Público
Público

Nocturama, el festival abierto y diferente de Sevilla, echa el cierre tras 20 años: "Hemos ofrecido otros caminos"

David Linde, director del festival de música, afirma: "El ciclo ha concluido. Llegábamos a un punto en que no aportábamos nada distinto a la ciudad. Cuando empezamos, no había apenas circuito para los artistas que nos gustan. Ahora sí lo hay".

Martirio, de espaldas, en uno de los conciertos del Nocturama, en el año 2013.
Martirio, de espaldas, en uno de los conciertos del Nocturama, en el año 2013. Óscar Romero

Después de 20 años, echa el cierre este mes de diciembre, entre el 5 y el 8, en Sevilla Nocturama, el festival abierto, innovador y diferente, que ha lanzado al público de una ciudad de arraigadas tradiciones propuestas rompedoras y fuera de los mercados main stream espectáculos tan fascinantes como, por ejemplo, el de Martirio con su hijo Raúl Rodríguez, The Wave Pictures tocando un disco completo de Daniel Johnston o Maga ejerciendo de banda para Germán Coppini.

"Son 20 años. Hemos tenido conciertos increíbles. El de Martirio fue el que más me llenó a mí", afirma a Público David Linde, de La Suite, organizadores de Nocturama, mientras se toma un café con leche en la Alameda de Sevilla.

Aparece con unos auriculares sobre la cabeza en los que escucha la emisora NTS. Habla con pasión de su trabajo y explica así el por qué, las razones que les han llevado a tomar la decisión de cerrar Nocturama: "Hace tres años entendimos que el ciclo estaba concluido. Veíamos ya que estábamos llegando a un punto en que no aportábamos nada distinto a la ciudad, al público. Cuando empezamos hace 20 años, no había apenas circuito para los artistas que a nosotros nos gustan. Ahora ya sí lo hay".

La edición de este diciembre, la última, se presenta con una iconografía evidente, un cartel en el que se lee The End, elaborado por firmado por el pintor y diseñador gráfico Manolo Cuervo. En la oferta se han incluido propuestas musicales de viejos amigos del festival como Rocío Guzmán, Sr. Chinarro y Guadalupe Plata, y algunos de los nuevos proyectos que "marcan el pulso y el presente de la ciudad" como los de Frente Abierto e Israel Fernández, Ruido Clavel, Ana Chufa, Colectivo Brecha y Julia de Arco.

El cartel del último Nocturama.
El cartel del último Nocturama. Público

"Hace 20 años —prosigue Linde— no existía la industria de la música como se concibe ahora. Había gente que ganaba dinero y había gente que más o menos subsistía, pero no es como ahora que es una gran industria. De hecho, en Sevilla y en toda España tenemos fondos de inversión que invierten en festivales. Ver por quinta vez a Vetusta Morla no tiene que ver con la música ni con la cultura, tiene que ver con sacar dinero".

Añade Linde: "No somos tan ingenuos como para combatir a la industria con sus mismas armas. Nosotros creemos en la creación de público. Creemos en estos artistas que jamás van a entrar en sus circuitos y veíamos que el formato festival ya no aportaba nada nuevo. Decidimos entonces empezar a pensar en serio en cerrar el ciclo. Para nosotros esto es cerrar el ciclo. Cuando empezamos Nocturama nunca pensamos que fuera a ser eterno. Y hace dos años, se tomó la decisión, pero dijimos, vamos a esperar al número 20, que es un número muy bonito".

"En La Suite tenemos un lema, que es muy divertido, es un poquito también como el manque pierda del Betis. El lema es era esto o hacer dinero. Eso nos da muchísima libertad también. O sea tener los números hechos. Ser, ahora sí, una empresa sostenible que no necesita grandes ingresos nos da una autonomía, por ejemplo, como para incluso terminar con un ciclo de 20 años", agrega el director de Nocturama.

Los criterios

De ser una de las escasas propuestas musicales en los arrasados veranos de Sevilla, que arrancó en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, un lugar con amplios espacios, muy agradable, en la ribera este del Guadalquivir, pasó después al Casino y sus jardines, también en verano, y, luego al otoño en salas de la ciudad.

"José Lebreros, entonces director del CAAC, decidió hacer algo en la ciudad en verano en el centro y darle un sentido. Decidimos hacer Nocturama y estuvimos muchos años allí. Después se produjo un cambio en la dirección y el nuevo director vio la posibilidad que tenía ese espacio. Lo que hizo fue crear un gran contenedor. Ahí fue cuando pensamos, tenemos que irnos de aquí. Porque Nocturama no es hacer conciertos per se para que la gente venga a entretenerse. Nos dijimos, nos vamos a ir, y nos fuimos al Casino. Luego el Casino se puso en obras. Allí estábamos muy bien".

