Opinión
Cumbre de París, mucho ruido y pocas nueces


Profesora de Ciencia Política y Estudios Europeos en la UCM.
En París se han reunido una treintena de países tanto de la UE como de la OTAN con el objetivo de presentar una estrategia común para articular de manera coordinada la ayuda a Ucrania. El grupo ya conocido como la “coalición de voluntarios”, ha lanzado un mensaje claro que da respuesta al proceso negociador que lideran los EEUU de Trump, y este no ha sido otro que el alcanzar “la paz a través de la fuerza”. Con ello quieren enviar un mensaje, primero de unidad, segundo de fortaleza. Para esto, ha afirmado el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, “se requiere intensificar el apoyo a Ucrania en múltiples niveles: militar, financiero, energético, de reconstrucción y de adhesión a la UE”. No es poca cosa.
De momento, y para abrir boca, esta coalición de voluntarios ha dado un mandato a Francia y al Reino Unido para que lideren un proyecto que analice las necesidades militares ucranianas una vez se haya alcanzado un alto el fuego que, a la luz de esta declaración, ya dan por descontado. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce tal y como se podría entender de tan pomposa declaración. Las discrepancias existen y son de calado. Si por un lado se está de acuerdo con dar el apoyo para que el ejército ucraniano sea fuerte y esté bien equipado, las opiniones divergen cuando aflora la cuestión de ofrecer unas garantías de seguridad para el país eslavo en la forma de envío de una fuerza militar europea. Y esto en medio de unas negociaciones de alto el fuego, donde los europeos no se fían ni de EEUU ni, por supuesto, de Rusia, especialmente de esta última. En este punto hay que tener en cuenta el rechazo frontal de los rusos a cualquier presencia de tropas de interposición de paz de la OTAN en Ucrania, algo que, desde luego, no es aceptado por los europeos - especialmente por Francia- pero que al mismo tiempo hace recelar a otros potenciales socios en esta empresa que no están dispuestos a correr riesgos de pérdidas humanas. Si la misión franco-británica se pusiera en marcha se estaría hablando de unos 30.000 hombres, lo que pedía Zelensky eran 200.000, por tanto, tampoco conseguiría cubrir las necesidades planteadas por el aliado ucraniano. De esto, claro, se dan cuentan los ucranianos que cada vez con mayor claridad que los europeos pueden esperar dinero, suministros y armas -convenientemente adquiridas en el mercado norteamericano-, pero no una fuerza de interposición que ofrezca unas mínimas garantías de seguridad. Y ante ese escenario no le quedará otra que seguir apelado a la misericordia de Washington, al tiempo que confiar en que los europeos admitan a Ucrania en la UE más pronto que tarde, aunque tampoco eso será fácil.
De esta reunión hay que destacar, al menos, dos cosas. La primera, que los europeos quieren a toda costa seguir teniendo algo que decir en el mundo y no saben cómo hacerlo, así que, de momento, mantienen la asertividad discursiva y las declaraciones grandilocuentes. La segunda, los europeos también se están dando cuenta que solos no pueden y que necesitan aliados estratégicos y buscan a China, también a Brasil, como dos países que en algún momento propusieron una hoja de ruta para alcanzar un alto el fuego en Ucrania. Propuestas que, en su momento, fueron ampliamente denostadas por los propios europeos. ¡Cómo han cambiado las cosas en tan poco tiempo! En todo caso, no deja de llamar la atención que desde el marco europeo no se apele, como en otras ocasiones, a Naciones Unidas para el envío de una misión de cascos azules, claro que quizás no se trate entonces de una misión de fuerzas de interposición y monitorización, sino de otra cosa y por eso el marco es el de una “coalición de voluntarios” que operarán, además, fuera del marco de la OTAN.
Y si esto es así, convendría que nuestras autoridades comenzasen a hablar claro a una ciudadanía que no hace más que recibir mensajes disonantes procedentes de Bruselas y de las capitales. Porque ¿en qué quedamos? Habría que aclarar, por tanto, si esto va de que ahora la defensa de Ucrania es un hecho existencial para los europeos, si esto va de disuadir de un potencial ataque a territorios de la UE o si se trata de construir autonomía estratégica ante el hecho de una salida inminente de EEUU de la arquitectura de seguridad y defensa de la UE. Se trata, eso sí, de una lógica de muñecas rusas, o eso quieren comunicar. Lo cierto es que el rearme a Ucrania no fomentará en el corto y medio plazo la capacidad industrial europea ni tampoco su autonomía estratégica, pero sin una promesa de mayor producción de armamento, tampoco la industria querrá avanzar en dicha producción y en la apertura de más plantas. Y ahí es donde entra en juego la narrativa del kit de emergencia, porque la única manera de convencer al mayor número de gente posible de las virtudes de una militarización de todos los aspectos de la vida es insuflando el miedo en las sociedades. Y es en eso en lo que se está trabajando en estos momentos.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.