bruselas
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El racismo y la xenofobia son fenómenos crecientes en la sociedad europea. Así lo determina un informe de la Red Europea contra el Racismo (ENAR, por sus siglas en inglés), que abarca 26 países de la UE, incluida España. Según el texto, los discursos discriminatorios y estigmatizantes de los líderes europeos, reproducidos por los medios de comunicación, ayudan a justificar políticas migratorias que a menudo vulneran los derechos de las personas migrantes, además de alentar actos violentos contra ellas.
Considerar el aumento de las llegadas de personas migrantes a Europa como una “crisis migratoria”, entiende ENAR, es una herramienta narrativa en sí misma. Este término pone el acento en el flujo migratorio como problema y no en la falta de compromiso de la UE “para responder adecuadamente a este aumento”. Es precisamente este “estado de crisis”, considera ENAR, el que “ha permitido a los responsables políticos justificar decisiones de política de exclusión” que a veces han resultado “en la discriminación de los migrantes no blancos”.
Esta justificación de las políticas migratorias que fomentan la exclusión es un proceso discursivo. “Los políticos y los comentaristas de los medios de comunicación han emitido declaraciones antimigrantes y discursos de odio racistas con impunidad”, denuncia ENAR. El primer ministro húngaro Viktor Orban, el secretario de Estado para el Asilo belga Theo Francken o el eurodiputado polaco Janusz Ryszard Korwin-Mikke son algunos de los políticos europeos habituales de los discursos racistas que el informe menciona. Y aunque algunos de estos discursos provienen de partidos y grupos de extrema derecha, que han crecido además en los últimos años, muchas veces se trata de políticos de ideología en teoría moderada. Este fenómeno resulta en la aceptación, la normalización y la incorporación de discursos racistas y antiinmigrantes en todo el espectro político. Tal ha sido el caso en países tradicionalmente progresistas como Austria, Países Bajos o Dinamarca, donde los partidos de extrema derecha han marcado la agenda política.
El informe ilustra además el proceso de “racialización de la delincuencia y en particular el terrorismo” en el caso de la comunidad musulmana, especialmente después de los atentados yihadistas en Francia y Bélgica entre 2015 y 2016. Dirigentes de países como Hungría, Polonia o República Checa se negaron a acoger migrantes y demandantes de asilo musulmanes aludiendo a una cuestión de seguridad. Esta visión responde a la estrategia de gestión de la mal llamada “crisis de los refugiados”, que se ha convertido antes en una cuestión de seguridad que humanitaria. Es precisamente este discurso el que justifica la militarización de las fronteras o acuerdos como el de la UE y Turquía, tal y como detalla el informe.
Además, políticos y periodistas han incidido en establecer una diferencia entre “refugiados” y “migrantes económicos o ilegales” que en general se realiza aludiendo no a la situación particular de la persona migrante sino a su nacionalidad. Esta práctica contribuye a la politización del estatuto de refugiado, que no puede basarse sino en una evaluación legal, y a la discriminación por razón de origen.
Según ENAR, los grupos de extrema derecha han sido particularmente efectivos a la hora de difundir su discurso islamófobo y antiinmigrante que, sumado a la normalización del mismo, ha llevado a un incremento de los ataques no solo verbales sino también físicos contra inmigrantes y refugiados. Los ataques racistas en la UE fueron desde la incitación al odio, amenazas o el acoso, hasta el incendio de centros de acogida o asaltos que en algunos casos acabaron en asesinatos. Solo en Alemania, se registraron al menos 3729 ataques durante el pasado año.
ENAR denuncia que quienes llegan a Europa huyendo de la miseria, la persecución y la guerra, se dan de bruces contra un sistema racista y propenso a la exclusión y están además expuestos a agresiones racistas que en muchos casos quedan impunes. Por si esto fuera poco, la vulnerabilidad aumenta cuando las víctimas no tienen los papeles en regla. El miedo a ser identificados y expulsados hace que muchos de estos ataques ni siquiera se denuncien.
Aunque el informe celebra las numerosas voces y acciones de la sociedad civil en defensa de la comunidad migrante y refugiada, Armel Yacef, presidenta de ENAR, denuncia que los migrantes “están soportando el peso de políticas y discursos migratorios cada vez más restrictivos”. Y esto, insiste Yacef, “está teniendo un impacto destructivo en sus vidas”. Desde ENAR piden a la Unión Europea que aborde el fenómeno migratorio con un plan multidimensional, que se centre en la integración de estas personas y no tanto en medidas de seguridad. “La UE y sus Estados miembros no pueden seguir su camino actual sino que deben comprometerse a proteger y promover los derechos de las minorías y promover la diversidad”, concluye.
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