La propuesta de Nocturama en este tiempo ha sido de manera muy consciente alternativa a lo main stream, incluso, podría decirse, contra la influencia de los grandes mercados. ¿Cuáles son los criterios para elegir los carteles, las propuestas? Linde asegura que han estado basados en "tres patas". Así, por un lado, "tiene que ser una banda que aporte algo distinto, que aporte calidad: tienen que ser buenos músicos. O sea, que su discurso aporte una…, vamos a llamarle a una cierta intelectualidad, o un cierto esfuerzo cultural. Tienen que ser buenas bandas en ese aspecto, tienen que tener un compromiso real con lo que están haciendo. Ese es el primer criterio. Eso nos libera. Puede ser una banda que no esté de moda. Hemos traído bandas a Nocturama que no estaban de gira".

David Linde, director de Nocturama.
David Linde, director de Nocturama. Óscar Romero

El segundo es que "aporte una diferencia a lo que está pasando en la ciudad en el momento". "Por ejemplo —expone Linde—, hay bandas como 091, que nos hubiera encantado, pero cuando vuelven y empiezan a hacer su gira, ahí no hace ya falta que estén en Nocturama".

Por último, se trata, afirma Linde, "fundamentalmente", de que el público "se lleve una experiencia real de lo que está viendo". "No es el selfie, no es el photocall. No es ver otra vez a una banda que has visto mil veces, que también puede ser, no van por ahí los tiros. O sea, nosotros funcionamos como si fuéramos un servicio público. Funcionamos con la música, pero desde la cultura, y como servicio público. Para empezar recibimos ayudas públicas y tenemos una responsabilidad con ese dinero que es público".

"[La idea] es dar a la ciudad siempre algo distinto y buscando siempre la diferencia", remacha Linde.

Sevilla

Sevilla, siendo una ciudad de fuertes tradiciones, también tiene una gran capacidad de síntesis y también de originalidad y creatividad en lo musical. ¿Cómo ha sido esa dialéctica con lo local a lo largo de todos estos años? "Nocturama —afirma Linde— es un producto 100% de la ciudad de Sevilla y sin sentido fuera de ella. Me llamaron hace unos años de otra ciudad, pero dijimos que no".

"Lo local —prosigue— ha estado muy presente. En Sevilla hay muchísimas escenas. Tenemos una escena de metal que es la leche. Tenemos una escena de hip hop que es potentísima. Tenemos una escena de pop y de rock también muy potente. Tenemos varias escenas y nosotros siempre hemos intentado darle espacio. Lógicamente hay gente que se queda fuera. Hay quejas. Lo sé".

Sobre el legado de Nocturama y lo que ha aportado a la ciudad, Linde expresa estas ideas: "Hemos ampliado el abanico. Hemos ofrecido otros caminos. Hemos mostrado que los caminos que te están ofreciendo no son los únicos caminos. Y no hace falta irte a un a un bar underground con cuatro a escuchar… ojo que es donde a mí más me gusta escuchar música, donde mejor me lo paso, pero no. Es cuestión de decir hay otros caminos. Y se puede hacer bien, se puede hacer con calidad".

"Me acuerdo —rememora— cuando trajimos a La Jr, un grupo que venía de Asturias, una mezcla de folk contemporáneo. Y se presentó en Nocturama, creo que éramos 200 allí, con un gran piano de cola y Frank Rudow, el famoso batería, que estaba tocando con ladrillos. No tenía una batería, eran ladrillos microfonados. Un goce".

"Ver esto con todos los servicios que tienes que tener cuando vas a un concierto y pagas una entrada, eso es lo que hemos ofrecido a la ciudad. Que hay otros caminos y que es fácil acceder a esos caminos, solo hay que querer", insiste.

"En cierto modo nunca hemos tenido un público muy numeroso, pero sí un público muy fiel. Me consta que hemos colaborado mucho en la labor de la creación de público", apostilla.

¿Cree que han contribuido a la creación de un gusto también en Sevilla? "Hemos colaborado en la creación de un criterio", considera Linde. "La cultura puede entretener pero esa no es su función. La misión de la música, como actor cultural, no es entretenerte, es plantearte, situarte en un sitio distinto del que venías. Queremos que se lo pase bien la gente, pero lo que queremos es que se interroguen sobre lo que les está pasando".

"Nunca hemos hecho bandera de esto —añade—, pero sí hemos hecho un esfuerzo para programar mujeres. No es un esfuerzo porque es fácil, porque la calidad es maravillosa. Hay años que ha habido el 90%. En Sevilla me consta que ha habido varias bandas de chicas que se han juntado después de, con ciertas edades, ver a mujeres referentes en los escenarios. Eso es muy importante. A mí un promotor relevante en España me dijo un día: 'tías, solo si venden tickets'. Nosotros no somos el mercado. Los referentes son muy importantes".

Mercado y música

Linde deja a lo largo de la entrevista con Público unas cuantas reflexiones sobre las relaciones entre el mercado y los músicos, entre la industria y la cultura. Estas son.

Dice Linde: "Está esa teoría de la pirámide invertida, en la que el creador con su trabajo origina la industria. Ahora es al revés, el músico está abajo. Es lo de menos. Ponemos a otro. Lo importante son los tokens, las barras y debajo está el músico. Nosotros trabajamos la música con respeto, le tenemos respeto, admiración. Cuidamos a los músicos", afirma.

