madrid
Actualizado:Las cloacas del periodismo no son nuevas, aunque el bulo sobre los paraísos fiscales de Pablo Iglesias ha provocado que vuelvan a despedir un fuerte y putrefacto hedor. El caso más reciente podría englobarse en los ataques sistemáticos que ha sufrido Podemos desde su nacimiento. Algunos se quedaron en la prensa y otros alcanzaron los tribunales. Poco importó que las denuncias no pasasen de ahí, de una simple e interesada querella, porque el daño a la imagen del partido ya estaba hecho.
Ahora, unos audios han desvelado que el presentador y director de La Sexta, Antonio García Ferreras, pese a saber que una supuesta noticia publicada en el periódico de Eduardo Inda era falsa, decidió hacerse eco de la misma. En las grabaciones de la conversación entre el excomisario José Manuel Villarejo y Ferreras, publicadas por Crónica Libre, el último le comenta que le dijo al director de OKDiario: "Eduardo, esto es muy serio, yo voy con ello, pero esto es muy delicado y es demasiado burdo".
El bulo de la (inexistente) cuenta bancaria de Iglesias en Granadinas es el último ejemplo de las cloacas periodísticas en la democracia, aunque si retrocedemos en el tiempo habría que recordar la campaña emprendida por un grupo de periodistas contra Felipe González cuando era presidente del Gobierno. El núcleo duro mediático lo conformaban El Mundo, ABC y la Cope. Entre los insignes miembros de la Asociación de Escritores y Periodistas Independientes (AEPI), figuraban los directores de los citados periódicos, Pedro J.Ramírez y Luis María Anson, así como el locutor Antonio Herrero.
El 'sindicato del crimen'
Además de ellos, había más nombres (Antonio Burgos, Martín Ferrand, José Luis Gutiérrez, Jiménez Losantos y Julián Lago, entre otros), pero el objetivo de todos era terminar con el Gobierno del PSOE. Los ataques, pues, llegaron desde todos los frentes mediáticos. Y la fama que se granjearon les llevó a ser bautizados por los socialistas como el sindicato del crimen. Alguno de ellos, años después, reconoció la existencia del plan para derrocar a Felipe González, aunque el más explícito fue Anson, quien en 1998 concedió una entrevista a la revista Tiempo en la que aseguró que para conseguir el objetivo "se rozó la estabilidad del Estado".
"Había que terminar con Felipe González, ésa era la cuestión. Al subir el listón de la crítica se llegó a tal extremo que en muchos momentos se rozó la estabilidad del propio Estado. Eso es verdad. Tenía razón González cuando denunció ese peligro..., pero era la única forma de sacarlo de ahí", le confesó Anson al periodista Santiago Belloch. "La cultura de la crispación existió porque no había manera de vencer a González con otras armas", añadía el exdirector del ABC, quien insistía en que "hubo que elevar la crítica hasta extremos que a veces afectaron al propio Estado".
El miedo a que el expresidente revalidase su cargo en las elecciones de 1996, que llevaron a la Presidencia a José María Aznar, se resumen en esta frase lapidaria de Anson: "No salimos de 40 años de Franco para entrar en 30 años de González". Además de los citados, según diversas fuentes (en algunos casos los propios interesados en la caída del socialista), también formaban parte de la asociación José Luis Balbín, Antonio Burgos, Camilo José Cela, Antonio Gala, Francisco Umbral y Antonio García-Trevijano, quien en aquellos tiempos soñaba con presidir una república española.
Los atentados del 11M
Pedro J. Ramírez volvería a protagonizar otro de los escándalos periodísticos desde el fin del franquismo. Sus pormenores son bien sabidos: varios atentados yihadistas tienen lugar en Madrid el 11 de marzo de 2004, tres días antes de las elecciones generales. En el PP, el asesor y sociólogo Pedro Arriola comenta: "Si ha sido ETA, barremos; si han sido los islamistas, gana el PSOE". Aunque no hay pruebas de que hubiesen sido los etarras, el presidente del Gobierno, José María Aznar (Mariano Rajoy era entonces el candidato electoral), el ministro Ángel Acebes y el partido atribuyen la autoría a ETA.
