pla apunta en este sentido que "los sistemas electorales autonómicos y municipales son más proporcionales que el estatal, por lo que podría darse, si se mantienen unos resultados similares a los del 28-A, un auténtico vuelco electoral en favor del bloque de derechas en muchas comunidades autónomas. Y más si pensamos que aquellas comunidades en las que PP, Cs y  Vox tuvieron peores resultados (Cataluña y País Vasco) ahora no votan".

Para la politóloga, "todo va a depender de la capacidad de Vox para mantenerse en los números de las generales. De hecho, el retroceso de la formación de extrema derecha podría suponer una cierta recuperación del PP, pero también podría dar lugar a una suma insuficiente".

En 2015 también hubieron varias citas electorales en el mismo año, aunque en esta ocasión se produjo un paréntesis de varios meses entre los comicios. El 24 de mayo de 2015 se celebraron elecciones municipales y autonómicas, y el 20 de diciembre, elecciones generales. Las europeas habían tenido lugar un año antes, en 2014.

Extremadura y Castilla-La Mancha, las más movilizadas

En las pasadas elecciones municipales, participó el 64,93% del censo electoral en una jornada en la que se contabilizaron 22.746.489 votos, y donde la abstención fue del 35% (más de 12 millones de electores no acudieron a las urnas para escoger a sus representantes locales). En la misma jornada se celebraron elecciones autonómicas.

En el caso de las regiones, la participación se diferenció dependiendo del territorio, pero la media en toda España fue del 65,8%. Las comunidad que registró la tasa más alta de electores que ejercieron su derecho al voto fue Extremadura, donde acudió a las urnas un 73,3% del censo electoral (649.024 votos contabilizados), seguida por Castilla-La Mancha (72,77% del censo, 1.119.938 votos) y la Comunidad Foral de Navarra (71,37%, 338.741 votos).

Superaron entonces el 70% de participación La Rioja y Cantabria. El territorio más abstencionista en 2015 fue la Ciudad de Ceuta, donde los electores que se quedaron en casa fueron más que los que acudieron a las urnas (se registró solo un 49,84% de participación). También tuvieron una participación baja, respecto al resto de comunidades, Illes Balears (58,72%) y la Ciudad de Melilla (60,44%), seguida de Canarias (60,99%).

En el resto de territorios, el porcentaje del censo electoral que ejerció su derecho al voto osciló entre el 62% y el 71%: Principado de Asturias (62,21%), Región de Murcia (65,22%), Castilla y León (67,5%), Aragón (68,27%), Comunidad de Madrid (68,9%), Cantabria (70,97%) y La Rioja (71,21%). Aunque la demoscopia no suele hacer pronósticos sobre la participación directa en las elecciones, sí que se suelen incluir en las encuestas (especialmente en los barómetros elaborados por el Centro de Investigaciones Sociológicas), algunas previsiones posibles sobre la abstención, que, indirectamente, apuntan a niveles mayores o menores de participación.

El último estudio del CIS, elaborado en abril, pronosticaba una abstención relativamente alta (en comparación con el resto de territorios) en comunidades como Illes Balears, Principado de Asturias y Castilla y León. La abstención más baja se registró en Extremadura, Castilla-La Mancha y la Comunidad Foral de Navarra, territorios que registraron la participación más alta en las autonómicas de 2015.

Las "vocación europeísta" de España

Las elecciones para elegir a los representantes de España en el Parlamento Europeo representan una asignatura pendiente en cuanto a participación desde hace casi dos décadas, en comparación con el resto de comicios. El último barómetro del CIS recoge que un 10,4% de los encuestados aseguró que no iban a votar el próximo domingo para elegir eurodiputados y un 29% manifestó no tener decidido aún lo que iba a hacer.

En las pasadas elecciones europeas (mayo de 2014), se registró un 45,84% de participación y más de un 54% de abstención. Una situación, donde los electores que no votan superan a los que sí lo hacen, que se da también en las citas electorales anteriores. En 2009 se registró un 44,9% de participación y en 2004, un 45,14%.

Hay que remontarse hasta 1999 para encontrar unos comicios europeos donde la participación superase a la abstención. Ese año acudió a las urnas más de un 63% del censo. En 1994 se superó el 59% de participación y en 1989, primeras elecciones europeas celebradas en España, hubo casi un 55%.

Marina Pla explica que "el poco ruido de las elecciones europeas es sintomático de la situación política que vive el país. La crisis del sistema político de la Transición, una fragmentación nunca vista y el problema territorial hacen que las europeas no consigan despertar el interés de los medios de comunicación ni de la ciudadanía. Todo se interpreta en clave nacional, incluso los resultados de las europeas, que dada la absoluta proporcionalidad del sistema electoral (de circunscripción única) van a ser utilizadas para medir la correlación de fuerzas a nivel estatal".

La coincidencia de las elecciones europeas con las autonómicas y municipales podría hacer que se incremente la participación en la cita electoral europea. "Tradicionalmente, las elecciones europeas han tenido una participación más elevada en España que en la mayoría de países de la Unión, sobre todo de los grandes países. Esto se ha interpretado siempre como la “vocación europeísta” de los españoles, pero lo cierto es que el efecto arrastre de su concurrencia con otras elecciones es determinante en los datos de participación", concluye Pla

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