Entrevista a Ewa Widlak, presidenta de ONU Mujeres España"Los discursos negacionistas legitiman la violencia"
La especialista en estudios de género y doctora en comunicación política por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona conversa con Público en la semana del 8M.

Madrid-
En una época en la que el antifeminismo se extiende a nivel global y ya ha llegado a algunas instituciones, España parece ser un oasis en el desierto. El país vuelve a contar, desde hace poco más de un par de años, con un Comité Nacional de ONU Mujeres. Al frente de esta iniciativa está su presidenta, Ewa Widlak, quien pone el foco en la necesidad de consolidar la igualdad de género como un compromiso estructural y no sujeto a ciclos políticos. "Es importante que las políticas de igualdad sean estructurales y no coyunturales, porque lo que está en juego son derechos fundamentales", afirma con contundencia en una entrevista con Público en la semana del 8M de 2025.
La creación de este comité no ha sido un proceso tan casual ni tan sencillo como podría parecer a priori. España, que desde hace décadas se ha posicionado como un país a la vanguardia y comprometido con la igualdad de género, dejó de contar con una representación de ONU Mujeres hace más de diez años, cuando el Gobierno de Mariano Rajoy cerró la oficina. En 2022, la organización volvió con el propósito de fortalecer el vínculo entre nuestra sociedad y ONU Mujeres, movilizando apoyos y recursos para iniciativas que generan un impacto real en la vida de millones de mujeres. "España ha avanzado mucho en igualdad de género en las últimas décadas y ha jugado un papel clave en el impulso de políticas feministas a nivel internacional", recuerda Widlak.
"Las mujeres están diciendo basta y la sociedad, en gran parte, las está respaldando"
La conversación con ella gira, sobre todo, en torno a los desafíos que ha de enfrentar el feminismo en la actualidad. Cuando se echa un vistazo a los acontecimiento acaecidos en los últimos años, es imposible no detenerse en algunos de los casos mediáticos que más han sacudido las conciencias de todas, y que han servido para poner en el centro del debate la violencia machista y el abuso de poder. Uno de los episodios más sonados ha sido el beso no consentido de Rubiales, que ha marcado un punto de inflexión en la transigencia social hacia la violencia sexual, tan normalizada, estandarizada, asumida. "La respuesta social y el movimiento feminista dejaron claro que ya no hay tolerancia para ciertos comportamientos que antes se pasaban por alto o se justificaban", afirma. "Lo que ocurrió en este caso es el reflejo de un cambio cultural más profundo: las mujeres están diciendo basta y la sociedad, en gran parte, las está respaldando", continúa.
Otro de los grandes retos, considera, sigue siendo la revictimización de quienes denuncian agresiones. Widlak es tajante: "El problema es que seguimos viendo cómo las víctimas se enfrentan a juicios paralelos que ponen en duda su testimonio en lugar de centrarse en el agresor. Es imprescindible que el foco deje de estar en la mujer que denuncia y pase a estar en quien ejerce la violencia". Para ello, opina que es clave reforzar la formación en perspectiva de género y garantizar que las instituciones y la justicia actúen con responsabilidad, sin sesgos que perpetúen el cuestionamiento de las víctimas.
En este sentido, hace suyas las palabras que se han viralizado recientemente en Francia tras el caso de Gisele Pelicot: que la vergüenza cambie de bando. "Históricamente, se ha hecho sentir a las mujeres responsables de la violencia que sufren, se les ha pedido explicaciones, se les ha cuestionado su comportamiento o su relato. Ese cambio de mirada es fundamental para erradicar la impunidad y para que las mujeres se sientan respaldadas al denunciar. La vergüenza y la carga del señalamiento deben recaer en quien agrede, no en quien lo sufre".
Pero el gran enemigo de los avances feministas es otro: la ultraderecha, que ha cobrado fuerza en distintos países y que pone en grave riesgo los lentos aunque sustanciales avances en materia igualdad. "Los discursos negacionistas o que cuestionan los derechos de las mujeres no son inocuos. Tienen consecuencias reales porque refuerzan estereotipos, frenan avances y, en algunos casos, legitiman la violencia", advierte. "No se trata de ideologías, sino de derechos humanos. Y cuando estos discursos ganan espacio, lo que está en riesgo es la seguridad de las mujeres", lamenta.
"La igualdad de género no debería depender de ciclos políticos, sino de un compromiso sostenido en el tiempo"
A pesar de las resistencias que oponen quienes reciben la libertad de las mujeres y niñas como una amenaza, Widlak se mantiene firme en su convicción de que el camino hacia la igualdad es irreversible. ONU Mujeres España trabaja precisamente para consolidar ese cambio, acercando la agenda feminista a la sociedad y sumando esfuerzos con distintos actores, tanto públicos como privados. "El objetivo fundamental es acercar el trabajo de ONU Mujeres a la sociedad española, implicar a distintos sectores en la promoción de la igualdad y movilizar recursos para proyectos que marcan la diferencia en la vida de millones de mujeres en todo el mundo", explica.
Lejos de ser un debate superado, el feminismo sigue siendo una lucha imprescindible y Widlak lo tiene claro: "La igualdad de género no debería depender de ciclos políticos, sino de un compromiso sostenido en el tiempo".
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