A esa teoría se suman muchos medios, incluido El Mundo. En las redacciones suenan los teléfonos y se incrementan las presiones políticas. En el PP son conscientes de que, si se hiciese público que los atentados fueron obra de yihadistas, le pasaría factura en las urnas, pues Aznar había escenificado en las Azores, junto a Bush y Blair, su apoyo a Estados Unidos en la guerra de Irak. Hasta ETA desmintió su autoría, pero Gobierno, PP y algunos medios siguieron en sus trece. Las elecciones dieron la victoria al socialista José Luis Rodríguez Zapatero.
El Mundo no se apeó de su teoría de la conspiración y la siguió alimentando durante años. La tragedia había tenido tintes esperpénticos, pues una casete hallada en una furgoneta fue vinculada al grupo empresarial vasco Mondragón, cuando en realidad era una cinta de la Orquesta Mondragón. Es solo un ejemplo del despropósito y la mala praxis mediática. El tiempo iba pasando y la justicia finalmente resolvió en los tribunales que los autores fueron unos yihadistas que, inspirados por Al Qaeda, atentaron en Madrid en venganza por la participación de España en la guerra de Irak. Sin embargo, Pedro J. Ramírez seguía en sus trece y no se apeó del carro de las especulaciones, bulos o noticias falsas.
Antonio Caño intentó impedir el Gobierno PSOE-Podemos
La penúltima polémica periodística es reciente. El pasado junio, el propio protagonista lo revelaba en su cuenta de Twitter: "Hace cuatro años intentamos evitar desde El País el pacto de Sánchez con populistas y separatistas porque creíamos que eso era malo para la izquierda y para España. No nos creyeron". Se trataba del exdirector del diario madrileño Antonio Caño, cuya confesión fue contestada por algunos periodistas que en aquel momento trabajaban El País, pues ese plural aludía a profesionales que no veían con buenos ojos ese "intento" (que, por otra parte, desconocían) ni estaban de acuerdo con algunas noticias.
Antonio Caño no se quedó ahí, porque tras reconocer su esfuerzo por evitar el pacto, siguió respondiendo a algunos comentarios de tuiteros como Dimas Gragera (Ciudadanos), que se preguntó: "¿Y por qué un medio debería condicionar / evitar acuerdos entre fuerzas políticas? Y¿si ese era el objetivo, por qué no más atención mediática a Cs, que advertía de ese problema?". Caño, quien dirigió El País entre 2014 y 2018, le respondió: "Un medio no condiciona nada, un medio se pronuncia sobre los acontecimientos políticos en la forma en que cree conveniente".
Una periodista también le comentó que "con estas cosas le das la razón a Iglesias y su teoría de la derecha mediática", a lo que él respondió: "¿Por qué? Los periódicos tienen derecho a sostener una posición editorial sobre los asuntos políticos y deben pronunciarse sobre ellos". Caño, quien publicó el tuit justo después de la debacle del PSOE en las elecciones andaluzas, no se apeaba del burro, mientras que Pablo Iglesias ironizaba en Twitter: "Cualquiera que diga que los periódicos y los medios son actores políticos, abrumadoramente de derechas, es un comunista bolivariano amigo de terroristas… Oh wait!".
Las críticas también llegaron de políticos del PSOE como Odón Elorza, diputado y exalcalde de Donostia, quien le hizo varias preguntas en la citada red social: "¿Eso fue un ejercicio de patriotismo del Consejo de PRISA, un ejemplo de falta de profesionalidad periodística o fruto de una estrategia de acuerdo con el IBEX y el PP? ¿O fue una suma de todo? Yo dejé de comprar @el_pais hasta que se fue. ¿Hay cloacas también en la Prensa?".
El actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ya había advertido en Salvados que ocurriría si se alcanzara el pacto: "Ha habido determinados medios de comunicación que me han dicho que si hubiera habido un entendimiento entre el PSOE y Podemos ellos lo criticarían e irían en contra de ello". Cuando Jordi Évole le pide que especifique cuáles, Sánchez contesta: "No han sido medios de comunicación conservadores, sino medios supuestamente progresistas". El presentador insiste y el socialista reconoce que "El País ha sido uno de ellos".
Es más, afirma que el motivo de que la línea editorial del diario, que califica como "abusiva e incluso insultante en lo personal", haya ido en su contra es evitar "que pudiera haber un entendimiento entre las dos izquierdas". Dos años después de la entrevista de Pedro Sánchez en Salvados, el 8 de junio de 2018 Antonio Caño fue sustituido, después de derechizar el periódico, por Soledad Gallego-Díaz.
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