zaragoza
Los efectos extractores del juego online son cada vez más intensos en los bolsillos de los hogares españoles: el volumen de negocio de los portales de apuestas ya supera los 36 millones de euros semanales, según indican los recientes datos sobre comercio electrónico de la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia), que revelan un ritmo de extracción de rentas superior a los 1.800 millones de euros anuales, cota que ya fue superada en 2019.
Las cifras, correspondientes a los dos primeros trimestres de este año, se refieren al volumen de negocio de los portales de juego online, es decir, a su facturación real y no al volumen de dinero movido en las apuestas realizadas, parte de las cuales regresan a los jugadores en forma de premios que, la mayoría de las veces, siguen apostando hasta acabar perdiéndolos.
El número de transacciones, que computa las apuestas individuales y también las compras de bonos, a los que se añaden las ofertas y regalos que los portales utilizan para captar clientes, alcanzó los 26,67 millones de operaciones en el primes semestre de este año tras haberse disparado a 53,1 en todo el ejercicio de 2019, un 15% por encima de las 46,14 del anterior.
Seis años antes, en 2014, esa cifra era de 12,54 millones, lo que indica que la actividad de los portales se ha duplicado con creces en ese periodo. El ritmo es hoy de más de 12.000 apuestas por hora, más de 200 por minuto.
Dopamina y refuerzo intermitente: las claves de la adicción
Esas cantidades superan a las que los españoles se gastan al cabo del año en equipos de telefonía y comunicaciones (1.782 millones según la última Encuesta de Presupuestos Familiares del INE), en vino (1.810) o cerveza (1.557) para consumir el casa, en libros (1.766) o en joyas y bisutería (1.457), lo que lleva a una pregunta: ¿a qué se debe ese nivel de gasto?
"La del juego funciona como cualquier otra adicción", explica la psicóloga y divulgadora Patricia Ramírez, que destaca como una de las claves el llamado "refuerzo intermitente", que lleva a los jugadores a pensar que tienen control sobre la situación o que, por probabilidad, van a ganar. Y, "al mismo tiempo, el cerebro comienza a generar dopamina, el neurotransmisor que nos lleva a buscar una recompensa", anota.
"Se empieza con pequeñas cantidades, controlables, pero a medida que se va perdiendo aparece ese deseo y se deja de gastar por placer y se comienza a hacerlo para recuperar", añade Ramírez. A partir de esa combinación, la bola crece entre deudas, trapicheos para taparlas y, en algunos casos entre adolescentes, el suicidio.
Coincide con Juan Ramón Barrada, profesor de Psicología de la Universidad de Zaragoza en el campus de Teruel; que llama la atención acerca de cómo "una de las claves para comprender los problemas no es tanto qué haces sino por qué lo haces".
La distorsión cognitiva del jugador que cree controlar
En este sentido, Barrada disecciona cuatro tipologías de jugador: quien juega paga ganar dinero, algo "condenado al fracaso"; quien lo hace por una componente social, como una actividad compartida, algo que las propias casas de apuestas facilitan, quien lo hace por diversión y, por último, quien juega para regular su estado de ánimo, para tratar de evitar emociones que le incomodan.
El riesgo es elevado en el último grupo. "Nadie va al cine con expectativas de salir más rico o al casino con las de volver más pobre. Los riesgos aparecen cuando el juego tiene que ver con la regulación del estado anímico, con la evitación", señala.
"Nadie va al cine con expectativas de salir más rico o al casino con las de volver más pobre"
A eso se le suma la sensación de control y la habitualidad: a qué se juega y cuánto y con qué frecuencia se apuesta. "Cuando uno juega a la primitiva no se siente listo si gana, pero eso sí puede ocurrir con otros juegos que generan una sensación de control, aunque el jugador no controle nada, como en los relacionados con las competiciones deportivas, y en los que la pérdida genera la necesidad de recuperar lo perdido", anota. A esa nebulosa sobre la existencia o no de control, que es una de las claves del juego adictivo, se le llama ‘distorsión cognitiva’ por motivos obvios.
Por último, el juego online ha acelerado el factor de la frecuencia y ampliado las posibilidades de acceso a las 24 horas del día frente a las limitaciones de modalidades analógicas como las tragaperras o el bingo por los horarios de los locales. "La frecuencia de juego y la rapidez de los resultados influye en la adicción -explica Barrada-. Es difícil engancharse a la lotería de Navidad cuando la recompensa puede tardar meses en llegar, mientras que el juego online permite apostar con márgenes de unos minutos".
Más de mil millones de euros vuelan cada año al extranjero
Los datos de la CNMC también revelan cómo el juego online ha intensificado sus efectos extractores en los últimos años: el negocio de los portales crece el doble que el uso. En los mismos seis transcurridos desde 2014 en los que se duplicó el número de apuestas el volumen de negocio de los portales se cuadruplicó, al pasar de nueve a treinta y seis millones de euros semanales.
La facturación de las casas de juego online superó la barrera de los mil millones de euros en 2017 tras doblar el volumen en solo tres años y para acercarse a los 2.000 en otros tres si se mantiene el ritmo del primer semestre de este, en el que el volumen de negocio alcanzó los 941, ligeramente por encima de los 1.861 de todo el año pasado.
Ese ritmo de ingresos revela una progresión de carácter aritmético que pocos negocios logran mantener durante un periodo tan prolongado; en este caso, con claros efectos en las economías familiares.
Esa evolución, y el hecho de que el grueso de los portales en los que apuestan los jugadores españoles tengan sus servidores en el extranjero, hace que el juego genere una balanza comercial claramente negativa, puesto que solo las empresas españolas se llevan menos de la tercera parte del pastel, un 27,89% de jugadores locales y un 3,41% de apuestas procedentes del exterior, mientras el 68,68% restante acaba en cuentas bancarias de otros países.
Así, el dinero que ha salido del país como consecuencia del juego online se acerca a los 2.800 millones de euros en los últimos dos años y medio.
“Los microcréditos se han disparado entre los menores de 35 años”
"Hablamos de un negocio que, al final, atenta contra el derecho a tener una vida digna" por sus efectos en las economías familiares, indica Irene García, portavoz de la Coordinadora contra las Casas de Apuestas de Madrid, que anota que "aunque las apuestas físicas ocupan más nuestras acciones, nuestra primera reivindicación es la prohibición de todo tipo de juego, tanto el presencial como en online".
De hecho, se trata de actividades similares. "En los locales de apuestas también se juega online", advierte el Justicia de Aragón, Ángel Dolado, impulsor de un estudio que ha revelado cómo el 6% de los menores de 14 a 18 años padece ludopatía pese a tener vetado el acceso al juego y que ha puesto sobre la mesa cómo esos locales se han convertido en centros de socialización para adolescentes y jóvenes, de manera similar a los centros de máquinas recreativas en los ochenta y los noventa.
García alerta de cómo cada vez es más intensa la relación entre el sector del juego y el de los microcréditos, gravados con intereses superiores a los bancarios y a los que los jugadores recurren para hacer frente al endeudamiento provocado por las apuestas, en una rueda que no deja de crecer y que se está convirtiendo en un lucrativo negocio al socaire de la ludopatía.
"La contratación de microcréditos ha aumentado mucho, se ha disparado sobre todo en los menores de 35 años", señala García, que reclama a la Administración "medidas para solucionar los problemas que está dejando el juego, como la ludopatía y el sobreendeudamiento. Esos créditos deberían condonarse para que las familias afectadas puedan levantar cabeza".
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