Analiza el promotor: "Hay una ola neoliberal terrible. Dicen que el mejor truco del diablo fue engañar a la humanidad para que pensáramos que él no existía. Está pasando. Las políticas neoliberales sociales y económicas están afectando a la cultura también. Ahora mismo cuando alguien habla de cultura sostenible, lo que está hablando es de cultura rentable y ser rentable no es la función de la cultura. Si la cultura es rentable, nos vamos a jartar de ver a los mismos toda la vida".

"Hay ahí una trampa asesina —continúa—. Cuando alguien habla de la sostenibilidad de la música o de la cultura, es asesina porque lo que está mandando es la taquilla. Ahí no hay ningún promotor cultural, no hay ningún gestor cultural. Hay un inversor que lo que quiere es ganar pasta. En cuanto alguien  compra la entrada y entra en el recinto, a partir de ahí, lo único que se va a hacer es explotarle por su dinero".

Abunda en la idea de esta manera: "Si una cabra en una silla vendiera tickets, seguro que no habría ningún músico en el escenario. Habría cabras. La industria es como Matrix, hay números. Da mucho dinero, mueve muchos millones de euros en España y en el mundo entero. Las promotoras ahora mismo que están haciendo macrofestivales en España tienen fondos de inversión detrás. Hay un señor que se va a gastar 300 euros en cuanto pase por la puerta ¿Cómo hacer que se gaste el dinero?"

Para Linde, la clave está en tratar al público de "forma individual". Así, afirma: "No lo concibo como experiencia colectiva. Y si es colectiva, que obviamente lo es, no es la finalidad, es una consecuencia. Tratamos al público de una forma individual. No me interesa el público como colectivo. La masa es muy manipulable. Me interesa que la experiencia del músico con el individuo se dé. Si está rodeado de una persona o de 100 me parece muy bien, si esa experiencia se colectiviza me parece muy bien, pero si trato al público como una masa, como un como un ente, me estoy equivocando, porque no es un ente".

"Tenemos un respeto absoluto —prosigue— por el individuo, como un ser pensante, como un ser con criterio. Es una cosa íntima en la que por supuesto la colectividad se da, pero cuando programo, no estoy pensando en 10.000 personas. Estoy pensando en una chica de 15 años que va a ver a Christina Rosenvinge y que le inspire y que dentro de dos años pida una guitarra eléctrica y a lo mejor dentro de cinco está tocando en Nocturama".

Christina Rosenvinge, en Nocturama, en 2018.
Christina Rosenvinge, en Nocturama, en 2018. Óscar Romero

"Estoy pensando en ti. Estoy pensando en mí, en señores de 40 años, que puedan ver a una banda que jamás podrían ver en su ciudad porque nadie lo va a programar. Y nuestros precios son muy baratos. No pagan los menores de 18 años. A nosotros nos han venido clases completas con un profesor porque lo único que pedimos es que tiene que venir un adulto. Lógicamente ahí tenemos una merma económica en los ingresos, pero es que no estamos en eso", remacha.

¿Qué pasa con el hueco de Nocturama?

¿Y ahora qué? ¿Qué pasará tras la ausencia de Nocturama? "Esa es la segunda parte del juego que hemos planteado", responde Linde. "Es la apuesta que hemos hecho. Ojalá nos salga bien. La apuesta es cambiar los liderazgos culturales de la ciudad. En este caso en música. Que ese hueco lo ocupe alguien que venga de atrás".

"Eso no se va a hacer por ciencia infusa. Tenemos un proyecto que hemos empezado este año con el colectivo Brecha, que tiene su espacio en Nocturama. A partir de ahora el proyecto es seguir trabajando  desde atrás, pero no liderando, para que gente nacida en el siglo XXI pueda ocupar los espacios, no solo en un nivel artístico, sino a un nivel también de gestión y de producción".

"El mundo por fortuna ha cambiado. Esta gente que ahora tiene 25 o 27 28, 30... Esta gente va a ser quien dibuje el futuro. Y yo quiero que sea con nosotros, yo quiero estar en ese cambio y colaborar ese cambio. Entonces mi trabajo a partir de ahora es: quito de aquí Nocturama y planteo el hueco. No voy a tutelar, pero si quiero propiciar. Hay muchísimo talento, muchísimo". 

Linde, antes de ponerse de nuevo los auriculares y volver a la música, mientras camina por la Alameda, cierra con esta reflexión: "No quiero ser pesimista, pero Rockefeller dijo: 'la lucha de clases existe y la estamos ganando'. Yo creo que ahora mismo son momentos de peligro. Nos están robando la cultura en nombre de la sostenibilidad, en el nombre de una falsa política, en nombre de la masa. Eso es real".

"Es posible que si no nos ponemos las pilas solo podamos ver música en directo rodeados de 30.000 personas o en un bar ínfimo con un equipo de sonido miserable. En ese aspecto yo creo que la labor de Nocturama ha concluido, el ciclo ha concluido, pero también a veces igual para darle valor a lo que ha ocurrido, tienes que echarlo de menos. Sería genial que el público decidiese cómo y qué quiere ver y no que lo decidiese alguien en un despacho en la Castellana".

¿Te ha resultado interesante esta noticia?